HORARIOS DE LAS MISAS EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

HORARIOS DE LAS MISAS EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024
A CARGO DE D. SEBASTIÁN CRESPO TORRALBA

NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

viernes, 30 de noviembre de 2012

CURSILLO PREMATRIMONIAL CELEBRADO EN NUESTRA PARROQUIA

El pasado fin de semana, finalizó el cursillo prematrimonial que siete parejas de novios de nuestro pueblo han desarrollado, durante dos semanas, y que culminó con la Eucaristía del Domingo, a las 7 de la tarde, en la fiesta de Cristo Rey, con la entrega de certificados y una sencilla convivencia.
Fueron unos momentos intensos, cada pareja de novios participó preparando lecturas, ofrendas, cantos, realmente nos quedamos todos con un sabor de boca muy bueno, viéndolos tan ilusionados.
Hay que agradecer sinceramente, la participación de matrimonios, en la preparación de las charlas, y su implicación en el cursillo, de modo, que han presentado el matrimonio cristiano, la fe en el amor conyugal, la sexualidad en la pareja cristiana, con una sencillez y una profundidad admirables.





















 Después de la Eucaristía, en el Salón Parroquial, celebraron una sencilla convivencia, que fortaleció la amistad que ya ha comenzado.
Todos agradecían la cercanía, la disponibilidad de nuestro Párroco, D. José Luis, que con su sencillez y humildad, a todos enganchó, y a los que ya lo conocían, les confirmó, la gran labor que esta realizando en nuestra Parroquia, en nuestro pueblo, desde que llegó a Él.

 
 

martes, 27 de noviembre de 2012

27 DE NOVIEMBRE: INMACULADA DE LA MEDALLA MILAGROSA

 La vidente Santa Catalina Labouré

Catalina nació el 2 de mayo de 1806 en el pueblito de Fain-lès.Moutier, en la Cote-d'Or (Francia) y era la novena hija de una familia que contaría con once. Sus padres, Pedro Labouré y Luisa Magdalena Gontard, propietarios de la granja que ellos mismos trabajaban, eran profundamente cristianos. Formaron a su numerosa familia en el temor y amor de Dios. La devoción a María era muy estimada.
Por desgracia, la señora de Labouré murió en 1815. Catalina no tenía más que nueve años. Huérfana de su madre terrenal, la niña se buscó otra madre en la SS. Virgen. En efecto, poco tiempo después, una criada de la granja, la sorprendió subida sobre la mesa con la estatua de María que había tomado de la chimenea y la estrechaba sobre sus bracitos.
A los doce años, como consecuencia de la entrada de su hermana mayor en la Compañía de las Hijas de la Caridad, su padre le confió el cuidado de la casa, en cuya tarea fue ayudada por la anciana sirvienta y por su hermana menor Antonieta, llamada familiarmente Tonina. Los testigos en el proceso de beatificación han asegurado que se desempeñó muy bien en su cometido. Tonina reveló que a partir de los catorce años, pese a los trabajos agotadores, Catalina empezó a ayudar el viernes y el sábado y a concurrir a misa entre semana, en el Hospicio de Moutiers Saint-Jean, distante tres kilómetros. Prácticamente no fue a la escuela y sólo más tarde aprenderá a leer y a escribir aún bastante imperfectamente.
Desde su primera comunión había oído el llamado de Dios y soñaba con la vida religiosa. Rechazó varias veces propuestas de matrimonio. Dudaba sin embargo, en la elección de una comunidad. Un sueño la ayudó a orientarse.
Un venerable sacerdote se le había aparecido y le había dicho estas palabras:
- Un día serás feliz en venir hacia mí. Dios tiene sus designios sobre ti.
Algún tiempo después Catalina tuvo la oportunidad de ir a la Casa de las Hijas de la Caridad en Chatillon-sur-Seine. Entrando al locutorio su mirada se detuvo en un cuadro adosado a la pared:
Ese, exclamó, es el sacerdote que yo ví en sueño. ¿Cuál es su nombre?
Se le hizo saber que era San Vicente de Paúl. Desde ese momento no dudó más.
El 21 de abril de 1830 Catalina era recibida en el noviciado de la calle du Bac. Algunos día después tuvo la dicha de asistir a la traslación solemne de las reliquias de San Vicente de Paúl, desde Nôtre-Dame hasta la Capilla de los sacerdotes lazaritas, en la calle de Sèvres.
Su noviciado transcurrió ciertamente en el fervor, como lo atestiguan las gracias extraordinarias con que fue favorecida y su alma mariana debió apreciar profundamente la devoción muy particular que las Hijas de San Vicente tenían a la Inmaculada Concepción. Sin embargo nada en ella llamó la atención de los que la rodeaban. He aquí el juicio más bien insignificante que sus superiorers emitieron sobre ella cuando terminó el noviciado:
Catalina Labouré: fuerte, de mediana estatura, sabe leer y escribir para sí misma. Su caracter pareció bueno. Su inteligencia y juicio no son sobresalientes. Es piadosa. Trabaja en adquirir la virtud.
Catalina fue colocada entonces en París mismo en el hospicio del barrio Saint Antoine en la seccional XII y allí pasó toda su vida, entregada a los humildes trabajos de servir a los ancianos, atender la cocina, la ropería, el gallinero y la portería.
Catalina guardará secreto absoluto acerca de las apariciones de la Virgen María. Solamente su confesor, el Padre Aladel, fue el confidente. María lo quiso así y solamente cuando el confesor murió, pocos meses antes que ella, creyó Catalina que debía hablar a su superiora, porque la estatua que la Virgen había pedido aún no había sido hecha.
Catalina Labouré expiró el 31 de diciembre de 1876. Su cuerpo fue encontrado intacto con ocasión de su beatificación en 1933, y reposa en la Capilla de las Apariciones bajo el altar mismo en el que María se le apareció. Fué canonizada el 27 de julio de 1947.
Tal fue, dice el P. Gasnier O.P., aquella que la Santísima Virgen se eligió como mensajera cuando se dignó revelar al mundo su "Medalla Milagrosa" ¡Estaríamos tentados de sorprendernos de esta elección! Nuestro espíritu superficial, tan poco apto para juzgar las cosas sobrenaturales, esperaría encontrar en semejante vidente un caracter más definido, sucesos extraordinarios, éxtasis repetidos, una santidad deslumbrante y no hay nada de esto. Estamos en la presencia de un alma recta, sencilla, sin nerviosismo ni exaltación, dueña de sí misma, perfectamente equilibrada.
Dios hace bien lo que hace: el caracter de la vidente basta, en efecto, para autenticar su testimonio. Catalina dirá un día de sí misma a su Superiora que le felicitaba por haber sido favorecida con gracias extraordinarias:
¿Yo favorecida? Solo he sido un instrumento. No fue debido a mis méritos el que la SS. Virgen se me hubiere aparecido. Yo no sabía nada ni siquiera escribir; en la Comunidad aprendí cuanto sé y por este motivo la SS. Virgen me eligió, a fin de que no se pueda dudar.
No se podría hablar mejor. Dios tiene sus razones al elegir los instrumentos más humildes para sus obras más hermosas y las apariciones de la calle du Bac no son una excepción a esta regla.

