HORARIOS DE LAS MISAS

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VIGILIA DE ORACIÓN - DOMUND 2024

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TESTIMONIO DE MARINO RESTREPO

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GRUPO DE ORACIÓN "REINA DE LA PAZ Y PADRE PÍO"

GRUPO DE ORACIÓN "REINA DE LA PAZ Y PADRE PÍO"

NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

lunes, 26 de marzo de 2012

CONCIERTO DE LA CORAL "NTRA. SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN DE PINOS PUENTE", SOBRE LA VIDA DE JESUCRISTO

El pasado domingo, 11 de Marzo, nos visitó esta Coral, que se ofrecieron a actuar en nuestra Parroquia, en un acto, que fué una meditación y contemplación de la vida de Jesucristo, que nos dejó a todos con la boca abierta, y con un sentimiento muy grande de gratitud. Seguro que os va a gustar, tanto como a los que estuvimos aquellos instantes junto a ellos.
















RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES

El Domingo siguiente al Domingo del Bautismo del Señor, se convocó a todos los niños y niñas que participan de la catequesis de segundo, para acompañados de sus familiares, renovar sus promesas bautismales.
Fueron unos momentos emocionantes, alegres, y que contagiaban ternura y admiración.
Una vez más, el trabajo silencioso de nuestro Párroco, está dando su fruto.



MISA DE NOCHEBUENA







NUESTRA PARROQUIA EN NAVIDAD




MISA DE EPIFANIA (REYES)








RECORDANDO EL TIEMPO DE ADVIENTO EN NUESTRA PARROQUIA DE ÍLLORA

FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Como todos los años, en torno a la imagen de la Inmaculada, nuestra comunidad, renovó su firme voluntad, de hacer como Ella, la voluntad del Señor en nuestra vida, y de ser meros instrumentos en la proclamación de la Palabra, en cada uno de los ambientes en los que nos desenvolvemos. Y durante un triduo que celebramos en su honor, aprendimos de la fe de María, a vivir nuestra fe con confianza absoluta en Dios, y llenos del gozo y la alegría de saber, que el Señor siempre nos acompaña y nos alienta en la vida.



Tenemos un grupo de jóvenes en nuestra Parroquia, que siempre están dispuestos a echar una mano en todo lo que se necesite. En la víspera de la fiesta de la Inmaculada, allí estaban todos, para ayudar a bajar la imagen de la Virgen, levantar su altar y dejarlo todo preparado. Ya muy entrada la noche, al terminar, nos dimos un paseíllo por la torre, con la sola luz de la velas.


El coro rociero de Íllora, en la Eucaristía de la Fiesta de la Virgen, ofreció al Señor, sus mejores voces, para dar gracias por el don de la Virgen en nuestras vidas.











CONCIERTO DE LA CORAL "SAN ROGELIO" Y "VOCES SOLIDARIAS"













FIESTA DE LA ENCARNACIÓN EL HIJO DE DIOS


Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María.



Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo.


Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.»


María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.


También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.»


Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel.

Lc. 1, 26-38



María vivía en la pequeña aldea de Nazaret. En el pasaje de la Anunciación se narra: "(María) El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso tu hijo será santo y con razón lo llamarán Hijo de Dios" (Lc 1, 26-38). Aceptó la maternidad divina; con su "" (fiar) demostró su disponibilidad para aceptar su Palabra y su libre participación en el plan salvifico de Dios. Esta festividad se celebra desde el siglo V en Oriente; Sergio I la promovió en Occidente (siglo VII).

La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II (Lumen Gentium 56) le ha devuelto el carácter cristológico; es la solemnidad del Señor y a la vez de la Santísima Virgen, es la que celebramos nueve meses antes de la Natividad. Iconografía: María escucha atenta al arcángel Gabriel, el Espíritu Santo (paloma) sobre su cabeza y azucenas (pureza).

Esta fiesta es de origen oriental; luego, pasó a Roma en el siglo VII con el título de "Anunciación del Señor". Desde un principio se puso esta solemnidad en el número de las fiestas del Señor: más que la Virgen María, el protagonista es el Hijo de Dios, cuya concepción anuncia el Ángel.

