Queda tanto por compartir de estos últimos meses, que ya va siendo hora de que nos pongamos al día, allá por dónde lo dejamos.
Después de la celebración de la Resurrección, quedaba una fecha grabada a fuego en nuestro corazón: la fiesta de la Virgen del Espino Coronada de Chauchina...la popular fiesta de la Virgen del Pincho.
Un 9 de Abril de 1.906, quiso la Señora del cielo, la Reina de nuestros corazones, la Madre que viene siempre a ser salud y amparo de todos sus hijos, visitarnos muy cerca de nuestro pueblo, en tierras de Chauchina, y colmar con su amor, a una buenísima mujer, que llevaba muy en silencio, y con mucha fe, sus propias dolencias, que eran muchas, y que le impedían realizar una vida normal como el resto, ya que su dificultad para caminar, a causa de las úlceras de sus piernas, le obligaban a sostenerse con una silla, y con ella dar los pasos que necesitaba, para todo lo que precisaba.
Rosario, esa buena mujer, de un corazón de oro, de una fe inquebrantable, y una sencillez y humildad vividas en todo lo que hacía y decía, fue la escogida, para que a través de su curación, pero sobre todo de su vida, nosotros aprendamos, que la confianza en Dios, nunca falla, que el amor a la Virgen, nunca nos deja solos, que nuestra vida debe estar cimentada en la oración y alabanza a Dios, presente en la Eucaristía, y que nuestras obras, deben ser reflejo de nuestra fe.
De verdad que Rosario, tendría que ser reconocida por la Iglesia, como un ejemplo de vida cristiana, de madre, de mujer confiada totalmente en Dios.
Pues aquel 9 de Abril, la Madre acarició a Rosario, le acompañó en oración desde el lugar sobre el que apareció...un espino junto a unas aguas, dónde Rosario lavaba sus vendas, esas que cubrían sus úlceras, hasta el mismo cementerio...dónde dejándola dormida, experimentó todo lo que Dios siempre había querido para esta extraordinaria mujer: la salud del cuerpo, pues la salud del alma, ella ya procuraba tenerla siempre bien limpia.
La devoción por aquella Dolorosa que los ojos de Rosario contemplaron, fue creciendo en toda la Vega, en toda Granada, y cruzando nuestras fronteras.
Las palabras de la Señora a Rosario, se cumplieron una por una, testimonio de la gran verdad que esta buena anciana vivió.
La vida de Rosario, antes y después de la Aparición, es ejemplar, ¡y nos puede enseñar tanto a cada uno de nosotros!.
Y nosotros, como tantos miles de peregrinos, acudimos a las plantas de tan Bellísima Señora, para acompañarla en su camino desde su Ermita hasta el Cementerio, rememorando el caminar con Rosario, haciendo de cada tramo, una oración, una súplica, una alabanza, en medio de nuestro silencio interior, aunque el exterior, sea todo sones majestuosos, para dar gracias a Dios, por todas las maravillas que realiza en nuestra vida, a través de su Bendita Madre, de nuestra tierna Madre.
Poder estar en esta procesión, es formar parte de la historia, del mensaje, de la vida de Rosario.
Las palabras de la Virgen hacen eco en nuestro corazón, y mirando su dulce rostro, te sientes reconfortado en tus cruces diarias, pues en Ella encontramos, a la mejor Cirinea.
Hay algo que arrebata el corazón, cada vez que tú la miras a Ella.
Hay algo en el ambiente, que te hace darte cuenta...que no acompañas a una imagen, sino que la misma Madre del cielo, camina entre nosotros, invitándonos de nuevo a la oración y a la conversión del corazón.
Todo queda en segundo plano, ante los ojos de la Madre...pues Ella ni necesita música, ni flores, de corona, ni ningún otro adorno, que no sea el amor de nuestro corazón, y la decisión de convertirnos de verdad a su Hijo, a nuestro Señor.
Chauchina es el altar del mundo cada 9 de Abril.
Pero es que Chauchina, es la puerta que nos comunica con el cielo, cada día, cada vez, que entrando en la Ermita de la Señor, te pones a los pies de Jesús Eucaristía, y le ofreces, todo lo que eres, todo lo que tienes, todo lo que anhelas, todo lo que sufres, todo lo que esperas.
Si necesitas encontrarte con el cielo...acércate a Ella en Chauchina.