HORARIOS DE LAS MISAS EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

HORARIOS DE LAS MISAS EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024
A CARGO DE D. SEBASTIÁN CRESPO TORRALBA

NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

sábado, 20 de agosto de 2011

CUATRO VIENTOS: HORNO DE FE, TORMENTA EN EL AMBIENTE, PERO ARRAIGADOS EN CRISTO, SIN MIEDO A LA LLUVIA.


Negros nubarrones cubrían un lugar, que pocas horas antes, había sido un verdadero horno, al que no temieron dos millones de jóvenes, que ansiosos por ver y escuchar al Papa, soportaron calor asfixiante, en tal medida, que era fácil desmayarse. Y con la lectura del Santo Evangelio en la Vigilia de Oración, el cielo comenzó a tronar, a llenarse de rayos, y un viento quería arrasar con todo, envuelto en una fuerte lluvia. Pero los corazones de estos jóvenes, eran aún más fuertes: NADIE SE MOVIÓ DE SU SITIO, NI EL SANTO PADRE, que vió en la lluvia, una bendición de Dios, para todos los asistentes.

Cuatro Vientos

Vigilia

Queridos amigos:

Os saludo a todos, pero en particular a los jóvenes que me han formulado sus preguntas, y les agradezco la sinceridad con que han planteado sus inquietudes, que expresan en cierto modo el anhelo de todos vosotros por alcanzar algo grande en la vida, algo que os dé plenitud y felicidad.

Pero, ¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual? En el evangelio que hemos escuchado, Jesús nos da una respuesta a esta importante cuestión: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9).

Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios.

Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios.

Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona.

Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.

Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como

salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. Él, que tomó sobre sí nuestras aflicciones, conoce bien el misterio del dolor humano y muestra su presencia amorosa en todos los que sufren. Estos, a su vez, unidos a la pasión de Cristo, participan muy de cerca en su obra de redención. Además, nuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo de Dios.

Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad.

El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra.

En esta vigilia de oración, os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con

valentía y generosidad el camino que él nos proponga.

A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor

matrimonial.

A otros, en cambio, Cristo los llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o en la vida consagrada. Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice también a ti: «¡Sígueme!» (cf. Mc 2,14).

Queridos jóvenes, para descubrir y seguir fielmente la forma de vida a la que el Señor os llame a cada uno, es indispensable permanecer en su amor como amigos. Y, ¿cómo se mantiene la amistad si no es con el trato frecuente, la

conversación, el estar juntos y el compartir ilusiones o pesares? Santa Teresa de Jesús decía que la oración es «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (cf. Libro de la vida, 8).

Os invito, pues, a permanecer ahora en la adoración a Cristo, realmente presente en la Eucaristía. A dialogar con Él, a poner ante Él vuestras preguntas y a escucharlo. Queridos amigos, yo rezo por vosotros con toda el alma.

Os suplico que recéis también por mí. Pidámosle al Señor en esta noche que, atraídos por la belleza de su amor, vivamos siempre fielmente

como discípulos suyos. Amén.

Saludo en francés

Chers jeunes francophones, soyez fiers d’avoir reçu le don de la foi, c’est elle qui illuminera votre vie à chaque instant.

Appuyez-vous sur la foi de vos proches, sur la foi de l’Église ! Par la foi, nous sommes fondés dans le Christ. Retrouvez-vous

avec d’autres pour l’approfondir, fréquentez l’Eucharistie, mystère de la foi par excellence. Le Christ seul peut répondre aux aspirations que vous portez en vous. Laissez-vous saisir par Dieu pour que votre présence dans l’Église lui donne un élan nouveau!

[Traducción española: Queridos jóvenes de lengua francesa, estad orgullosos por haber recibido el don de la fe, que iluminará vuestra vida en todo momento. Apoyaos en la fe de aquellos que están cerca de vosotros, en la fe de la Iglesia. Gracias a la fe estamos cimentados en Cristo. Encontraros con otros para profundizar en ella, participad en la Eucaristía, misterio de la

fe por excelencia. Solamente Cristo puede responder a vuestras aspiraciones. Dejaros conquistar por Dios para que vuestra

presencia dé a la Iglesia un impulso nuevo.]

Saludo en inglés

Dear young people, in these moments of silence before the Blessed Sacrament, let us raise our minds and hearts to Jesus Christ, the Lord of our lives and of the future. May he pour out his Spirit upon us and upon the whole Church, that we

may be a beacon of freedom, reconciliation and peace for the whole world.

[Traducción española: Queridos jóvenes, en estos momentos de silencio delante del Santísimo Sacramento, elevemos

nuestras mentes y corazones a Jesucristo, el Señor de nuestras vidas y del futuro. Que Él derrame su Espíritu sobre nosotros y

sobre toda la Iglesia, para que seamos promotores de libertad, reconciliación y paz en todo el mundo.]

