4 de Junio, mi cumpleaños. y quién me hubiera dicho meses antes, que lo íba a celebrar de esta forma.
Hay una canción que se titula, "Me has seducido Señor", que parte de la misma te dice, que es imposible conocerle y no amarle, amarle y no seguirle...ufff y qué gran verdad.
Os comenté todas las impresiones, todas las vivencias de aquel 8 de Mayo en Alicun, en aquel Concierto-Adoración con el P. Eliseo...de allí volví, con la seguridad, de que asistiría al próximo encuentro que organizara el P. Eliseo, porque de lo que había comenzado a alimentarme, no quería quedarme a medias.
Así, que cuando Mari y Javier de Murcia, me enviaron el cartel del encuentro, y ví la fecha...madre mía, qué alegría me entró, y a la vez, ¿cómo lo íba a hacer?. Día de mi cumpleaños, una boda que espera que yo esté en la Iglesia para ayudar en la celebración, y al día siguiente, la celebración de Santa Rita en Ventas de Algarra, y esperan que esté. Además suponía irme a Madrid, solo, que sería la primera vez, a un lugar que no sé dónde está, y sin saber lo que me voy a encontrar.
Fueron pasando los días, y a medida que se acercaba la fecha, se íba complicando todo...hasta mis amigos de Murcia, me dicen que no van a poder asistir. El viernes en la cena solidaria con el P. Patricio, todavía estaba dándole vueltas a ir o no ir, a pesar de que ya tenía el billete pagado. Pero llegó un instante, en que me dije...ahora o nunca, y liándome la manta a la cabeza, como en otras muchas ocasiones, aunque me acosté bien tarde, para dejarme muchas cosas preparadas para la Iglesia, madrugué, me fuí para Granada para salir a la hora prevista, en esa aventura divina, que fué todo ese día completo.
Llegó a Madrid el autobús con un poco de retraso...me encaminé hacia la Basílica de Medinaceli, en taxi, para no perder el rumbo. Tomé algo frente a ella, y para las tres, estaba allí en la puerta de la Cripta, viendo cómo se íban acumulando personas, entre ellas algunas, que desde el último encuentro en Villanueva, ya son buenas amigas.
Eran algo más de las tres de la tarde, cuando abrieron las puertas de la Cripta, y los que forman parte de la asociación "Apóstoles de la Misericordia" de Villalbilla, comenzaron a bajar todos los bultos y todo lo que traían preparado para el encuentro.
Al bajar a la Cripta, no puedes desentenderte del amor que expresa la imagen de Cristo crucificado en el centro de la Capilla, tiene algo muy especial, es como si se dirigiera con su mirada a tí, como si te llamara, solo contemplarlo, es ya oración. Y en un lateral de la capilla, una escultura en bronce del Padre Pío, de San Pío de Pietrelcina, con los brazos abiertos, expresando el júbilo que es para el corazón creyente, el encuentro con el Señor, y a la vez, pareciera que abraza al mundo, para llevarnos a todos hacia Cristo.
Allí estaban Katty, Margaret, Gerson, instalando altavoces y equipo para los cantos...y al ratillo, llegaron los hermanos y el Padre Eliseo, que venía de un bautismo en Villalbilla precisamente. Con ellos, Thiago, con el que ya había hablado algo por face,..así que verle me llenó de alegría.
Cuando ya estuvo todo preparado, salió el Padre con su capa pluvial, y el ambiente se llenó, no de adoración, no de oración, era un diálogo tan íntimo y a la vez tan comunitario con el Señor, que el canto de la coronilla de la misericordia, sólo fue el medio, para decirle al Señor: Gracias!!!.
Cada meditación del Padre, unido a esas voces angelicales del coro, a las que se unía toda la asamblea, hacían vibrar en tu interior una emoción irrefrenable, que te mantenía con la piel erizada todo el tiempo, y la emoción en los ojos, al sentir que Dios mismo estaba entre nosotros, para escucharnos, para bendecirnos, para sanarnos.