La fecha escogida no se presta para que sea solemnizada. Siempre cae en Cuaresma y a veces durante la Semana Santa. Festejar la Encarnación del Verbo de Dios en María, desentona con toda la temática cuaresmal. Si se hace mención, se debe al recuento hecho de los meses de expectación a partir del nacimiento de Jesús. Esta fecha, pues, está condicionada por la escogida para celebrar la Navidad.

Si Cristo es el protagonista principal de esta solemnidad, la Virgen María no puede dejarse en el olvido. Ella es la que se ve en la Anunciación, la que pregunta y la que da la respuesta generosa de su cooperación. Es por eso que la Iglesia honra también a María, medita sobre el "Si" pronunciado por ella, y profundiza sobre el "Si" del Verbo de Dios: "¡He aquí que vengo a hacer, oh Dios, tu voluntad!" (Hb 10, 7).

Ave Maria Gratia Plena, Dominus Tecum

LOS JÓVENES DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA, EN EL ENCUENTRO DE DEIFONTES

Este sábado, 24 de Marzo, se celebró en Deifontes (Granada), un encuentro de jóvenes de la Vicaría II, y nuestra Parroquia estuvo presente con un grupo muy apañado de jóvenes de nuestra comunidad.
La mañana se despertó nublada, en Íllora, nos despidió al montarnos en el autobús, una débil lluvia, que camino de Deifontes fué desapareciendo.
La cita comenzaba a las diez y media de la mañana, en la Parroquia de Deifontes. Allí, fuímos recibidos por D. Francisco Javier Espigares Flores, Párroco de la localidad y Vicario Pastoral, que fué saludando personalmente a todos los participantes.
Con una oración muy dinámica y con unos cantos muy contagiosos, nos metimos en el ambiente de la convivencia, y nos unimos en la alegría por sentirnos en presencia de Cristo joven, que nos invita personalmente a seguirle.
Después de la acogida, y la organización por grupos, comenzamos una serie de pruebas, que intentaron hacernos recapacitar sobre las dificultades mismas de la vida, y las decisiones que a cada momento tenemos que tomar, teniendo en cuenta, nuestra fe, y la esperanza que Cristo nos contagia.
Sobre las dos de la tarde, nos dirigimos hacia la zona del Nacimiento del río, dónde almorzamos, junto a la Ermita de San Isidro, en un parque, que nos permitió descansar de las pruebas, y una debilísima lluvia, refrescó el ambiente y el cansancio.
A las cuatro de la tarde, comenzó la Eucaristía, que presidió D. Francisco Javier, que supo muy bien ir conectándo todo lo vivido y experimentado en la mañana, con la llamada que personalmente Cristo, nos hace a cada uno.
Terminamos el Encuentro con una fotografía en la plaza en la que está ubicado el Templo Parroquial, y con el gozo de haber compartido unos momentos buenos con gente que pensamos lo mismo y compartimos la misma fe.
Agradecer a D. José Luis, nuestro párroco, cómo nos ha animado para participar en este encuentro, porque ha valido la pena.

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

José significa "Dios me ayuda".

De San José únicamente sabemos los datos históricos que San Mateo y San Lucas nos narran en el evangelio. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús y María. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia de David.

Los santos que más han propagado la devoción a San José han sido: San Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos sermones) y San Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la devoción al santo Patriarca. Pero sobre todo, la que más propagó su devoción fue Santa Teresa, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable. Le rezó con fe a San José y obtuvo de manera maravillosa su curación. En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: "Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo". Hacia el final de su vida, la mística fundadora decía: "Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir". Y es de notar que a todos los conventos que fundó Santa Teresa les puso por patrono a San José.

San Mateo narra que San José se había comprometido en ceremonia pública a casarse con la Virgen María. Pero que luego al darse cuenta de que Ella estaba esperando un hijo sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio, en vez de denunciarla como infiel, dispuso abandonarla en secreto e irse a otro pueblo a vivir. Y dice el evangelio que su determinación de no denunciarla, se debió a que "José era un hombre justo", un verdadero santo. Este es un enorme elogio que le hace la Sagrada Escritura. En la Biblia, "ser justo" es lo mejor que un hombre puede ser.

Nuestro santo tuvo unos sueños muy impresionantes, en los cuales recibió importantísimos mensajes del cielo.

