Ya ha pasado la Navidad. Con la celebración del Bautismo del Señor, volvemos al Tiempo Ordinario, en el que escucharemos a Jesús, lleno del Espíritu de Dios, llamándonos a la conversión, llamándonos a la felicidad más plena, descubriendo la presencia del Padre en nuestro corazón.
Pero a los cuarenta días de su nacimiento, le Ley exigía, que el primogénito fuera presentado al Señor, por eso, dentro de muy poco, volveremos a ver a unos padres emocionados, que acercándose al Templo de Jerusalén, ofrecen al Padre, a quién han recibido de Él. Allí, el anciano Simeón, tomando al Niño en brazos, entonará un canto a Dios, que todas las noches rezamos en la oración de Completas, pero que yo os invito a orar con este cántico, en cualquier momento de nuestra vida, al comienzo de este nuevo año:
Pero a los cuarenta días de su nacimiento, le Ley exigía, que el primogénito fuera presentado al Señor, por eso, dentro de muy poco, volveremos a ver a unos padres emocionados, que acercándose al Templo de Jerusalén, ofrecen al Padre, a quién han recibido de Él. Allí, el anciano Simeón, tomando al Niño en brazos, entonará un canto a Dios, que todas las noches rezamos en la oración de Completas, pero que yo os invito a orar con este cántico, en cualquier momento de nuestra vida, al comienzo de este nuevo año:
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
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