En silencio se ha marchado, quién siempre ha dejado en nuestros oídos, el sonido de la fe, el sonido de la caridad, el sonido de la esperanza.
Un sacerdote, que con su propio carácter, implicaba, animaba y enganchaba a quién podía.
9 años estuvo en la Parroquia de Íllora, y con él, comenzamos de nuevo a celebrar a lo grande, la fiesta de Nuestra Madre del Carmen.
Que ahora, en el cielo, sea Ella, la que le haya recibido, dándole el más grande abrazo eterno, y de su mano, acompañado por Ella, se haya reencontrado con ese Dios, que nunca le dejó, y que siempre hizo de él, el mejor de los instrumentos...descanse en paz.
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