Las Apariciones

Primera Aparición

La primera aparición tuvo lugar en la noche del 18 al 19 de julio de 1830, víspera de la fiesta de San Vicente de Paul y debía preparar a la vidente a su misión posterior.
He aquí como la describe ella misma en la relación que hace a su confesor:
Llegó la víspera de la fiesta de San Vicente. Nuestra buena Madre Marta, nos dio una charla sobre la devoción a los santos, en particular sobre la devoción a la SS. Virgen, charla que me inspiró un deseo tan grande de ver a la SS. Virgen que me fui a acostar con el pensamiento de que esa noche vería a mi buena Madre. ¡Hacía tanto tiempo que deseaba verla! Al fin me quedé dormida. Como se nos había distribuido un pedazo de género de la sobrepelliz de S. Vicente corté la mitad del mismo, me la tragué y me dormí con la idea de que San Vicente me obtendría la gracia de ver a la SS. Virgen.
En fin a las once y media de la noche, oí que alguien me llamaba por mi propio nombre:
Capilla Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
calle Rue du Bac Nº 140. París. Francia
- Hermana, Hermana.
Despertándome, miré hacia el costado de donde escuchaba la voz, que era del lado del pasillo. Corro la cortina y veo un niño vestido de blanco, de 4 o 5 años de edad, que me dice:
- Ven a la Capilla, allí te espera la SS. Virgen.
Inmediatamente me asaltó la idea:
- Me van a oír.
El niño me respondió:
- Quédate tranquila, son las once y media, todo el mundo duerme profundamente. Ven, te espero.
Me vestí rápidamente y me dirigí adonde estaba el niño que había permanecido de pie, sin adelantarse más allá de la cabecera de mi cama. El me siguió o más bien, yo le seguí, siempre a mi izquierda, por donde pasaba. Las luces estaban prendidas en todas partes, lo que me sorprendió mucho; pero mayor fue mi asombro cuando al entrar a la Capilla, la puerta se abrió, apenas el niño la hubo tocado con la punta del dedo. Mi sorpresa creció todavía más, cuando vi todos los cirios y antorchas encendidos, lo que me recordó la misa de Nochebuena. Sin embargo no veía a la SS. Virgen.
El niño me condujo al presbiterio, al lado del sillón del P. Director, me puse de rodillas y el niño quedó de pie todo el tiempo. Como me parecía larga la espera, yo miraba si las centinelas (las Hermanas designadas para vigilar durante la noche) no andaban por las tribunas. Al fin llegó la hora. El niño me alerta y me dice:
-  ¡He aquí a la SS. Virgen, hela aquí!.
Escucho un ruido, como el roce de un vestido de seda que venía del lado de la tribuna, del lado del cuadro de San José. Ella vino a detenerse sobre las gradas del altar del lado del Evangelio, en un sillón parecido al de Santa Ana; sólo que no tenía el mismo aspecto que el de Santa Ana.
Yo dudaba si sería la SS. Virgen. Sin embargo, el niño que estaba allí me dijo: ¡He aquí a la SS. Virgen! Me sería imposible expresar lo que experimenté en ese momento, lo que sucedía dentro de mí; me parecía que no veía a la SS. Virgen. Entonces el niño me habló no como un niño sino como un hombre, ¡con voz muy enérgica! Mirando entonces a la SS. Virgen, no hice más que dar un salto hasta Ella, me puse de rodillas en las gradas del altar, las manos apoyadas sobre las rodillas de la SS. Virgen.
Allí, transcurrió un momento, el más dulce de mi vida; me sería imposible decir todo lo que experimenté. Ella me dijo:
- ¡Hija mía! Dios quiere confiarte una misión. Tendrás que sufrir, pero sobrellevarás esto pensando en que lo haces por la gloria de Dios; serás atormentada hasta que lo hayas comunicado al que está encargada de dirigirte. Se te contradirá, pero tendrás la gracia, no temas. Háblale con confianza y sencillez; ten confianza y no tengas miedo. Verás algunas cosas, da cuenta de ellas. Te sentirás inspirada durante tu oración.
La SS. Virgen me enseñó como debía comportarme con mi Director y agregó muchas cosas más que no debo decir.
Respecto al modo de proceder en mis penas, me señaló con su mano izquierda, el pie del altar y me recomendó acudir allí y desahogar mi corazón, asegurándome que en ese lugar recibiría todos los consuelos de que tuviera necesidad.
- Los tiempos son muy malos. Calamidades van a caer sobre Francia, el trono será derribado; el mundo entero se verá trastornado por desgracias de toda clase (la SS. Virgen tenía aspecto muy apenado al decir esto). Pero venid al pie de esta altar: ahí las gracias serán derramadas sobre todas las personas que las pidan con confianza y fervor, serán derramadas sobre grandes y chicos. ¡Hija mía! me complazco en derramar mis gracias, sobre la Comunidad en particular, a la que amo mucho...
Respecto a otras Comunidades, habrá víctimas (la SS. Virgen tenía lágrimas en los ojos al decir esto). El Clero de París tendrá sus víctimas, el Arzobispo morirá (a esta palabra de nuevo las lágrimas) ¡Hija mía! La cruz será despreciada, correrá la sangre en la calle (aquí la SS. Virgen no podía hablar más, el dolor se pinta en su rostro). ¡Hija mía!, me dijo, todo el mundo estará triste.
(todos estos detalles se cumplirán al pie de la letra en 1870-1871).
Yo pensaba cuando sucedería esto. Entendí muy bien: cuarenta años.
No sé cuanto tiempo quedé a los pies de la SS. Virgen; lo único que sé es que cuando hubo partido, sólo percibí algo que se desvanecía, como una sombra que se dirigía hacia el costado de la tribuna, por el mismo camino por donde había llegado.
Me levanté de las gradas del altar y vi al niño en el mismo lugar donde lo había dejado; me dijo:
- ¡Se ha ido!
Volvimos por el mismo camino, siempre iluminado y ese niño estaba siempre a mi izquierda. Creo que ese niño era mi ángel de la guarda que se había vuelto visible para hacerme ver a la SS. Virgen, porque yo le había rogado mucho que me obtuviese este favor.
Estaba vestido de blanco, llevando una luz milagrosa delante de él, es decir estaba resplandeciente de luz, poco más o menos de cuatro a cinco años de edad. Escuché sonar la hora; no me dormí más.

