Hoy no es un día cualquiera, ni
la Eucaristía de esta tarde, debiera de pasar por nuestra vida sin darnos
cuenta, de lo importante de la celebración en la que estamos participando.
Fijarnos
en la imagen del Sagrado Corazón que veneramos en nuestra Parroquia, es admirar
a ese Dios, que abre sus brazos de par en par, para acogernos, para ayudarnos,
para consolarnos, para darnos todo lo que Es y todo lo que tiene…ese amor, que
representado en un corazón abierto por una lanza, pero sobre todo, podríamos
decir casi con palabras exageradas, pero ciertas, reventado de amor por
nosotros, quiere transformar nuestra vida, llenándola de ilusión, de fe, de
esperanza.
Porque
Cristo en nuestra vida, es como ese Buen Pastor, que es capaz de morir por cada
uno de nosotros, de dejarlo todo, por salir a nuestro encuentro, y ofrecernos
todo lo que necesitamos, todo lo que no vamos a encontrar en otro lugar, que no
sea en Él.
La
fiesta del Sagrado corazón, siempre se celebra, el viernes siguiente a la
festividad del Corpus, porque el amor que celebramos en el Corpus, que
veneramos y que llevamos a nuestros hermanos, es el amor del Corazón de Cristo,
tan enamorado de cada uno de nosotros, que por amor vino al mundo, por amor nos
anunció un nuevo estilo de vida, por amor murió, por amor resucitó, y el amor
de Dios lo elevó al cielo, en dónde sigue amándonos sin medida y sin límite.
Y
ese amor, no tiene las mismas medidas que nosotros ponemos a todo lo que
hacemos, o a todo lo que ofrecemos.
Muchas
veces, nos parece injusto, que estemos toda la vida observando normas, viviendo
de un modo concreto, procurando seguir su Palabra, y que luego, otra persona,
que no tenga ni apenas relación con Dios, que no haya frecuentado los
sacramentos, que no haya tenido una vida de Iglesia, hasta en el último momento
de su vida, Cristo le tienda la mano, espere su conversión, y pueda gozar si
quiere del mismo destino eterno que la persona que siempre ha obrado bien.
Así
es de grande el amor de Dios. Que deja las 99 ovejas del rebaño, y siempre está
buscando a la oveja que le faltaba, dándole todas las oportunidades que tiene a
su alcance.
Pero
para comprender este amor, debemos ser sencillos de corazón, como hoy nos decía
Jesús, cuando en la última cena, daba gracias al Padre, por haber revelado el
misterio de su amor a la gente sencilla.
Porque
para Dios, lo importante no es lo superficial, el cumplir cosas por cumplir o
por quedar bien…lo importante es el corazón, lo que vivimos en nuestro
interior.
Quién
ha descubierto la felicidad de vivir desde Dios y para Dios, no puede valorar
nada más importante que esto, y es feliz ya en cierta manera en este mundo,
sabiéndose en las manos de Dios.
Pero
hay tantas personas que no han experimentado la cercanía de Dios en sus vidas,
que no lo conocen, o que incluso lo rechazan.
El
Señor sale siempre a nuestro encuentro, cada día, a cada momento, en cada
circunstancia.
Nosotros
clasificamos a las personas por lo que tienen, por lo que aparentan ser, por lo
que poseen, o por sus comportamientos ante la sociedad….
Dios
no actúa así.
Él
solo ve a un hijo o una hija, a quién ama, y a quién está dispuesto a todo por
su felicidad. Y no tiene en cuenta que sea de esta o de aquella manera, que
camine con este o aquel pié, que sea como sea…lo único que le importa, es
mostrarle cuánto le ama.
Si
nosotros imitáramos este amor divino, si nosotros nos pusiéramos las gafas del
corazón de Dios, y así viéramos a todos y todas las personas que nos rodean,
qué distinto sería todo.
Si
Dios actúa así con nosotros….¿cómo es posible que nosotros no hayamos aprendido
a amar a nuestros hermanos con ese mismo amor?.
Que hoy ante
el Corazón de Jesús, cada uno y cada una, intente cambiar, todo lo que le
separa del auténtico amor de Dios, de ese amor que hoy nos muestra el Corazón
de Cristo.
Bendición de las medallas de la Hermandad del Sdo. Corazón de Jesús.
Entrega a nuestro Párroco, del importe de todos los recibos de los Hermanos que componen esta Hermandad, para que se destine a colaborar en la restauración de nuestra Iglesia, que comenzó con la Torre.
Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
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