Saludo en alemán

Liebe junge Christen deutscher Sprache! Tief in unserem Herzen sehnen wir uns nach dem Großen und Schönen im Leben. Laßt eure Wünsche und Sehnsüchte nicht ins Leere laufen, sondern macht sie fest in Jesus Christus. Er selber ist der Grund, der trägt, und der sichere Bezugspunkt für ein erfülltes Leben.

[Traducción española: Queridos jóvenes de lengua alemana. En el fondo, lo que nuestro corazón desea es lo bueno y bello de la vida. No permitáis que vuestros deseos y anhelos caigan en el vacío, antes bien haced que cobren fuerza en Cristo. Él es el cimiento firme, el punto de referencia seguro para una vida plena.]

Saludo en italiano

Mi rivolgo ora ai giovani di lingua italiana. Cari amici, questa Veglia rimarrà come un’esperienza indimenticabile della vostra vita. Custodite la fiamma che Dio ha acceso nei vostri cuori in questa notte: fate in modo che non si spenga,

alimentatela ogni giorno, condividetela con i vostri coetanei che vivono nel buio e cercano una luce per il loro cammino. Grazie!

Arrivederci a domani mattina!

[Traducción española: Me dirijo ahora a los jóvenes de lengua italiana. Queridos amigos, esta Vigilia quedará como una experiencia inolvidable en vuestra vida. Conservad la llama que Dios ha encendido en vuestros corazones en esta noche: procurad que no se apague, alimentadla cada día, compartidla con vuestros coetáneos que viven en la oscuridad y buscan una luz para su camino. Gracias. Adiós. Hasta mañana.]

Saludo en portugués

Meus queridos amigos, convido cada um e cada uma de vós a estabelecer um diálogo pessoal com Cristo, expondo-Lhe as próprias dúvidas e sobretudo escutando-O. O Senhor está aqui e chama-te! Jovens amigos, vale a pena ouvir dentro de nós a Palavra de Jesus e caminhar seguindo os seus passos. Pedi ao Senhor que vos ajude a descobrir a vossa vocação na vida e

na Igreja, e a perseverar nela com alegria e fidelidade, sabendo que Ele nunca vos abandona nem atraiçoa! Ele está connosco até ao fim do mundo.

[Traducción española: Mis queridos amigos, os invito a todos a establecer un diálogo personal con Cristo, exponiéndole las propias dudas y sobre todo escuchándolo. El Señor está aquí y os llama. Jóvenes amigos, vale la pena escuchar en nuestro interior la Palabra de Jesús y caminar siguiendo sus pasos. Pedid al Señor que os ayude a descubrir vuestra vocación en la vida

y en la Iglesia, y a perseverar en ella con alegría y fidelidad, sabiendo que Él nunca os abandonará ni os traicionará. Él está con

nosotros hasta el fin del mundo.]

Saludo en polaco

Drodzy młodzi przyjaciele z Polski! To nasze modlitewne czuwanie przenika obecność Chrystusa. Pewni Jego miłości zblżcie się do Niego płomieniem waszej wiary. On was napełni Swoim życiem. Budujcie wasze życie na Chrystusie i Jego Ewangelii. Z serca wam błogosławię.

[Traducción española: Queridos amigos procedentes de Polonia. Esta vigilia de oración está colmada de la presencia de Cristo. Seguros de su amor, acercaos a Él con la llama de vuestra fe. Él os colmará de su vida. Edificad vuestra vida sobre Cristo y su Evangelio. Os bendigo de corazón.]


VISITA DEL PAPA BENEDICTO A LA FUNDACIÓN SAN JOSÉ, PALABRAS A LOS QUE VIVEN EN MEDIO DE GRANDES SUFRIMIENTOS.


Fundación Instituto San José

Visita

Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,

Queridos hermanos en el Episcopado,

Queridos sacerdotes y religiosos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios,

Distinguidas Autoridades,

Queridos jóvenes, familiares y voluntarios aquí presentes

Gracias de corazón por el amable saludo y la cordial acogida que me habéis dispensado.

Esta noche, antes de la vigilia de oración con los jóvenes de todo el mundo que han venido a Madrid para participar en esta Jornada Mundial de la Juventud, tenemos ocasión de pasar algunos momentos juntos y así poder manifestaros la cercanía y el aprecio del Papa por cada uno de vosotros, por vuestras familias y por todas las personas que os acompañan

y cuidan en esta Fundación del Instituto San José.