Segunda Aparición

Esta es la gran aparición en la que María comunica a la Vidente el mensaje que debía transmitir. Nada mejor que dejar también aquí, la palabra a la misma Sor Catalina. La aparición tuvo lugar el 27 de noviembre de 1830, mientras las novicias se encontraban reunidas en la Capilla para la meditación de la tarde, víspera del primer domingo de Adviento. La escena se desarrolla en tres cuadros sucesivos y progresivos que introducen a la Vidente cada vez más profundamente en la inteligencia del mensaje y de todo el misterio mariano.
Era el 27 de noviembre de 1830, que caía el sábado anterior el primer domingo de Adviento. Yo tenía la convicción de que vería de nuevo a la SS. Virgen y que la vería "más hermosa que nunca"; yo vivía con esta esperanza. A las cinco y media de la tarde, algunos minutos después del primer punto de la meditación, durante el gran silencio, me pareció escuchar ruido del lado de la tribuna, cerca del cuadro de San José, como el roce de un vestido de seda.

Primer cuadro: La Virgen con el globo.

Habiendo mirado hacia ese costado, vi a la SS. Virgen a la altura del cuadro de San José. La SS. Virgen estaba de pie, era de estatura mediana; tenía un vestido cerrado de seda aurora, hecho según se dice "a la virgen", mangas lisas; un velo blanco le cubría la cabeza y le caía por ambos lados hasta sus pies; debajo del velo vi sus cabellos lisos, divididos por la mitad, ligeramente apoyado sobre sus cabellos tenía un encaje de tres centímetros, sin fruncido, su cara estaba bastante descubierta. Sus pies se apoyaban sobre la mitad de un globo blanco o al menos no me pareció sino la mitad, tenía también bajo sus pies una serpiente de color verdoso con manchas amarillentas. Con sus manos sostenía un globo de oro, con una pequeña cruz encima, que representaba al mundo; sus manos estaban a la altura del pecho, de manera elegante; sus ojos miraban hacia el Cielo. Su aspecto era extraordinariamente hermoso, no lo podría describir.
De pronto vi anillos en sus dedos, tres en cada dedo; el más grande cerca de la mano, uno de mediano tamaño en el medio y uno más pequeño en la extremidad y cada uno estaba recubierto de piedras preciosas de tamaño proporcionado. Rayos de luz, unos más hermosos que otros salían de las piedras preciosas; las piedras más grandes emitían rayos más amplios, las pequeñas, más pequeños; los rayos iban siempre prologándose de tal forma que toda la parte baja estaba cubierta por ellos y yo no veía más sus pies.
Esta fase fue silenciosa; preparaba la siguiente. El globo desapareció, la Virgen va a cambiar de actitud, a bajar la mirada y teniendo los dedos siempre guarnecidos de anillos con piedras preciosas destellantes, va a hablar a Sor Catalina.

Segundo cuadro: El anverso de la Medalla.

En ese momento en que yo la contemplaba, la SS. Virgen bajó sus ojos mirándome. Una voz se hizo escuchar y me dijo estas palabras:
- Este globo representa al mundo entero, especialmente a Francia... y a cada persona en particular.
Aquí yo no sé expresar lo que experimenté lo que vi.
- La hermosura y el brillo de los rayos tan bellos... son el símbolo de las gracias que yo derramo sobre los que me las piden, haciéndome comprender cuán generosa se mostraba hacia las personas que se las pedían, cuánta alegría experimenta concediéndoselas... Estos diamantes de los que no salen rayos, son las gracias que dejan de pedirme.
En este momento o yo estaba o no estaba, no sé... yo gozaba. Se formó un cuadro alrededor de la SS. Virgen, algo ovalado, en el que se leían estas palabras escritas en semicírculo, comenzando a la altura de la mano derecha, pasando por encima de la cabeza de la SS. Virgen y terminando a la altura de la mano izquierda: ¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!, escritas en caracteres de oro. Entonces oí una voz que me dijo:
- Haz acuñar una medalla según este modelo, las personas que la llevaren en el cuello recibirán grandes gracias; las gracias serán abundantes para las personas que la llevaren con confianza.

Tercer cuadro: El reverso de la Medalla.

En aquel instante me pareció que el cuadro se daba vuelta. Vi sobre el reverso de la Medalla la letra M, coronada con una cruz, apoyada sobre una barra y, debajo de la letra M los sagrados Corazones de Jesús y de María, que yo distinguí, porque uno estaba rodeado de una corona de espinas y el otro, traspasado por una espada.
Inquieta por saber que sería necesario poner en el reverso de la Medalla, después de mucha oración, un día, en la meditación, me pareció escuchar una voz que me decía:
- La letra M y los dos corazones dicen lo suficiente.
Las notas de la Vidente no mencionan las doce estrellas que rodeaban el monograma de María y los dos corazones. Sin embargo han figurado siempre en el reverso de la medalla. Es moralmente seguro que este detalle ha sido dado de viva voz por la Santa en el momento de las apariciones o un poco más tarde.