En su primer sueño, en Nazaret, un ángel le contó que el hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo y que podía casarse tranquilamente con Ella, que era totalmente fiel. Tranquilizando con ese mensaje, José celebró sus bodas. La leyenda cuenta que doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los 12, he aquí que el bastón que José llevaba milagrosamente floreció. Por eso pintan a este santo con un bastón florecido en su mano.

En su segundo sueño en Belén, un ángel le comunicó que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que debía salir huyendo a Egipto. José se levantó a medianoche y con María y el Niño se fue hacia Egipto.

En su tercer sueño en Egipto, el ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podían volver a Israel. Entonces José, su esposa y el Niño volvieron a Nazaret.

San José, el santo del Silencio. Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. No es que haya sido uno de esos seres que no hablaban nada, pero seguramente fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: "Sean pocas tus palabras". Quizás Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en silencio. "San José, Patrono de la Vida interior, enséñanos a orar, a sufrir y a callar".

Santa Teresa repetía: "Parece que Jesucristo quiere demostrar que así como San José lo trató tan sumamente bien a El en esta tierra, El le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca".

"Yo no conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a San José, y que no se haya vuelto más virtuosa y más progresista en santidad".

SÚPLICA A SAN JOSÉ

José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.

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ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado, especialísimamente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.

Jaculatoria. Bondadoso San José, Esposo de María, protegednos; defended a la Iglesia y al Sumo Pontífice y amparad a mis parientes, amigos y bienhechores.

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VISITA A SAN JOSÉ

¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo protector San José! Todo el que implora vuestra protección experimenta vuestro consuelo. Sed, pues, Vos mi amparo y mi guía. Pedid al Señor por mí; libradme del pecado, socorredme en las tentaciones y apartadme del mal y del pecado. Consoladme en las enfermedades y aflicciones. Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto de cuanto os pueda ser acepto y agradable para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y en la hora de la muerte. Amén.

Jaculatoria.-¡Oh glorioso San José! Haced que sea constante en el bien; corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados.

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ORACIÓN A SAN JOSÉ

San José, casto esposo de la Virgen María intercede para obtenerme el don de la pureza.

Tú que, a pesar de tus inseguridades personales supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar, a lo que el Señor me pida.

Varón prudente que no te apegas a las seguridades humanas sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado obténme el auxilio del Divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.

Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones, para que pueda crecer cada día más en ellas y así asemejarme día a día al modelo de la plena humanidad: EL SEÑOR JESÚS.

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CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ
ANTE LAS TRIBULACIONES

¡Oíd, querido San José, una palabra mía !... Yo me veo abrumada de aflicciones y cruces, y a menudo lloro... Despedazada bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir... pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz... consuelo… y ayuda? A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores… para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso. Amén.

Jaculatoria. San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.

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CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ

Oh Glorioso Patriarca San José, heme aquí, postrado de rodillas ante vuestra presencia, para pediros vuestra protección.

Desde ya os elijo como a mi padre, protector y guía. Bajo vuestro amparo pongo mi cuerpo y mi alma, propiedad, vida y salud. Aceptadme como hijo vuestro. Preservadme de todos los peligros, asechanzas y lazos del enemigo. Asistidme en todo momento y ante todo en la hora de mi muerte. Amén.


CULTOS DEL MES DE MARZO A NUESTRA MADRE DEL CARMEN


El viernes, 16 de Marzo, nos volvimos a reunir a los pies de la Señora del Carmen, para pedirle que nos ayude a vivir intensamente este Santo Tiempo de la Cuaresma, para llegar a la Pascua, renovando nuestra fe y nuestra esperanza, y haciendo que nuestra caridad sea auténticamente cristiana.
A las seis y media de la tarde, comenzamos nuestra oración, ante el Santísimo Sacramento, rezando el Santo Rosario, y a las 7 de la tarde, con la Reserva del Santísimo, se inició la Eucaristía, en la que pedimos por todas las familias que reciben la Virgen del Carmen en su hogar, por la salud de los enfermos, por el descanso eterno de todos sus difuntos.
En esta ocasión, pedimos especialmente por nuestras hermanas, Carmela González y Amalia Carmona.