La juventud, lo hemos recordado otras veces, es la edad en la que la vida se desvela a la persona con toda la riqueza y plenitud de sus potencialidades, impulsando la búsqueda de metas más altas que den sentido a la misma. Por eso, cuando el dolor aparece en el horizonte de una vida joven, quedamos desconcertados y quizá nos preguntemos: ¿Puede seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento? A este respecto, en mi encíclica sobre la esperanza cristiana, decía: “La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre (…).

Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (Spe salvi, 38). Estas palabras reflejan una larga tradición de humanidad que brota del ofrecimiento que Cristo hace de sí mismo en la Cruz por nosotros y por nuestra redención. Jesús y, siguiendo sus huellas, su Madre Dolorosa y los santos son los testigos que nos enseñan a vivir el drama del sufrimiento para nuestro bien y la salvación del mundo.

Estos testigos nos hablan, ante todo, de la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre. Y no solo: desde que el Hijo de Dios quiso abrazar libremente el dolor y la muerte, la imagen de Dios se nos ofrece también en el rostro de quien padece.

Esta especial predilección del Señor por el que sufre nos lleva a mirar al otro con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita. Pero esto únicamente es posible realizarlo como fruto de un encuentro personal con Cristo. De ello sois muy conscientes vosotros, religiosos, familiares, profesionales de la salud y voluntarios que vivís y trabajáis cotidianamente con estos jóvenes. Vuestra vida y dedicación proclaman la grandeza a la que está llamado el hombre: compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo. Y en vuestra hermosa labor resuenan también las palabras evangélicas: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40).

Por otro lado, vosotros sois también testigos del bien inmenso que constituye la vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad entera. De manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación. Ciertamente, la vida de estos jóvenes cambia el corazón de los hombres y, por ello, estamos agradecidos al Señor por haberlos conocido.

Queridos amigos, nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más aún, sois protagonistas de esta civilización. Y como hijos de la Iglesia ofrecéis al Señor vuestras vidas, con sus penas y sus alegrías, colaborando con Él y entrando “a formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano” (Spe salvi, 40).

Con afecto entrañable, y por intercesión de San José, de San Juan de Dios y de San Benito Menni, os encomiendo de todo corazón a Dios nuestro Señor: que Él sea vuestra fuerza y vuestro premio.

De su amor sea signo la Bendición Apostólica que os imparto a vosotros y a todos vuestros familiares y amigos.

RECOMENDACIÓN DE CÓMO SE DEBE RECIBIR LA SAGRADA COMUNIÓN

HAY QUE RECUPERAR LA COMUNIÓN DE RODILLAS Y EN LA BOCA: CARDENAL CAÑIZARES

En entrevista concedida a ACI Prensa, el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Antonio Cañizares Llovera, señaló que los católicos deben comulgar en la boca y de rodillas. Así lo indicó el cardenal español al ser consultado sobre si es recomendable que los fieles comulguen o no en la mano. El prelado advirtió que si se trivializa la comunión, se trivializa todo.

(ACI) Asimismo, al responder a la pregunta de ACI Prensa sobre la costumbre instaurada por el Papa Benedicto XVI de hacer que los fieles que reciben la Eucaristía de él lo hagan en la boca y de rodillas, el Cardenal Cañizares dijo que eso se debe “al sentido que debe tener la comunión, que es de adoración, de reconocimiento de Dios”.
“Es sencillamente saber que estamos delante de Dios mismo y que Él vino a nosotros y que nosotros no lo merecemos”, afirmó.
El prelado dijo también que comulgar de esta forma “es la señal de adoración que es necesario recuperar. Yo creo que es necesario para toda la Iglesia que la comunión se haga de rodillas”.
“De hecho –añadió– si se comulga de pie, hay que hacer genuflexión, o hacer una inclinación profunda, cosa que no se hace”.

No se puede trivializar la comunión


El Prefecto vaticano dijo además que “si trivializamos la comunión, trivializamos todo, y no podemos perder un momento tan importante como es comulgar, como es reconocer la presencia real de Cristo allí presente, del Dios que es amor de los amores como cantamos en una canción española”.
Al ser consultado por ACI Prensa sobre los abusos litúrgicos en que incurren algunos actualmente, el Cardenal dijo que es necesario “corregirlos, sobre todo mediante una buena formación: formación de los seminaristas, formación de los sacerdotes, formación de los catequistas, formación de todos los fieles cristianos”.
Esta formación, explicó, debe hacer que “se celebre bien, para que se celebre conforme a las exigencias y dignidad de la celebración, conforme a las normas de la Iglesia, que es la única manera que tenemos de celebrar auténticamente la Eucaristía”.
Finalmente el Cardenal Cañizares dijo a ACI Prensa que en esta tarea de formación para celebrar bien la liturgia y corregir los abusos, “los obispos tenemos una responsabilidad muy particular, y no podemos dejarla de cumplir, porque todo lo que hagamos en que la Eucaristía se celebre bien será hacer que en la Eucaristía se participe bien”.