Tercera Aparición

El P. Aladel, confesor de Sor Catalina, recibió con indiferencia, hasta se puede decir con severidad, las comunicaciones de su penitente. Le prohibió aún darles fe. Pero la obediencia de la Santa, atestiguada por su mismo Director, no tenía el poder de borrar de su mente el recuerdo de lo que ella había visto. El pensamiento de María y lo que Ella pedía no la dejaban, ni tampoco una íntima convicción de que la volvería a ver.
En efecto, en el curso del mes de diciembre de 1830, Catalina fue favorecida con una nueva aparición, exactamente parecida a la del 27 de noviembre, y en el mismo momento, durante la oración de la tarde. Hubo sin embargo una diferencia notable. La SS. Virgen se apareció no a la altura del cuadro de San José, como la vez anterior, sino cerca y detrás del Tabernáculo.
Sor Catalina debía tener la certeza de que no se había equivocado en el momento de la visión del 27 de noviembre. Recibió nuevamente la orden de hacer acuñar una medalla según el modelo que veía. Termina el relato de esta aparición con estas palabras:
Decirle lo que sentí en el momento en que la SS. Virgen ofrecía el globo a Nuestro Señor, es imposible expresarlo, como también lo que experimenté mientras la contemplaba. Una voz se hizo escuchar en el fondo de mi corazón y me dijo: Estos rayos son el símbolo de las gracias que la SS. Virgen consigue para quienes se las piden.
María insistió de una manera muy especial sobre el simbolismo del globo que Ella tenía en sus manos:
- Hija mía, este globo representa el mundo entero, particularmente a Francia y a cada persona en particular. Fíjese bien (dirigiéndose a su Confesor): el mundo entero, particularmente Francia y a cada persona en particular.
Por eso, Sor Catalina acaba su relato con esta exclamación: 
¡Oh que hermoso será escuchar decir: María es la Reina del Universo y particularmente de Francia! Los niños gritarán: María es la Reina de cada persona en particular.

Triduo en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Por la señal de la Santa Cruz, etc.

ACTO DE CONTRICION.

Oración para todos los días:
¡Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
¡Dulcísima Reina de los cielos y de la tierra!; que por amor a los hombres te dignastes a manifestarte, a vuestra sierva Sor Catalina, con las manos llenas de rayos de luz; a fìn de hacer saber al mundo que deseas derramar abundantes gracias sobre todos los que con confianza te piden; Concèdeme Madre mía, que a imitación de Sor Catalina derrames en mi alma la luz necesaria para conocer mi nada y mi miseria; y lo mucho que debo a mi Padre Dios, por tantísimos beneficios, como me ha dispensado; y que cumpliendo su voluntad en esta vida; pueda gozarle en Tu compañía eternamente en el cielo. Amén.

Tres Ave Marías, y 3 veces la jaculatoria “Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

Primer Día:

¡Amorosísima Madre mía!, que placer tiene mi alma, cuando considero que tantos deseos tienes en concederme vuestros favores; que no esperas otra cosa, sino que acuda a Tì, para remediar nuestros males y llenarnos de vuestras gracias y dones.
Oh María, mi Madre amada, reina de la Corte Celestial, te ruego que todos acudamos siempre a Tì, como nuestra única esperanza.

Oración Final:

Acuérdate, ¡Oh piadosísima Siempre Virgen María!, que no se ha oído decir jamás; que ninguno de los que han recurrido a vuestra protección, e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado de Tì. Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen de las Vírgenes!, a Tì vengo; gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a Tus pies.
¡Oh Madre del Divino Verbo!, no desprecies mis súplicas; antes bien, escúchalas favorablemente, y dignate acogerlas. Amén.

Tres veces la jaculatoria: “Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

Segundo Día:

¡Santísima Madre de Dios!, ¡Señora nuestra y mi tierna Madre!; que consuelo tan grande siente mi corazón, cuando contempla Tu imagen, como te viò Sor Catalina, con un globo en vuestras Divinas Manos, que representaba toda la tierra, y lo estrechabas sobre vuestro pecho; simbolizando así el amor que tienes a los hombres. Concèdeme, ¡oh Divina Madre Eterna! ¡Oh Madre mía!, el que sepamos corresponder a tanto amor, procurando imitar vuestras virtudes. Así sea.

Continúe con la oración final.