miércoles, 7 de marzo de 2012

8 de Marzo: Festividad de San Juan de Dios, Patrón de Granada


AUTOR: FRANCISCO DE LA TORRE RODRÍGUEZ

Para cuantos desconozcan quién fue San Juan de Dios, fundador de la Orden Hospitalaria, o cómo nació ésta y su trayectoria hasta el presente, van dirigidas las siguientes líneas.
Nuestra Orden lleva el apelativo de Hospitalaria como indicación de cuál es el carisma y dedicación específica y, desde que fue formalizada por san Pío V, lleva el distintivo de llamarse de San Juan de Dios (sin el apelativo de santo al tiempo de aquella formalización); y es que no formalmente, pero sí en un sentido muy verdadero, la Orden fue fundada por un grandioso santo, cuyas santas obras tendrán por escenario la ciudad de Granada.

Se llamaba Juan Ciudad (o João Cidade, en su portugués natal), y había venido al mundo según la tradición el año 1495 en la población de Montemor o Novo, de la diócesis de Évora, en el reino de Portugal. Modernamente se cree que era de familia judía, y quizás por ahí se explique que a los ocho años es sacado de su casa paterna, y llevado a Torralba de Oropesa (en la actual provincia de Toledo), a la casa de un mayoral de nombre Francisco. El amo del ganado era un hidalgo de nombre Francisco Herruz, rigiendo el señorío de Oropesa durante la presencia de Juan Ciudad el IIº conde de Oropesa: Francisco Álvarez de Toledo y Pacheco.

Criado y educado cristianamente, en su adolescencia fue zagal y luego pastor de ganados. A los 28
años de edad se alista como soldado en las tropas del conde de Oropesa al servicio del emperador
Carlos V y como tal asiste al sitio de Fuenterrabía. Abandonada la vida militar, vuelve al dominio
de Oropesa, para años más tarde unirse de nuevo a las tropas del conde que acuden a socorrer
Viena. Tras la retirada de los turcos, se licencian las tropas y Juan pasa primero a Flandes y luego por mar a España, dirigiéndose pronto a su pueblo natal portugués, donde encuentra a un tío que le notifica la muerte de sus padres.

De nuevo en España se instala como pastor en una hacienda de Sevilla, de ahí pasa a Gibraltar y al poco a Ceuta, plaza donde Juan se ocupa como peón en la construcción de las murallas a fin de socorrer a una familia noble portuguesa. Vuelto a Gibraltar, desempeña la profesión de vendedor de libros, para posteriormente marchar a Granada, donde se establece en idéntico menester.
Aquí oye predicar a san Juan de Ávila, el Maestro Ávila, y tiene tan extraordinaria conmoción espiritual que da voces y gritos, lo que le llevaría a ser juzgado por loco y a verse recluido en la sala a propósito del Hospital Real granadino.
«... porque predicaba entonces en esta ciudad un santo clérigo que se llamaba el Maestro Avila, predicador apostólico y de muy santa vida, y en la ciudad decían que este Padre Maestro lo había convertido. Y este testigo lo vido en la Iglesia mayor de la ciudad rodeado de
mucha gente y dando voces, pidiendo misericordia a Dios y dándose muy grandes golpes en los pechos y decían que se había estado en la Iglesia tres días sin comer ni beber, y unos decían que era loco y otros que no era sino santo y que aquello era obra de Dios».
«... dos hombres honrados de la ciudad, compadeciéndose dél, lo tomaron por la mano, y
sacándolo de entre el tumulto del pueblo, lo llevaron al Hospital Real [de Granada], que es do
recogen y curan a los locos de la ciudad...».