HOMILIA DEL SANTO PADRE, EN LA EUCARISTÍA CELEBRADA EN LA CATEDRAL DE LA ALMUDENA DE MADRID, CON SEMINARISTAS DE TODO EL MUNDO.


Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,

Venerados hermanos en el Episcopado,

Queridos sacerdotes y religiosos,

Queridos rectores y formadores,

Queridos seminaristas,

Amigos todos

Me alegra profundamente celebrar la Santa Misa con todos vosotros, que aspiráis a ser sacerdotes de Cristo para el servicio de la Iglesia y de los hombres, y agradezco las amables palabras de saludo con que me habéis acogido.

Esta Santa Iglesia Catedral de Santa María La Real de la Almudena es hoy como un inmenso cenáculo donde el Señor celebra con deseo

ardiente su Pascua con quienes un día anheláis presidir en su nombre los misterios de la salvación. Al veros, compruebo de nuevo cómo Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia y la oferta del evangelio al mundo. Como seminaristas, estáis en camino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misión que Cristo recibió del Padre. Llamados por Él, habéis seguido su voz y atraídos por su mirada amorosa avanzáis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en Él, que por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurrección es el cumplidor fiel de su promesa. Dadle gracias por esta muestra de predilección que tiene con cada uno de vosotros.

La primera lectura que hemos escuchado nos muestra a Cristo como el nuevo y definitivo sacerdote, que hizo de su existencia una ofrenda total. La antífona del salmo se le puede aplicar perfectamente, cuando, al entrar en el mundo, dirigiéndose a su Padre, dijo: “Aquí estoy para hacer tu voluntad” (cf. Sal 39, 8-9). En todo buscaba agradarle: al hablar y al actuar, recorriendo los caminos o acogiendo a los pecadores. Su vivir fue un servicio y su desvivirse una intercesión perenne, poniéndose en nombre de todos ante el Padre como Primogénito de muchos hermanos. El autor de la carta a los Hebreos afirma que con esa entrega perfeccionó para siempre a los que estábamos llamados a compartir su filiación (cf. Heb 10,14).

La Eucaristía, de cuya institución nos habla el evangelio proclamado (cf. Lc 22,14-20), es la expresión real de esa entrega incondicional de Jesús por todos, también por los que le traicionaban. Entrega de su cuerpo y sangre para la vida de los hombres y para el perdón de sus pecados. La sangre, signo de la vida, nos fue dada por Dios como alianza, a fin de que podamos poner la fuerza de su vida, allí donde reina la muerte a causa de nuestro pecado, y así destruirlo. El cuerpo desgarrado y la sangre vertida de Cristo, es decir su libertad entregada, se han convertido por los signos eucarísticos en la nueva fuente de la libertad redimida de los hombres.

En Él tenemos la promesa de una redención definitiva y la esperanza cierta de los bienes futuros. Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino viajeros hacia una tierra de promisión, hacia Él que es nuestra meta y también nuestro principio.

Queridos amigos, os preparáis para ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres. ¿Cómo vivir estos años de preparación? Ante todo, deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio y de inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia.

Iglesia que es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados. Así lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres y pecadores sus amigos e instrumentos para la redención del género humano. La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar.

Meditad bien este misterio de la Iglesia, viviendo los años de vuestra formación con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís. Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo. Por eso, en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su Ordenación, aquellas con las que se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la cruz del Señor.

Configurarse con Cristo comporta, queridos seminaristas, identificarse cada vez más con Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y víctima. Configurarse con Él es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida. Ya sabemos que nos sobrepasa y no lograremos cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo, corremos hacia la meta esperando alcanzarla (cf. Flp 3,12-14).

Pero Cristo, Sumo Sacerdote, es también el Buen Pastor, que cuida de sus ovejas hasta dar la vida por ellas (cf. Jn 10,11). Para imitar también en esto al Señor, vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo.

Pedidle, pues, a Él, que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con vuestra ayuda, se conviertan y vuelvan al buen camino. Pedidle que os enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad. Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales.

Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia. Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia.

Alentados por vuestros formadores, abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia.

Con esa confianza, aprended de Aquel que se definió a sí mismo como manso y humilde de corazón, despojándoos para ello de todo deseo mundano, de manera que no os busquéis a vosotros mismos, sino que con vuestro comportamiento edifiquéis a vuestros hermanos, como hizo el santo patrono del clero secular español, san Juan de Ávila. Animados por su ejemplo, mirad, sobre todo, a la Virgen María, Madre de los sacerdotes. Ella sabrá forjar vuestra alma según el modelo de Cristo, su divino Hijo, y os enseñará siempre a custodiar los bienes que Él adquirió en el Calvario para la salvación del mundo. Amén.