El silencio del diálogo personal que vino tras la coronilla, fué recogido en la oración del Santo Rosario, que nos preparó para la rezar Vísperas, y para que el Rey de Reyes, desde la Custodia, paseara entre nosotros, nos llenara de una auténtica unción del Espíritu, haciendo que muchas personas, sintieran en su interior el descanso de su paz, de su amor, de su ternura, mientras que quienes venían cargados con el peso del sufrimiento por tanto mal, como quiere separarnos de Dios, experimentaran la liberación que su Palabra es para nosotros, que su luz es en medio de nuestra oscuridad...
Hay algo además, que no pude evitar observar en este encuentro de Madrid, como en el posterior de Villanueva de las Torres, y es el rostro del Padre Eliseo, antes de ser Custodia, para la Custodia del Divino Prisionero, tiene una mirada en la que resplandece el Misterio que permanece oculto a nuestros ojos, y con El que tiene una unión y complicidad, que en esos momentos, solo las miradas entre Ambos, expresan lo que las palabras no abarcarían, y cada movimiento y gesto, está lleno de su Majestad y Gloria, de su Poder y Amor, de su sencillez y humildad.
Yo, que ya me encontraba tocando el cielo, pues además tenía a mi lado a mis amigos de Murcia, peregrinos como yo a Medjugorje el año pasado, ser testigo de esa cercanía con el Señor, acercándose banco a banco a sus hijos...no sé ni qué decir...¡cómo describir esos momentos...¡no hay palabras!
El canto, la oración y alabanza, y el Señor entre nosotros, lo eran todo y tú te sentías nada, ante su Presencia que lo abarcaba todo. ¡Qué emoción, que explosión de amor, que fuerza tan grande!.
La bendición última, antes de volver a su cárcel de amor, Sagrario entre nosotros, fué respondida con los aplausos de los asistentes, pero no eran las palmas de las manos las que aplaudían, eran los corazones de todos los que elevaban su admiración y gratitud para Quién es Dueño y Señor de todos nosotros.
Pero la intensidad no bajó...después vino la bendición de alimentos como el agua, el aceite, la sal...y como culmén y centro de todo: la Eucaristía.
Hacía mucho tiempo que no vivía una Eucaristía, en la que todo el mundo participara tan activamente, tan de corazón, tan pendiente del mínimo detalle.
El Padre, con su naturalidad, no sólo nos acercó a la Palabra proclamada, sino que nos hizo darnos cuenta, del fruto que esa Palabra esperaba brotar en nuestras vidas.
Terminó la Eucaristía, y les pedí a mis amigos y a Thiago, podernos hacer una foto junto al Padre Pío, y otra con el Padre Eliseo... en esos menesteres me encontraba, cuando de pronto, escucho cómo comienzan a cantar "cumpleaños feliz", y el Padre Eliseo me mira, y me hace ademán de que me acerque a él....yo creo, que nunca habré tenido un color rojo más intenso en el rostro en mi vida, pues aunque no me veía, sentía ese calor como subía, y esa vocecilla interior que te dice...¡pero esto cómo, Dios mío tierra trágame!...los murcianos se habían puesto de acuerdo con el Padre, para felicitarme por mi cumple!...otro regalo más del cielo...aunque ¡madre mía que fatiga más grande! porque quiénes me conocéis, sabéis que yo le echo cara a todo...pero esto me dejó con las piernas temblando bastante rato.
Acto seguido, Thiago, vino y me hizo otro regalo del día, una estampa-reliquia del Padre Pío, que guardo con mucho cariño, y que le agradezco profundamente.
Y cómo las luces de la Cripta comenzarán a apagarse, amablemente diciéndonos que era hora de irnos, terminé la noche en Madrid, cenando con mis amigos de Murcia, compartiendo impresiones, y acompañándome hasta la Estación Sur de Autobuses, dónde a las 1:30 de la mañana, cogí el autobús de vuelta a Granada, después de despedirme de unos amigos, que son ya parte de mi familia.
Al parar en Muriel, después de tanto tiempo que no pasaba por allí, me fuí a la Capilla de la Virgen, para darle gracias, por tanto como me había dado en ese día, en un día tan especial para mí...pensé que mi cumpleaños pasaría sin pena ni gloria, y de lo único que estuvo todo el día lleno, fue de la gloria de Dios.
Jamás olvidaré ese día, y de verdad, siempre que haya un Encuentro de la Misericordia, os animo a participar...porque es imposible Conocerle y no Amarle, Amarle y no Seguirle...de verdad, que nos has seducido Señor!
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