En la sección aparte donde se recluyen a los dementes del Hospital Real, Juan sufre en propia carne el trato que se da a los enajenados allí internados: celdas oscuras, maniatados, tratados con azotes, baños de sorpresa, exorcismos o cadenas, como corresponde a la terapéutica de la época con estos enfermos:
«... como la principal cura que allí se hace a los tales sea con azotes, y metellos en ásperas
prisiones y otras cosas semejantes, para que con el dolor y castigo pierdan la ferocidad y
vuelvan en sí, atáronle pies y manos, y desnudo, con un cordel doblado le dieron una buena
vuelta de azotes...».
Juan Ciudad advierte a sus custodios:
«... ¿por qué tratáis tan mal y con tanta crueldad a estos pobres miserables y hermanos míos...
no sería mejor que os compadeciésedes dellos y de sus trabajos, y los limpiásedes y diésedes de
comer con más caridad y amor que lo hacéis...?».
En su encierro, toma conciencia de su misión:
«Iesu-Cristo me traiga tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda
recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo».
Del hospital lo libra san Juan de Ávila, consciente de que no había locura alguna. Juan se pone bajo la dirección espiritual del Santo Maestro, que aprueba su deseo de dedicarse al servicio de los enfermos, como ha meditado durante su permanencia en el hospital.
Luego de hacer una peregrinación a Guadalupe, vuelve a Granada y principia su obra de atender a los enfermos, los pobres, y todos los necesitados que se relacionan con él; y al mismo tiempo
practica un intenso apostolado, singularmente entre las mujeres públicas. En una casa comienza a
recibir pobres y enfermos de cualquier clase, y a rogar por Granada limosnas para sostenerlos,
sirviéndolos y atendiéndolos él mismo con extremada caridad.

«... y respecto de no haber en esta ciudad (Granada) persona que tuviera cuidado dellos tan en particular, los dichos pobres se quedaban muertos por esas calles y para el remedio
desto, el bendito hombre tomó una casilla en la calle que llaman de Lucena y allí, andando por la ciudad, hallaba los pobres debajo de los portales de la Plaza Bibarrambla tendidos por el suelo, y el bendito Ioan de Dios se los echaba en el hombro y los llevaba a la dicha casa, donde respecto de comenzar la dicha obra, no tenía camas suficientes y él traxo eneas donde los albergaba con la limosna que llegaba, absteniéndose del comer por darlo a los pobres y ansí el bendito hombre andaba flaco y muy amarillo, respecto de la vida que traía, con lo cual comenzó a ser conoscida su bendita vida y respetarle y tenerle por hombre de Dios y todos le llamaban Ioan de Dios...».

El obispo de Tuy, Miguel Muñoz, le sugiere que tome el nombre de Juan de Dios y que vista una túnica basta a guisa de hábito, que inmediatamente acoge Juan.
Granada con sus limosnas apoya las buenas obras de misericordia que practica el santo, y aunque no le faltarán críticas y persecuciones, Juan de Dios persevera y socorre a un mayor número de pobres y enfermos.

«... y sabe y vido cómo el bendito Padre Ioan de Dios pedía limosna, descalzo pies y piernas y
la cabeza descubierta y rapada a navaja... con una capacha de esparto en las espaldas en que
echaba la limosna que le daban y una olla en la mano para la vianda y al anochecer salía a
hacer su demanda por las calles de Granada y iba diciendo: ¡Quién hace bien para sí mismo,
hermanos! y llevaba la limosna que allegaba al Hospital y repartía con sus pobres... vido este
testigo que cuando el bendito Padre buscaba limosna y hallaba algún pobre, lo dexaba todo si
no podía andar y lo llevaba a su Hospital...».
Y es entonces cuando se le unen algunos compañeros que quieren compartir su mismo género de
vida y servir también a los pobres y necesitados, y cuando trasladan su primera casa a una más
capaz en la calle de los Gomeles.
Antes de su muerte Juan viaja hasta Castilla, con el fin de recaudar fondos para su hospital, y
protagoniza algunos hechos notables, como es su participación en el desalojo de los enfermos en el incendio del Hospital Real de Granada, ocurrido en julio de 1549. Una pulmonía, a resultas de arrojarse al río Genil para salvar a un muchacho que se estaba ahogando, debilita su salud y Juan de Dios entrega el alma en Granada (08.03.1550).

