Hermanos, esta fiesta de la Epifania del Señor, es la fiesta de la
luz.
Cristo es esa estrella
que nos guía por el camino de la fe, y nos conduce por la vida al encuentro de
la verdad, de la paz, del amor, de todo lo que sólo en Dios podemos encontrar.
Esta fiesta, nos revela
a Dios, que hecho Niño, nos enseña, que de la fragilidad, de la debilidad, de
lo más sencillo de la vida, Dios hace maravillas, y lo transforma todo, lo
cambia todo, lo hace nuevo todo.
¿Quién podía imaginar
que en ese Niño, Dios mismo se hiciera presente en nuestra vida?
Por eso, en nuestra
vida diaria, no debemos dejar pasar o no darle importancia a los detalles, a
esas cosas habituales y sencillas, que a veces convertimos en rutina, pero que
si nos paramos en su contemplación, nos daríamos cuenta, que son expresión del
más bello amor de Dios, que nos habla, que se acerca a nosotros en la sencillez
de la vida.
Aquellos tres magos de
oriente, no se pusieron en camino porque vieron la estrella, no.
Aquellos magos, tenían
ansia de Dios, necesitaban llenarse de Dios, y se pusieron en camino, y al
ponerse en camino, la estrella apareció y les guió.
Nuestra vida de fe es
también así, debemos de ponernos en camino, buscando al Señor, y cuando nuestro
corazón se dispone a buscarlo, el Señor se hace presente, el Señor nos guía, el
Señor sale a nuestro encuentro, para que nuestros pasos, estén bien
encaminados.
Esa estrella que guiaba
a los Magos, nos habla a cada uno de nosotros, de que la contemplación del
cosmos, que la contemplación de la creación, de la naturaleza, es lugar de
encuentro con Dios.
La ciencia es camino
para encontrar a Dios.
Ese camino de fe, de
encuentro con el Misterio de Dios, los magos lo vivieron en compañía, salieron
cada uno de un punto distinto, pero unidos fueron al encuentro de Dios.
La fe es una respuesta
personal e intima a Dios, es Dios el que se ofrece, pero en nosotros está
responderle o no a su iniciativa.
Y cuando le respondemos
afirmativamente, cuando el Señor se convierte en el centro de nuestra vida, esa
fe la alimentamos en comunidad, crece en comunidad, es luz, cuando se une a la
fe de nuestros hermanos.
Hermanos, no podemos
vivir aisladamente, no podemos encerrarnos en nosotros mismos, venir a la
Eucaristía, venir al Templo nos fortalece, nos llena de fuerza, nos llena de
ilusión, nos llena de Dios, porque cuando uno duda, el hermano te anima, porque
cuando uno cae, el hermano te tiende la mano para levantarte.
Porque la fe, es
universal, eso mismo significa la palabra católica, la Iglesia acoge a todos
los hombres y mujeres de cualquier raza, condición o ideología, y todos
formamos una gran familia, en la que el Señor es el centro de todo.
Esos magos de Oriente,
cada uno de un lugar distinto, con unas creencias distintas, representan al
mundo entero, un mundo que a los pies de Dios, le reconoce como Rey, le
reconoce como su Señor, le reconoce como su vida.
Y los Magos, al llegar
al Niño y contemplarlo, se llenaron de alegría.
Hermanos, nuestra fe la
tenemos que vivir con alegría, con gozo, porque nos sentimos amados por Dios,
le sentimos presente en nuestro corazón, en nuestra vida.
A veces, venimos al
Templo, y más que gozo, más que transmitir alegría, parece todo lo contrario,
porque no somos capaces de manifestar exteriormente, lo que debiera significar
esa alegria cristiana, a la que el Papa Francisco, tanto nos está insistiendo
que tenemos que contagiar.
La vida es un camino
lleno de momentos buenos y malos, pero si la fe es fuerte, en uno y otro
momento, la fe nos alimenta, nos fortalece, nos llena de gozo interior, y eso
se manifiesta exteriormente.
Y si manifestamos la
alegría de la fe, seremos luz para nuestros hermanos, porque son nuestras
obras, y no solo nuestras palabras, las que deben iluminar las dudas, las
incertidumbres, las faltas de fe de nuestros hermanos.
Cada cristiano, debemos
ser estrella de Belén, que lleve a los demás al Señor.
Y termina el Evangelio
de hoy, diciéndonos que estos Magos que adoraron al Niño, y que se habían
comprometido con Herodes, en determinarle el lugar dónde había nacido y estaba
el Rey de los Judios, decidieron volver por otro camino.
Hermanos, si
descubrimos a Dios presente en nuestra vida, no podemos seguir a otros dioses,
no podemos adorar a Dios y a los dioses que el mundo nos propone: el poder, la
riqueza, la ambición…
Si Jesucristo es
nuestro Rey, tenemos que tomar también nosotros otro camino, como aquellos
Magos, tenemos que tomar el camino de la confianza absoluta en Dios, el camino
de la fe que se comunica, pues todo cristiano auténtico, es misionero de raíz,
y aprovecha cualquier oportunidad para contagiar fe.
Os invito a tomar
decididamente este otro camino, el camino de la fe.
Que este Niño, nos
bendiga a todos, alimente nuestra fe, nos unamos todos en esa fe, y seámos en
el mundo, verdadera luz, la luz que todas la gentes necesitan, como la luz que
hoy brota del portal al mundo entero.
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