Tercer Día:

¡Virgen Inmaculada!. ¡Celestial Madre mía! Con que placer llego ante Tu Santísimo Altar; para contemplar Tus virtudes y exponer mis penas. Que aliento santo cobra mi espíritu, al acercarme ante Tu Sagrada Imagen; donde veo representada la más profunda humildad; una modestia admirable y el resto de todas las perfecciones con que el Señor Dios te adornó.

Haz ¡Madre Santísima!, ¡Divina y Celestial Señora! ¡Reina del Clero, de los apóstoles! ¡Madre del Mecías! ¡Hija predilecta de Dios Padre! Que oigamos siempre Tus maternales avisos, para que arrepentidos de nuestras culpas, e imitando vuestras virtudes; logremos la inmensa dicha de estar contigo en el cielo, por toda la eternidad. Así sea.

Continúe con la oración final.

domingo, 25 de noviembre de 2012

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO



        "Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".

       Celebramos la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Es la última fiesta, la gran solemnidad con la que finaliza el calendario litúrgico, antes de comenzar un nuevo año, el próximo fin de Semana, con el tiempo de Adviento.

       Y esta fiesta, es como el resumen o la recapitulación, de cada una de las celebraciones que a lo largo del año hemos tenido. Es como decirnos, que todo lo que celebramos, todo lo que vivimos desde la fe, no tendría sentido, si no estuviera orientado hacia Cristo, si no tuviera en Cristo su origen y su meta.
       La misma vida de la Virgen María, de los apóstoles, de todos los hermanos nuestros, a los que la Iglesia nos propone como modelos de fe, los declara Santos, son un reflejo de Cristo, son imagen de Cristo, son un medio para conocer aún más a Cristo.
       Y nosotros, como cristianos, que hemos respondido afirmativamente al don de la fe que Dios nos ha ofrecido, tenemos la obligación, de ser también imagen y luz de Cristo, en medio del mundo, de modo, que cada vez se parezca más, a la idea del Reino, que Cristo predicó, y con su vida, puso ya en práctica.
       Porque si los cristianos, no somos luz, no somos sal, no somos lámpara en medio del mundo…no nos podemos luego quejar de que todo vaya mal, de que esto parece que no tiene remedio, de que no se encuentre salida a tanto problema. Si los que decimos ser cristianos, fuéramos cristianos realmente, todo sería un poco distinto.
       Los discursos, las palabras buscadas para quedar bien, ya no sirven, hoy en día son los hechos, los que convencen.
Y Jesús fue el primero en darse cuenta. Cada palabra suya, iba acompañada del ejemplo diario, de cómo deberíamos vivir, de cómo es el Reino que Él quiere implantar entre nosotros.
Y su Reino, es la voz de la verdad.
Todo el que cree en la verdad, el que defiende la verdad, el que es de la verdad, es de Cristo.
La verdad de Cristo, no tiene que ver nada con las medio verdades o las mentiras de este mundo, porque todo lo transformamos según nuestra propia conveniencia.
La verdad de Cristo, tiene por centro el amor, y un amor que lo supera todo, lo transforma todo, y lo dá todo.
En ese amor, la vida humana es lo principal, y una vida digna, dónde no haya diferencias por cultura, por raza, por religión, por dinero.
En ese amor, se defiende el diálogo, la solidaridad, el servicio, la entrega generosa.
En ese amor, es tal el valor que tiene la vida de cada uno, que hasta se es capaz de darla, como Cristo la dió, para que todos pudiéramos comprender cuánto nos ama Dios, hasta dónde llega el amor de Dios, que le hace morir en una cruz por nosotros.
La verdad de Cristo, es que no ha venido para condenar a nadie, sino a ofrecernos un camino de salvación, abierto a todos, gratuito, y que nos va llenando de la plenitud, de todo lo que anhelamos, poquito a poco en esta vida, y un día a manos llenas junto a Él.
Propongámonos desde hoy, ir cambiando en nuestra propia vida, todo lo que no se asemeja, a lo que Jesús espera de nosotros, espera de ti, poco a poco, hasta que nuestro corazón, realmente se convierta al Señor, a este Rey, cuyo trono es una cruz, y cuya corona, es de espinas, para así compartir con nosotros, el dolor y sufrimiento, que a veces la vida nos ofrece.

25 DE NOVIEMBRE: JORNADA PARA TENER PRESENTES A TODOS LOS QUE VIVEN EN LA CALLE, LOS QUE NO TIENEN UN TECHO DÓNDE RESGUARDARSE.

