Prodigioso y admirable
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.
De misericordia Madre,
Vida y dulzura divina;
Esperanza nuestra, Salve;
Nubecilla etc.
Del divino Verbo en carne,
Sálvete Dios, Madre Virgen,
Pues eres Virgen y Madre;
Nubecilla etc.
Vuestros ojos admirables,
Y mirad por vuestros hijos,
Pues que sois piadosa Madre;
Nubecilla etc.
Que en las penas y combates
A ti suspiramos todos
En este lloroso valle;
Nubecilla etc.
De Josafat en el Valle,
Piadoso, pues que nació
De ese cristal admirable;
Nubecilla etc.
A la bondad inefable;
Pues murió para salvarnos,
Por su clemencia nos salve;
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Bienvenidos, un día más, a este encuentro con María.
Caminaban padre e hijo cuando, en una calle, le preguntó al pequeño: Además de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? El niño agudizó sus oídos y, segundos más tarde, le contestó: escucho el ruido de una carreta. Eso es -dijo el padre-. Es una carreta vacía. El hijo, sorprendido, preguntó: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos? El padre le salió al paso diciéndole: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía. Cuanto más vacía está, mayor es el ruido que hace.
María fue una de esas mujeres que nunca interrumpió los planes de Dios. Sus palabras, recogidas en el Evangelio, es muestra del gran contenido de su persona. No presumió de nada. Su grandeza fue el ser pobre. Su gloria el cumplir la voluntad del Padre.
María, no hizo ruido. Pasó como de puntillas por el mundo para que cumpliera el plan de salvación. Se acercó, estoy seguro, a la Palabra que iluminaba todo el Antiguo Testamento. Meditó, en lo más hondo de sus entrañas, los gestos, las indicaciones y hasta los "desaires" que le pudo dar Jesús.
En un mundo donde hay una sobreabundancia de decibelios, la Virgen María, nos invita a escoger caminos que nos conduzcan hacia la pan interna; a oasis de calma y de reflexión; al encuentro personal y comunitario con Cristo.
Si el silencio es el lugar donde Dios habla, a la fuerza María, procuraría en más de una ocasión, conquistar esos espacios de sosiego, que fuesen garantía y facilitasen masticar, saborear, pensar y disfrutar con las cosas de Dios y del Espíritu.
Ante ella, y porque en muchas ocasiones hacemos demasiado ruido, sin llevar contenido, ofrecemos una bandeja de arena, simbolizando la necesidad de quietud y reflexión.
2. ORACIÓN
Nunca, María, una mujer como Tú
sin decir nada, dijo tanto.
Vale más, tu actitud de escucha,
que mil palabras.
Hablan más tus obras
que un libro de multitud de páginas.
Nunca, María, nadie como Tú
dijo tanto en tan poco espacio de tiempo.
Con un ¡Si!, comenzó Dios a hacerse grande en tu seno
Con un ¡Sí!, germinó Jesús en tus entrañas
Con un ¡Sí!, Belén preparó humilde morada al Niño
Sí, María;
tus hechos fueron más elocuentes que tus dichos.
Tu sencillez más certera que tus palabras
Tu silencio el secreto más profundo
de tus galanteos con el Espíritu.
Si, María;
enséñanos el difícil arte
de decir poco y hacer mucho.
Sí, María;
enséñanos a ahorrar palabras
y regalarnos en gestos.
Si, María;
enséñanos a construir la escuela del silencio
el aula de la paz y de la mansedumbre
el desierto de la calma y el misterio
el oasis donde Dios, de forma determinante,
habla para quien lo busca.
Amén.
1ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis; los serafines, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque me habéis dado vuestro Escapulario. Dios te salve, María, etc.
2ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis; los serafines, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario sois salud de mi alma. Dios te salve, María, etc.
3ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis; los tronos, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me protegéis contra todos los peligros.Dios te salve, María, etc.
4ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis una y mil veces; las dominaciones, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me defendéis de las tentaciones del enemigo. Dios te salve, Maria, etc.
5ª. Madre mía del Carmen y Reina de mi corazón, bendita seáis; los querubines, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario sois la paz y la alegría de mi alma. Dios te salve, María, etc.
6ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis; los arcángeles, los justos y los santos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me habéis hecho especialísimo hijo vuestro. Dios te salve, María, etc.