HORARIOS DE LAS MISAS EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

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DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024
A CARGO DE D. SEBASTIÁN CRESPO TORRALBA

NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

martes, 6 de noviembre de 2012

SEMILLAS DE PAZ

Semillas de paz
Himno en honor
a los mártires del siglo XX en España
Letra: JOSÉ LUIS MORENO, pbro.

Semillas de paz,
mártires de Cristo,
signos del amor,
valientes testigos,
antorchas de fe
en nuestro camino.



1. Es semilla de cristianos
vuestra sangre martirial,
es perdón de los hermanos
y esperanza de la paz.
Sois racimo bien maduro
que el Señor prensó en su cruz,
trigo sois limpio y fecundo
triturado por Jesús.


2. En España el siglo veinte
resplandece en santidad,
pues dais vida en vuestra muerte
a una nueva humanidad.



3. Entregadnos el testigo
que hoy queremos recoger,
por seguir en el camino
al Señor, Testigo fiel.
Dadnos gozo y valentía
al sembrar la paz y el bien,
proclamando en nuestra vida
la alegría de la fe.



Como los mártires
Himno joven en honor
a los mátires del siglo XX en España

Letra: LUIS ALFREDO DÍAZ BRITO





Fijaron sus ojos en Cristo
y ya no volvieron atrás.

Sabían de quien se fiaban
Y esa razón pudo más.

Llevaban los ojos vendados
atados de manos y pies.

Pero el corazón palpitando
henchido de amor y de fe.
————————————————————-

 Como los mártires,
nuestros hermanos
de tierra hispana,
queremos ser:
dar nuestras vidas
unir las manos
y prepararnos
para un nuevo amanecer.
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Si hoy nuestros pasos vacilan
si hoy se nos cansa la fe.

Debemos fijar nuestros ojos
en Cristo y con fuerza creer.

Quitar de los ojos las vendas
librar nuestras manos y pies.

 Y con corazón bien dispuesto
seguir como ellos tras Él.
————————————————————-


Como los mártires,
nuestros hermanos
de tierra hispana,
queremos ser:
dar nuestras vidas
unir las manos
y prepararnos
para un nuevo amanecer.





 

EL AMOR PUEDE MÁS QUE EL ODIO

En España, la fecha de hoy, no puede pasar desapercibida, aunque nos encontremos en las circunstancias tan críticas que nos encontramos, con un paro generalizado, con familias que no cuentan con lo necesario para vivir dignamente, con otras a las que las hipotecas, los bancos, les han robado las ilusiones y el futuro, con jóvenes a los que se les oscurece ese futuro, en definitiva, en una situación tan triste, que poco parece que nos puede aportar la fecha de la celebración de hoy.

Pero todo lo contrario. Porque todos aquellos niños, aquellos jóvenes, aquellos adultos, aquellos matrimonios, aquellos sacerdotes, aquellos frailes, aquellas monjas, aquellos maestros de escuela, aquellos panaderos, aquellos agricultores... y esa larga lista de personas, que murieron en los años 30 en nuestro país, simplemente porque se sabía que tenían fe, porque no ocultaban su confianza en Dios, porque ayudaban a los demás ya que en ellos descubrían a Cristo, siguen siendo el más grande y hermoso ejemplo, de que cuando en tu corazón el amor de Dios, es el motor de todas tus acciones, es posible una nueva realidad, es posible vencer al odio, es posible que estemos más unidos, es posible que el diálogo de las balas quede apagado con el diálogo del corazón.
Porque si tuviéramos que analizar todo lo ocurrido en aquellos años, en unas palabras lo podríamos resumir: odio, venganza, rencor, miedo.
Fué una época en la que cada uno aprovechó su situación, para someter al que tenía enfrente, por coraje, por envidia, por odio, por miedo.
Todo esto desembocó en aquella matanza de hermanos, de familias enteras, porque murieron de todos los bandos, y de todas las familias, que regó nuestra tierra con la sangre de tantas personas, a los que, unos por la fe, otros simplemente por odio y miedo, se les quitó la vida, y dejó un dolor indescriptible, una sensación, de por qué se había llegado a tal extremo, que aún hoy nos estremece, y nos debe hacer reflexionar.
Si el don más grande que nos ha dado Dios, es la vida, junto a ella, la libertad es otro de los pilares fundamentales en nuestra existencia, y que hasta el mismo Dios nos respeta.
Somos libres de decidir, de actuar, de creer, de no creer, y mi libertad termina dónde comienza la tuya, sin ser medio para que nadie se sienta oprimido, marginado, aislado en la sociedad.
Hoy, que la crisis económica tan radical que estamos sufriendo, hace que la libertad, quede empujada por el miedo a perderlo todo, no podemos dejar, que ese miedo a un futuro incierto, que ese miedo a no tener lo suficiente para vivir, que ese miedo, se transforme en odio, y un odio sin sentido, hacia todo lo que no comprendemos, hacia todo lo que creemos que nos está engañando, hacia lo que los demás nos dicen que es el origen de nuestro mal, o colabora con él.
Nuestra libertad no puede estar condicionada por el miedo, nuestro miedo no puede ser manipulado por los demás, para defender sus ideas, para enfrentarnos unos contra los otros.
Es precisamente el amor, la solidaridad, la ayuda mutua, la comprensión, la empatía, el servicio desinteresado, lo que nos haría cambiar la situación que vivimos, poco a poco.... y si a eso le unimos la fe, seguro que todo sería distinto.
Aquellos que murieron en aquellos años, sólo por ir a misa, por pertenecer a una Hermandad o Cofradía, por llevar un crucifijo, por ser fraile por ser monja, por tener una imagen religiosa en su casa... llenos de miedo, murieron perdonando, y pidiéndole al Señor, que no les tuviera en cuenta aquél pecado, a sus asesinos.
No puede existir mayor amor.
Que ese amor, sea el que hoy a todos nos mantenga unidos, en un mismo esfuerzo de superación, agarrados todos de las manos, cada uno desde su opción política, religiosa, cultural, social, con una meta común, hacer del mundo, el hogar de todo ser humano, dónde puede vivir dignamente.
   
