Todos los años contamos con su presencia. Es la presencia de un corazón agradecido, que viene cargado de sueños y proyectos, ilusionado con la solidaridad de la gente de estas tierras.
Su alegría tiene el rostro de miles y miles de niños que en él tienen puesta su esperanza en el futuro.
Sus gestos y palabras, están llenos de la tranquilidad y la serenidad, de quién ha descubierto, que el tiempo sólo se le escapa, a quién no sabe aprovecharlo, porque cuando el corazón lo atrapa, se estira y es capaz de proporcionar todo lo necesario, para que ese corazón haga el bien.
Como novedad, este año, el Padre Patricio, no sólo visitó el Colegio Gran Capitán de Íllora y su Parroquia, sino que además nos acompañó en el Instituto, impresionando bastante a los jóvenes que escuchaban su testimonio y veían la proyección que les había preparado.
Por la tarde, después del almuerzo en casa de Encarni y Marino, y de su correspondiente reposo...vino a nuestra comunidad, para celebrar lo más grande que tenemos los cristianos: la Eucaristía.
Al finalizar la Eucaristía, el corazón hablaba por el Padre Patricio... era gratitud, era ilusión, era una vida entera entregada a los más necesitados de Honduras. Es imposible escucharle y permanecer indiferente... él contagia, él anima, él lo hace todo especial.
¡Gracias Padre Patricio, por hacer, que no permanezcamos indiferentes a la sonrisa de esos niños, a los que tú llenas de esperanza en el futuro!.