La Virgen espera tendida en su lecho
Con gran Amor la reciba su Hijo
Los apóstoles no pueden ocultar su desolación.
Y a los pies de la cama imploran su bendición.
La Madre los calma y les dice con gran emoción.
Amados hijos, ¿crees que os voy a olvidar?
¿Os ha olvidado vuestro Señor... y mío?
¿No estaré más cerca, para vuestra intercesión?
Intercederé por todos, con todo el amor de mi Corazón.
proclamar que mi hijo, es El Rey y Señor, y no hay otro.
Con detalle os lo enseñó, con su Vida, con su
Haced lo que Él os diga, escucharlo, y obedecer.
Evangelizar todos los pueblos, para salvar a mis hijos.
El Espíritu Santo os guíe, como lo hizo con migo.
Me anonade del Portento, y la Grandeza.
De la sublime, transcendencia. Qué el Padre, nos envió
Quedando mi Alma con una gracia singular...
No habiendo otra igual, en toda la humanidad.
Al Ensalzarme, a tanta Gracia y Dignidad.
Bendito sea, mi Padre y my Señor, alabado por toda la Eternidad.
Subo entre Querubines, a la Casa de Dios, mi Hijo sale al encuentro...
Con toda su Majestad, al encuentro, de su Madre, y la Esclava del Señor.
La Bienaventurada... ¡Inmaculada Concepción!.
Autora: Mercedes Ramos
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Virgen pura, hoy quiere Dios
Que subáis del suelo al Cielo,
Pues cuando quisisteis vos,
Él bajó del Cielo al suelo.
Si en la tierra daros quiso
Dios del bien que allá tenía,
¿Qué os dará en el paraíso,
Donde todo es alegría?
El amor vuestro y de Dios
Hoy se encuentran en el vuelo,
Pues por Él a Dios váis vos,
Y Él a vos vino del Cielo.
El Padre os da la corona,
El Hijo su diestra mano,
Y la Tercera Persona
Os da su amor soberano.
AIcanzáis, Virgen, de Dios
Premios, honras y consuelo,
Y por Él sois Cielo vos,
Y Él por vos hombre en el suelo.
Juan López de Ubeda
¿A dónde va, cuando se va, la llama?
¿A dónde va, cuando se va, la rosa?
¿Qué regazo, qué esfera deleitosa,
qué amor del Padre la alza y la reclama?
Esta vez como aquélla, aunque distinto;
el Hijo ascendió al Padre en pura flecha.
Hoy va la Madre al Hijo, va derecha,
al Uno y Trino, al trono en su recinto.
Por eso el aire, el cielo, rasga, horada,
profundiza en columna que no cesa,
se nos va, se nos pierde, pincelada
de espuma azul en el azul sorpresa.
No se nos pierde, no; se va y se queda.
Coronada de cielos, tierra añora
y baja en descensión de Mediadora,
rampa de amor, dulcísima vereda.
Gerardo Diego
(1896-1987)
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