Sepultado en la iglesia granadina de los Mínimos, su fama de santidad se eleva más y más.
Beatificado (21.09.1630) por Urbano VIII (Breve In Sede Principis Apostolorum, que aprobaba el Decreto (08.06.1630) de la Sagrada Congregación de Ritos), y canonizado (16.10.1690) por
Alejandro VIII (Bula Rationi congruit (15.07.1691), de Inocencio XII). El papa León XIII (Decreto Inter omnigenas virtutes, 15.05.1886), declara a San Juan de Dios Patrono de todos los hospitales y enfermos del mundo, y manda la inserción de su nombre en las Letanías de los Agonizantes. Esta declaración es confirmada por las Letras Apostólicas Dives in misericordia Deus (22.06.1886). Pío XI (Breve Expedit plane, 28.08.1930), declara igualmente a San Juan de Dios Patrono de todas las asociaciones católicas de enfermeros, y de todos los enfermeros de ambos sexos del mundo. San Juan de Dios es copatrono de la ciudad de Granada por Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos (06.03.1940) y Patrono de los Cuerpos de Bomberos de España.

NOVENA

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Me dirijo a ti, San Juan de Dios, Padre de los pobres y enfermos, que compartiste los sufrimientos de los demás, y ahora estás junto al Divino Samaritano para ser nuestro intercesor ante la salud y la enfermedad. Te pido que tu recuerdo nos acompañe siempre, que pongamos a Dios en el centro de nuestra vida, y que demos sentido a la misma desde el amor hecho servicio. Cuento contigo, San Juan de Dios, que sepa imitarte. Amén.

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:
DÍAS
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9

DÍA PRIMERO [Ir al principio de esta página]

Fe de San Juan de Dios, por Cristo, con la Iglesia. Para ti, San Juan, el Dios "que te hizo y te crió" fue desde tu conversión el centro de tu existencia: "viendo a Dios todos los días" y "siendo fuerte y constante en su servicio". Ese "Dios, preferido a todas las cosas del mundo", era el encarnado en Cristo "al que deseabas servir y agradar".

Así reafirmabas tu fe en Dios, por Cristo, con la Iglesia: "aceptando todo lo que tenía y creía la Santa Madre Iglesia; de ahí no salías y echaba tu sello y cerrabas con tu llave".

Esa era tu fe, San Juan de Dios, hecha vida. Concédeme que yo la comprenda y la viva como tú. Amén.

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DÍA SEGUNDO [Ir al principio de esta página]

Esperanza de San Juan de Dios hecha confianza. Tú, San Juan de Dios, expresas tu esperanza: "vuestro menor hermano Juan de Dios, si Dios quisiere, muriendo mas empero callando y en Dios esperando".

Para ti, Dios es el Señor, nuestro destino: "Yo espero en Dios que algún día será descanso para nuestras almas".

Tu esperanza era confianza existencial y salvífica, y desconfianza de nosotros: "no confiar en sí mismo, sino en solo Jesucristo, pues El sabe mi corazón, y nos dará la vida eterna".

Desde tu esperanza y fe, San Juan de Dios, ayúdame a ver a Dios como Padre y a fiarme de su amor. Amén.

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DÍA TERCERO [Ir al principio de esta página]

Caridad misericordiosa de San Juan de Dios. Tú, San Juan de Dios, escribiste "tened siempre caridad, que donde no hay caridad, no hay Dios, aunque Dios en todo lugar está".

Esta caridad será misericordiosa: "si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos". Caridad expresada en Amor Misericordioso.

Tu espiritualidad hace referencia a los necesitados como representación del Cristo sufriente, una nueva presencia en el que sufre.

¡Cuánto misterio y qué grande fe! San Juan de Dios, házmelo aceptar, aunque no lo comprenda. Amén.

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DÍA CUARTO [Ir al principio de esta página]

San Juan de Dios y la salvación. Tú, San Juan de Dios, "deseabas la salvación de todos como la tuya misma. Amén Jesús". Esta salvación es don, "Jesucristo os guarde y salve", y responsabilidad del hombre: "el buen vivir es la llave del que salvarse sabe".

Para ti, "esta vida es una continua guerra con el mundo, y el demonio, y la carne", y "cual nos hallare el Señor tal nos juzgará, bueno será enmendarnos con tiempo".

Ayúdame, San Juan de Dios, a dar sentido a mi vida. Amén.

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DÍA QUINTO [Ir al principio de esta página]

San Juan de Dios, pobre pero confiado. ¿Qué matemáticas eran las tuyas, San Juan de Dios?. "Estoy con mucha necesidad, empeñado y cautivo por solo Jesucristo. Son muchos los pobres, y como no los puedo socorrer, estoy muy triste".

