Celebramos
hermanos en este día, la Fiesta de la Virgen María, como Madre de Dios y como
Madre de la Iglesia, y de cada uno de los creyentes.
Celebramos que
comenzamos un nuevo año, y junto a María y José, le pedimos a ese Niño, que sea
un año de verdadera paz para todos.
Y lo hacemos
con lo más grande que tenemos los cristianos, la Eucaristía, en la que como en
un nuevo Belén, contemplamos con nuestros propios ojos, a Jesús hecho alimento
para nosotros, y llenos de su fuerza, de su amor y de su esperanza, como unos
nuevos pastores, sentimos la necesidad de comunicarlo, de darlo a conocer a los
demás, de contagiar la alegría de su Palabra, de su cercanía, de su amor por
nosotros.
Y es que
conocer a Jesús, es sentirnos invitados a ser misioneros de su mensaje
liberador, de su amor, que es distinto a cualquier otro amor experimentado en
nuestra vida.
Y ese
lanzarnos a la misión, lo hacemos desde la actitud de la Virgen, que
contemplaba y meditaba todo en su corazón.
Si hoy nos
paráramos un momento, y pensáramos en nuestra propia vida, en los recuerdos que
todos guardamos en nuestro corazón, podríamos escribir la historia de la propia
salvación, descubriendo lo que el Señor ha hecho y hace en favor nuestro.
Porque en
Jesús, todos somos hermanos, hijos del mismo Padre, y colaboradores de su reino
de justicia y de paz.
Cada uno de
nosotros somos testimonios y constructores de paz.
Para ello,
debemos de llevar en el corazón esa paz que
representa Dios, y comunicarla a los demás. Como nos ha dicho el
apóstol, una paz que hemos de acoger como el mejor don del Espíritu.
Ya los
sacerdotes del Antíguo Testamento, bendecían a los fieles de parte de Dios
deseándoles la paz:
“El Señor te
bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El
Señor se fije en ti y te conceda la paz”.
Pues nosotros
sabemos que hemos sido bendecidos aún con más plenitud en Jesús, su venida a
nuestra vida ha sido la mejor garantía de bendición y de paz.
Por eso,
cuando felicitemos a nuestros hemos, por este año nuevo, como cristianos, los
que estamos haciendo es manifestarles que juntos, podemos hacer de este año, el
año más importante de nuestras vidas, amando de verdad y poniendo en práctica
el Evangelio de Jesús, porque sólo el amor y la unidad es capaz de
transformarlo todo.
Llenemos todo
este año de la presencia de Dios, que es la Vida, que es el Amor, que es la
Verdad, que es todo lo que nuestro mundo necesita, lo que cada uno necesitamos.
Así
transformaremos en luz, todo lo que el mundo se empeña en llenar de oscuridad.
Que el Señor
os bendiga todos, y os conceda su paz.
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