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TESTIMONIO DE MARINO RESTREPO

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GRUPO DE ORACIÓN "REINA DE LA PAZ Y PADRE PÍO"

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CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

sábado, 10 de septiembre de 2011

NOVENA A SAN ROGELIO, MÁRTIR


Aunque desde los años 80, el sacerdote de entonces fué el que fué suprimiendo algunas de las devociones populares de nuestro pueblo, quedando muchas de ellas convertidas en Triduos, hasta entonces los normal era celebrar por ejemplo: Novena a San José, o los siete domingos a San José; Novena a Nuestro Padre Jesús Nazareno, Septenario a la Virgen de los Dolores, Mes de Mayo, Novena al Sagrado Corazón de Jesús, Novena a la Virgen del Carmen, y la Novena a San Rogelio, en el mes de Noviembre, el mes de las ánimas, en Diciembre, la Novena a la Inmaculada.

Por eso, ahora que se acerca la festividad de nuestro Patrón, San Rogelio, os dejamos la novena dedicada a Él, para obtener del Señor el favor que necesitamos, por medio de la intercesión de San Rogelio, mártir.

NOVENA A SAN ROGELIO

Por la señal de la Santa Cruz...

ACTO DE CONTRICCIÓN: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío; postrado en vuestra presencia, confieso que he pecado contra Vos, detesto mis culpas, doliéndome de todo corazón al haberlas cometido, por ser ofensas a Vos, y propongo firmemente con el auxilio de vuestra divina gracia, no volver a cometerlas. Espero que vuestra misericordia infinita me perdonará, y por medio del glorioso San Rogelio, os ofrezco en sacrificio mi corazón humillado, con el conocimiento de mis miserias y contrito con el dolor de haberos agraviado, y espero de vuestra divina bondad, poderosos auxilios, para resistir a las insinuaciones del mal en esta vida, y después veros y gozaros eternamente en la gloria. Amén.

Oración inicial para todos los días:

Sagrado Mártir de Cristo, Ilustre Héroe de su milicia sagrada, hombre de toda virtud, baluarte inexpugnable de la fe, que expusisteis vuestra vida al rigor de los martirios más severos, tolerando intensísimos tormentos y derramando tu sangre preciosa, hasta dar la vida a los filos del cuchillo, por amor a Cristo. Haced glorioso protector nuestro, que imitando tus virtudes, practiquemos nosotros la misma constancia en nuestra vida cristiana, para que ayudados por vuestra poderosa intercesión, alcancemos del Señor a través de vuestros méritos, todo aquello que necesitamos, siempre que sirva para honrar aún más con nuestra vida al Señor y sea bien para nuestra alma, para que alabándole en esta vida, le gocemos en el cielo. Amén.

Meditación para el día primero.

Señor mío Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”, humildemente os rogamos que dicha bienaventuranza se haga realidad en nuestra vida, como lo fue en la vida de vuestro siervo San Rogelio, el cual, eligiendo voluntariamente la vida en pobreza, por amor vuestro, os ofreció hasta la propia vida.

Os ofrecemos los méritos de este esforzado Mártir, para que por ellos, no sólo me concedáis la verdadera pobreza en el espíritu, sino también la posesión del Reino celestial, juntamente con la necesidad que os suplicamos vuestra ayuda en esta novena, si es de vuestro agrado. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.

Se ruega al Señor por aquello que necesitamos.

Oración final para todos los días:

Soberano, Eterno y Poderoso Dios, que sois uno en esencia y trino en persona y que ostentáis vuestra omnipotencia en ser creador y conservador de todo lo visible e invisible. Para consuelo de nuestras aflicciones, socorro de nuestras necesidades y remedio de nuestros males, dispuso vuestra providencia divina, el darnos por Patrón y Abogado al glorioso San Rogelio.

Te pedimos por su intercesión, que nos concedas el perdón de nuestros pecados y la gracia que esperamos conseguir en esta novena. Para que sus méritos sean la medicina en nuestras enfermedades y el seguro asilo en nuestras miserias. Concédenos la fertilidad de nuestros campos. Asiste siempre a nuestros gobernantes, para que sus disposiciones sean las más acertadas y útiles para la gloria de Dios y bien de los hombres y mujeres.

Dirige al Papa Benedicto y todos los que tienen responsabilidad al frente de la Iglesia. Y guía a todas las almas del universo, para que a todas alcance tu amor inagotable y para que todas alaben vuestro santísimo nombre y cumplan tu voluntad en la tierra así como después en la gloria. Amén.

Meditación para el día segundo

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados los mansos y humildes de corazón, porque poseerán la tierra”, os rogamos nos concedáis esta bienaventuranza, como se la concedisteis a vuestro siervo San Rogelio. Quién como cordero afable entre sangrientos lobos, fue llevado a la muerte, sin que al golpe de insolentes castigos, abriese su boca, poseyendo ya desde aquél momento en paz, la tierra de su corazón y consiguiendo la prometida de la patria celestial.