Pero añades: "Confío en solo Jesucristo que me desempeñará; todo lo mantiene y provee Dios cada día. Dar acá, dar allá, todo es ganar".

Que yo, San Juan de Dios, aprenda tu sensibilidad, tu criterio transcendente y sepa imitarte. Amén.

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DÍA SEXTO [Ir al principio de esta página]

San Juan de Dios, limosnero de Dios. Tu pregón cada tarde, Juan de Dios, era: "Haceos bien a vosotros mismos, dando limosna a los pobres". Para ti la limosna enriquece al que da y al que recibe.

"La limosna está delante de Jesucristo rogando por vos, y los ángeles la tienen asentada en el libro de la vida. El anillo está bien empleado, que dos pobres llagados hice vestir".

"¡Quién no da de lo que tiene a este bendito mercader pues hace tan buena mercancía!"

Ábreme, San Juan de Dios, la mente, el corazón y la mano.

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DÍA SÉPTIMO [Ir al principio de esta página]

San Juan de Dios, esclavo de Jesús y María. Jesús y María centraban, San Juan de Dios, tu ser: "En nombre de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra Señora la Virgen María, el menor esclavo de los esclavos".

En tu vivir "deseabas siempre servirles y agradarles; todo sea para su servicio".

Como ideal, "querías tomar ejemplo de la Virgen María, la cual tejía y trabajaba todo el día, y de noche y parte del día oraba en su retiro".

Que yo sepa, San Juan de Dios, cobijarme en Jesús y María y sean mi ideal de cristiano.

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DÍA OCTAVO [Ir al principio de esta página]

San Juan de Dios, Fundador por los pobres. Para ti, Juan de Dios, pobres eran los maltratados, abandonados, enfermos, incurables, llagados que "al verlos te quebraron el corazón".

Escribiste: "desvelarse en curarles, hacerles bien y caridad, sustentarles, vestir y curar".

De tu ejemplo nacen tus Hermanos Hospitalarios y surge tu obra de caridad; y ya son cuatro siglos y medio que sigues entre los pobres por medio de tantos que directa e indirectamente continúan tu misión.

Que tu ejemplo no se desvirtúe, San Juan de Dios, y los pobres cuenten a su lado con unas manos y un corazón. Amén.

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DÍA NOVENO [Ir al principio de esta página]

San Juan de Dios, Patrón por su Hospitalidad. Desde tu ejemplo, San Juan de Dios, fuiste proclamado Patrón de Enfermos, Hospitales, Enfermeros y Asociaciones Sanitarias por León XIII y Pío IX; en España también del Cuerpo de Bomberos.

Sé de todos ellos su intercesor, para que los pobres y enfermos estén sobre otros intereses sociales, económicos y políticos, los hospitales sean en verdad santuarios de salud y humanización y los sanatorios actúen con responsabilidad y ética, con profesionalidad y técnica, con servicialidad, respeto y defensa de la vida. Así sea.



jueves, 1 de marzo de 2012

ESTE SÁBADO, 3 DE MARZO, A LAS 7 DE LA TARDE, TENEMOS UNA CITA EN LA IGLESIA DE ÍLLORA

La Parroquia de Íllora, junto a todas las Hermandades y Cofradías de la localidad, ofrecen en memoria de D. José Antonio Ortega Martínez, una Eucaristía, este SÁBADO, 3 DE MARZO, A LAS 7 DE LA TARDE, en el transcurso de la misma, quieren rendirle un sencillo homenaje, a quién fué Párroco de Íllora en los años 70, pero sobre todo un hombre con un gran corazón, que favoreció y ayudó a muchísimas familias de Íllora a salir adelante, en unos años muy difíciles. Impulsor de la Semana Santa, muy devoto del Sagrado Corazón de Jesús, especialmente mariano, nos ha dejado a todos una profunda huella.
Desde esta página, invitamos y animamos a todos y todas a participar en esta Eucaristía, y ofrecerle al Señor, nuestra mayor gratitud, por permitirnos conocer, y haber puesto en nuestro camino, a una persona tan excepcional.