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PRIMERAS COMUNIONES 2024

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ENCUENTRO DE PARROQUIAS EN MOCLÍN

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GRUPO DE ORACIÓN REINA DE LA PAZ Y PADRE PÍO DE ÍLLORA (GRANADA)

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NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

sábado, 20 de noviembre de 2010

FIESTA DE CRISTO REY.

¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.

Señor, acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino.

Hermanos, en esas dos expresiones de quiénes están crucificados junto a Jesús, podemos decir que se resume, nuestra propia actitud, ante los momentos que en la vida tenemos que afrontar.

Hay circunstancias que no comprendemos, que nos cuesta aceptar, y que preferimos echarle la culpa a Dios, antes que asumir nuestra propia responsabilidad. Y le pedimos explicaciones, y le echamos en cara el tiempo que llevamos creyendo en Él, y todo lo que hacemos en nuestra vida para que los demás lo conozcan.

Y Dios calla.

Hay personas que en medio de las circunstancias más duras, más que pedir explicaciones, más que reprochar, oran, suplican, que el Señor no les abandone, que les de fuerza para poder seguir adelante.

Y Dios calla. Él comprende ambas situaciones, y nos muestra una profunda y bella lección: Él es nuestro Rey, pero un Rey crucificado, un Rey humillado en una cruz.

Si nuestro Rey, estuviera lleno de lujo y poder, estando nosotros faltos de muchas cosas, podríamos pensar, que realmente no nos representa, ni podemos creer en Él, porque vive en un mundo aparte, sin tener contacto con la realidad, ni con nuestros problemas.

Pero es que Jesús, fue el primero, en mostrarnos, que sabía tanto lo que sufríamos en esta vida, el dolor, la enfermedad, la oscuridad que a veces nos cubre, que íba a sufrir como nosotros, o más que nosotros, para mostrarnos, cuánto nos ama, cuánto sufre por nosotros, y cómo en Él, encontraremos fuerza y esperanza, para nuestro día a día, y la vida que no se agota, al final de nuestro camino.

Realmente, el Señor, no es que tenga que acordarse de nosotros, por nuestras súplicas, sino que siempre estamos en su mente, en su corazón, y en el amor que deposita en nuestra vida, para que no desfallezcamos.

Cuánto más nos apartamos de Él, más nos ahogan los problemas. Cuánto más nos acercamos, más ahogamos nosotros a los problemas, en la luz de su confianza.

Y a lo largo de la historia de la Iglesia, y ya van muchos siglos, esta verdad, ha sido la luz que ha guiado a muchos cristianos como nosotros, y que guía hoy a cristianos como nosotros. Porque creer sigue siendo aún un riesgo, en un mundo como el nuestro.

Las noticias que nos llegan esta semana de Pakistán, son alarmantes. Una madre de cinco hijos, cristiana, con 45 años, ha sido condenada a la horca, por ser cristiana, por defender su fe y no querer convertirse al Islám. Y nos llegan noticias de crímenes en oriente contra familias cristianas, en la misma tierra de Jerusalén, los cristianos son arrinconados, perseguidos, se les niega el trabajo, las ayudas, la relación con los demás, se les tacha de impuros, de todo lo más malo que puede haber.

Y ellos, valientes, están dispuestos a perder su vida, su familia, sus posesiones, antes que renunciar a Jesús.

¡Qué ejemplo para todos nosotros! Ahora que vemos que aquí en nuestro país, la religión siempre está puesta en cuestión, y que nos llama la atención todo lo que está sucediendo, tengamos en cuenta cuál es la vida de hermanos nuestros en otros lugares del mundo.

Para ellos, la oración, la Eucaristía, es la fuente de toda su fuerza, de todo su coraje, de toda su confianza en el Señor, y eso que muchas veces, la Eucaristía la celebran después de mucho tiempo, por falta de sacerdotes, y en cambio, nosotros, que podemos participar de ella cada día, nos cuesta hacerlo una vez a la semana.

Hermanos, tenemos que aprender a orar, a confiar más en el Señor, a dejarnos guiar por Él, y a ser valientes, a no derrumbarnos ante los problemas, sino que ante los momentos duros, grabar en nuestro corazón, las palabras de aquél ladrón arrepentido: ¡Acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino!.

Porque Jesús es nuestro Rey, Él es nuestro Señor, y si confiamos en Él, jamás seremos confundidos, jamás seremos defraudados.

Por eso, que cada día, en nuestra oración, tengamos presente, que por la unión de todos, y por la confianza en el Señor, el Reino de Dios, sigue siendo hoy posible.

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