Os ofrecemos los méritos de vuestro humilde siervo suplicándoos que alcancemos la humilde mansedumbre que hace bienaventurados, y

la tierra prometida a los que lo son, así como aquello que necesitamos y que os suplicamos en esta novena, si es conforme a vuestra divina voluntad. Amén.

Meditación para el día tercero

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados todos los que ahora lloran, porque serán consolados”, os rogamos humildemente que nos concedáis esta bienaventuranza como se la concedisteis a vuestro afligido Mártir, San Rogelio, que sembrando, dulcemente compasivo, tiernas lágrimas de compasión, cogió abundante cosecha de júbilo y fue consolado en la gloria.

Os ofrecemos los merecimientos de este compungido siervo vuestro, y os suplicamos nos concedáis verdaderas lágrimas de contricción de nuestras culpas, el consuelo de vuestro perdón y lo que os pedimos en esta novena, si conduce a nuestra salvación. Amén.

Meditación para el día cuarto

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán satisfechos”, humildemente os rogamos nos concedáis esta bienaventuranza, como se la concedisteis a vuestro justificado Mártir. Quién por su hambre y sed de recta justicia, batalló contra la injusticia, hasta dar su vida, logrando el precio de la gloria.

Os ofrecemos los merecimientos de San Rogelio, y os suplicamos nos concedáis la justificación de nuestros procederes, para que logremos la saciedad perdurable y lo que necesitamos en esta novena, si es compatible con vuestra divina justicia. Amén.

Meditación para el día quinto

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia”, humildemente os rogamos, nos concedáis esta bienaventuranza, como se la concedisteis a vuestros misericordioso Mártir, en quién resplandeció tanto la preocupación y atención por el prójimo, que la ha conservado aún más allá de la muerte, pues continuamente ruega por nosotros.

Os ofrecemos los merecimientos de este piadoso imitador vuestro, y os suplicamos que también nosotros os imitemos, en vuestra misericordia para con todos los seres humanos, y alcancemos también vuestra misericordia para con nosotros, así como lo que os pedimos en esta novena, si no se opone a vuestra honra y gloria. Amén.

Meditación para el día sexto

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios”, humildemente os rogamos nos concedáis esta bienaventuranza, como se la concedisteis a vuestro Mártir, San Rogelio. Quién por conservar la pureza de su corazón y lograr el galardón de veros, sufrió tantas muertes como tormentos y suplicios padeció, conservándose puro y limpio entre los errores, la superstición y la falta de coherencia en la propia fe de tantos cristianos de su tiempo.

Os ofrecemos los merecimientos de este castísimo amigo vuestro, y os suplicamos nos concedáis verdadera candidez de corazón, para que logremos veros en la otra vida, y en esta, lo que os pedimos en esta novena, si es para vuestro honor y vuestra gloria. Amén.

Meditación para el día séptimo

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados <>”, humildemente os rogamos, nos concedáis esta bienaventuranza, como se la concedisteis a este sufrido Mártir.

Quién se mostró con tanta paz en las persecuciones y cruel martirio que padeció, que fue la admiración de sus propios verdugos.

Os ofrecemos los merecimientos de este pacífico Santo, y os suplicamos que nos deis verdadera paz con Vos, Señor, y con nuestros prójimos, de modo que merezcamos ser “hijos vuestros” y al mismo tiempo, escuchéis nuestra oración que os suplica por lo que tanto nos preocupa y que os rogamos en esta novena, si es de vuestro agrado. Amén.

Meditación para el día octavo.

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos”, humildemente os rogamos, nos concedáis esta bienaventuranza, como se la concedisteis a vuestro perseguido Mártir, San Rogelio, que por defender la verdadera justicia, lo persiguieron infames tiranos hasta su muerte, con la que triunfando, ganó el Reino de los Cielos.

Os ofrecemos los méritos de este Ilustre Perseguido, para que no desmerezcamos el mismo Reino ni la gracia que os pedimos en esta novena, siendo para vuestro mayor gloria y bien de nuestra alma. Amén.

Meditación para el día noveno.

Señor mío, Jesucristo, que declarasteis: “Bienaventurados a los que por mi causa son malditos de los hombres, son perseguidos, o hablen mal de

ellos, porque obtendrán su premio en el Reino de los cielos”, humildemente os rogamos que nos concedáis esta bienaventuranza, como se la concedisteis a vuestro glorioso Mártir, San Rogelio. Quién lleno de una gran caridad, rezando por sus perseguidores, consiguió la copiosa paga que goza en los cielos.

Os ofrecemos los merecimientos de este héroe singular, y os suplicamos nos concedáis que con encendida caridad nos preocupemos de los que nos persiguen, perdonándolos de corazón, para que así alcancemos la misma retribución en el cielo, que logró San Rogelio, y aquí en la tierra, la gracia que pedimos en esta novena, si es para gloria vuestra y bien de nuestra alma. Amén.

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