Han pasado muchas cosas por nuestras vidas. Hoy me vuelvo, miro a mis compañeros y revivo en las miradas sus historias personales, sus vidas, deseos, sentimientos, sus ilusiones… todo lo que nos hace ser, lo que somos: personas, ni más ni menos.
Hubo un tiempo donde teníamos salud, para seguir luchando; donde había cariño a nuestro alrededor, valorábamos el tiempo y podíamos empatizar con el que lo pasaba mal.
Hubo un tiempo, donde algunos teníamos nuestro amor, nuestro hogar, donde había resquicios de felicidad y la autoestima, nos dejaba caminar. Donde nos mirábamos a un espejo y podíamos sonreír, porque teníamos aún esa inocencia que te hace caminar sin tropezarte cuando te sientes protegido.
Hubo un tiempo donde algunos teníamos un trabajo digno que nos realizaba donde algunos de nosotros teníamos amigos de verdad, de esos que se cuentan con los dedos de una mano. Algunos de los que hoy estamos aquí teníamos una familia y cierta estabilidad, una madre que nos esperaba, y unas personas a las que queríamos… Hubo un tiempo donde algo estaba bien en la vida, éramos uno más.
Pero ahora no, ahora no llegamos ni a ser uno más, no valemos, no estamos, no contamos, no existimos, a no ser, eso si, que la muerte de uno de nosotros produzca morbo para ser comentada, si alguno de nosotros muere debajo de un puente por frío, o si le han matado de una paliza, entonces se crea una conmoción que dura un día o dos y se acuerdan de que existimos, mientras tanto no somos ni uno más del montón, solamente somos unos Don Nadie.
Pero tenemos deseos. Nos gustaría que la sociedad fuera esa lámpara maravillosa de Aladino y nos diera un poco de cariño, una compañía con la que poder sentarnos a charlar; desearíamos un trabajo, aunque no fuera para toda la vida, solo que nos sirviera para sentirnos ocupados; desearíamos poder tener libertad, aunque eso ahora se confunda con tener dinero porque dicen que eso te la da; desearíamos tener de nuevo pasión por las cosas pequeñas, tranquilidad para poder afrontar los problemas que van llegando a nuestra mochila, poder tener una vida mejor. Poder llegar a mayores y contarlo. Desearíamos sentirnos realizados, tener un hogar, y alguien con quien compartirlo, poder acabar los estudios, que nos comprendieran los que están a nuestro alrededor, tener paciencia, que sabemos que a veces no la tenemos; pero ante todo no perder la ilusión, no volvernos locos aunque hay gente que así nos tacha, porque nos gustaría sentirnos escuchados, sentirnos comprendidos, en definitiva, sentirnos en paz con nosotros mismos y con los demás.

Pero son solo deseos porque la realidad es otra. Aun así, dejarnos soñar por un momento, que estos deseos se cumplan y nuestras ilusiones vuelen hacia la realidad de un futuro próximo
Nos veríamos ilusionados, posiblemente jubilados y con una pensión decente; rodeados por la gente que queremos, disfrutando del amor y del cariño; compartiendo nuestra experiencia y ayudando a los que pasaran por lo que nos ha tocado pasar a nosotros. Nos sentiríamos realizados, asentados y asumiendo responsabilidades sobre nuestra vida… Siendo felices
Como veis no es tan raro lo que pedimos, no somos tan diferentes como el resto del mundo… Seguimos siendo personas…
Pero vivimos tiempos confusos, momentos complicados para todos. Estamos creando una sociedad egoísta que, primero, solo piensa en lo que necesitas tú para estar mejor y luego piensa en los de alrededor y excepcionalmente en los demás…
Vivimos en una sociedad donde se están empezando a ver coartados una serie de derechos fundamentales, quizás también necesidades, que deberían ser obligatorios e imprescindibles para todos. Nosotros no entendemos de crisis financieras, no entendemos de bancos ni de tipos de interés, pero sí que entendemos (y creo que por desgracia somos unos expertos) de crisis de valores. Y en crisis, por desgracia, muchos de nosotros llevamos tiempo, antes a duras penas nos recuperábamos, ahora lo tenemos imposible…
Si seguimos avanzando en este camino, estos derechos que son fundamentales para poder ser personas, se irán perdiendo, y la protección social se irá deteriorando hasta desmoronarse por completo. Perderemos la protección hacia nuestros enfermos, hacia nuestras personas mayores, hacia los que están y se sienten inválidos, perderemos la protección cuando tengamos dificultades con la familia, cuando estemos en paro, cuando no tengamos vivienda, cuando tengamos que utilizar la supervivencia para poder subsistir, cuando estemos en una situación de exclusión social…
Por desgracia nosotros ya nos sentimos ante esto desprotegidos, nos sentimos rechazados, solos, tirados, nos sentimos abandonados. Nos sentimos desamparados, sin apoyo, fracasados, tristes y con mucha rabia. Nos sentimos apartados…
Pero tenemos mucho que aportar a la sociedad. Tenemos muchos valores que compartir. Tenemos alegrías y ánimo para seguir luchando. Tenemos afectos, cariño y todo el tiempo del mundo. Tenemos mucha experiencia en apoyar a los demás, en dar la mano al compañero, en escuchar, talento que puede venir bien a todos. Tenemos comprensión y vida, ante todo, mucha vida.

