Y EL AMOR SE VOLVIÓ ORACIÓN, Y LA ORACIÓN CAMBIÓ LOS CORAZONES...

Eran las cinco de la tarde, cuando la luz de su mirada, inundó de paz a todo un pueblo, que ante su presencia se conmovió, y exultaba de alegría, porque nuevamente Dios había establecido su tienda entre nosotros, y en María, nos abría las puertas para alcanzar su amor, y saber qué pasos debemos dar, para poder experimentar, la felicidad sencilla y sin fin, que sólo pueden gustar, quiénes caminan por la sencillez y el abandono, en las manos de un Dios, que lo es para nosotros todo, y que se desborda siempre en cada hijo e hija, mimándonos como solo un Padre lo puede hacer.

Un 9 de Abril de 1906, la Virgen no sólo quiso sanar a Rosario Granados en Chauchina, sino que nos mostró, que en esta Santa Mujer, podemos aprender, a valorar el inmenso raudal de gracia que es la oración, a vivir desde el amor y el perdón, experimentando en nuestras vidas la misericordia de Dios, y el no buscar ningún protagonismo, que no fuera, el hacer la voluntad del Señor.

Y como aquel 9 de Abril, cientos de personas, se dirigen junto a la Virgen, hasta el cementerio, esperando el nuevo milagro de la Señora, que les transforme las vidas, y que les permita reconocer a Dios en su camino.

Una procesión sencilla, por la fe de todos los asistentes, pero tan grande, como el amor de Dios, como el amor de la Madre, por todos nosotros.

Un año más, hemos sido testigos, de que Dios camina entre su pueblo, a hombros de unos costaleros y costaleras, que más que llevarle a Él en Ella, son Ellos, los que nos llevan a nosotros a todas horas.

¡¡¡Viva la Virgen del Espino!!!
¡¡¡Viva la Madre de Dios!!!