Como todos los años, en el mes de Junio, la Parroquia de Íllora, centra su mirada, en el amor infinito del Corazón de Jesús, que derrama sobre cada uno de nosotros. Cada tarde, antes de la Eucaristía, se reza el mes del Sagrado Corazón, y en cada Eucaristía, se tiene presente, una devoción muy arraigada en nuestro pueblo.
Oh
Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis;
buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque
todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien
llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas
suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me
infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas
un favor:
(Se ora en silencio
pidiendo el favor)
¿A quién he de
pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable
de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar
sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las
riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde
he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado,
a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del
cual vamos a Dios?
A Ti acudimos, oh Corazón
de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos
y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por
el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia,
la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar
una fuerza superior a las fuerzas humanas.
Creo firmemente que puedes
concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene
límites y confío en que tu Corazón compasivo
encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en
mis angustias, un motivo más para oír mi petición.
Quiero que mi corazón
esté lleno de la confianza con que oró el centurión
romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron
las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los
paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían
que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos
para oír y remediar sus males.
Sin embargo... dejo en tus
manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas
mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido,
sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi
alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación,
mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con
más espíritu de fe.
Cualquiera que sea tu decisión,
nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.
Acepta este acto mío
de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete
tu Corazón misericordioso. Amén.
Padre Nuestro, Ave María,
Gloria al Padre.
Sacratísimo Corazón
de Jesús, en Vos confío. (3 veces).
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