Por eso nos duele sentirnos apartados y nos duele que cuando nos dan lo que nos pertenece por ser personas la gente proteste y piense que nos están regalando algo que por derecho es nuestro, porque formamos parte también de esta sociedad y porque queremos aportar nuestro granito de arena para salir adelante.
Os podríamos ofrecer nuestra experiencia a cambio de lo que nos pertenece y nuestra experiencia es dura; os podríamos regalar nuestro sufrimiento y nuestro dolor, o nuestras noches solitarias sin cariño. Os podrimos regalar una sola noche mojados por la lluvia y deambulando por la ciudad. Os regalaríamos tener que pasar el tiempo sin ningún estímulo, un día y otro, y otro…
Levantarse cada mañana en un albergue al lado de una persona que no conoces de nada en la cama de al lado; os regalaríamos la sensación que tenemos de vivir de prestado, que no nos gusta, el estar acosados. Os regalaríamos una noche y un día sin sonido, sin luces, sin conversaciones con nadie, sin nada de nada. Regalaríamos el no poder estar con tu familia, el dormir a la intemperie en la calle, o el vivir en un coche pasando hambre y frío. Regalaríamos todos los rechazos que vivimos continuamente en las puertas de las empresas, donde sabemos que nuestros curriculos los tiran a la basura en la misma conserjería… Podríamos seguir, y seguro que a mis compañeros se les ocurren mil regalos que dar a esta sociedad a cambio de un derecho…
Pero nosotros no vamos a regalar nuestro pasado. Queremos regalar nuestro presente y nuestro futuro porque creemos que somos uno más que podemos aportar y que no estamos aquí para ser invisibles, ni para recibir ningún regalo que no nos merecemos. Queremos ser parte de esta sociedad y como tal que se nos escuche y entre todos hacer un mundo mejor…


PORQUE SON DERECHOS, NO REGALOS, NADIE SIN HOGAR

25 de Noviembre del 2012


sábado, 24 de noviembre de 2012

CUATRO AUTOBUSES DE JÓVENES... EN EL KINÉPOLIS


Gracias a Dios, cada uno somos distintos, y cada uno ofrecemos lo mejor de nosotros mismos a los demás, cuando sentimos que nuestra fe, y nuestra forma de entender la vida, implica actuar así.
Este viernes, 23 de Noviembre, cuatro autobuses de puntos distintos partían para el Kinépolis, capitaneados por nuestro párroco, D. José Luis, quién con la misma ilusión que los que íbamos, quería compartir con nosotros una tarde-noche, de auténtica diversión, sana y llena de amistad. 
Nuestra llegada hizo que el Kinépolis se llenara, y durante toda la noche le pusimos la nota de color... pues de hecho éramos casi 200 jóvenes.

































  Recreativos, algún refresco, muchos paseos, una peliculilla, y muchas sonrisas, llenaron cada instante de una noche, que para algunos, fué sentirse realmente grandes, responsables de sí mismos, acompañados de sus amigos, y con capacidad de tomar sus propias decisiones.





 Y aunque siempre estamos hablando del comportamiento de los jóvenes, de su falta de responsabilidad y que no hacen caso de nada... pues a la hora que habíamos quedado todos en la puerta del Kinépolis, allí estuvieron todos, parecía una procesión, una marea de jóvenes, que llamó la atención de todos los que aquella noche pasaron por el Kinépolis.





Y como decía al comienzo, gracias a Dios somos todos distintos, y así buscamos complementarnos. D. José Luis, nuestro párroco, envuelto en esa imagen de bondad, y hasta de timidez que le caracteriza, sabe fijarse muy bien, en todo lo que los demás sienten y quieren, y si está en su mano poderlo realizar, no duda, en poner toda la carne en el asador. Por eso, compartiendo estos momentos con tantos jóvenes, estando presente a su lado, y siendo medio para que su diversión, sea sana, buena y en amistad, nos está dando un testimonio, y una cercanía, que convence más que todos los discursos del mundo. Sólo nos queda, como en tantas otras ocasiones, decirle: ¡Gracias... no cambies nunca...!