Pidamos hoy al Señor, que aquellos que tienen en sus manos el poder político y económico, sean capaces de comprender la realidad diaria de tantas familias, y encontrar las soluciones que tanto están necesitando.
Y que el amor que todos los mártires de España derramaron por todo nuestro territorio, siga siendo en estos tiempos, semilla de unidad, de fuerza para superar los obstáculos, de comprensión y de respeto de todas las ideas, por muy diferentes que sean a las nuestras, y de valorar lo más positivo de cada ser humano, de la vida, del mundo, porque todos somos imprescindibles, nadie está de sobra, y con la unión de todos, y una gran fe, podemos superar los mayores obstáculos.

6 DE NOVIEMBRE: MEMORIA OBLIGATORIA: LOS MÁRTIRES DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA DE LOS AÑOS 30 EN ESPAÑA

Hoy, martes, 6 de noviembre la Iglesia católica celebra la memoria de los mártires de la persecución religiosa en España en la década de los años 30, el cruento martirio de miles y miles de españoles que dieron su vida por Jesucristo, confesando abiertamente su fe y rubricándola con su sangre. 

No hay amor más grande. 

En torno a un millar ya han sido beatificados y varios miles de ellos están en proceso de ser declarados mártires de Cristo. La Iglesia sigue con cada uno de ellos un minucioso proceso de análisis de su muerte, de los motivos de su muerte y de cómo afrontaron ellos ese trance supremo.

Los mártires no son simplemente caídos de uno o de otro bando. 


Los mártires están por encima de esas banderías o partidismos. 

Los mártires no cayeron en el frente, en la línea de batalla, donde las balas se entrecruzan, sino que fueron buscados en sus casas, fueron arrestados y llevados a la cárcel y fueron ejecutados simplemente por ser cristianos, por ser curas o monjas, por ser de Acción Católica o de la Iglesia. 

Fueron ejecutados por odio de la fe. Esa rabia y ese odio contra Dios y contra la fe católica se convirtió en una ocasión de expresar un amor más grande, un amor que muere perdonando a los verdugos, un amor que muere cantando lo más bonito del corazón humano. Una vez más, el odio no es la última palabra. La última palabra es el amor, porque Dios es amor.

La Iglesia no celebra la crueldad de las torturas, ni trae a la memoria la impiedad de los verdugos, y menos aún la ideología que sustenta ese odio. 

La Iglesia celebra el amor más grande que cada uno de sus hijos ha sido capaz de expresar. “Ellos vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron y no amaron tanto su vida que temieran la muerte; por eso, estad alegres cielos y los que allí habitáis” (Ap 12,11). 

En cada uno de ellos se ha cumplido el contraste del odio de quienes les mataron con el amor que había en su corazón, y ha vencido el amor. La Iglesia celebra ese amor, que sólo puede habitar en el corazón humano como un regalo de Dios, que los ha fortalecido en el momento supremo.

En la Iglesia santa que camina en nuestra tierra, ha brotado ese amor con abundantes frutos.  A todos los recordamos llenos de gratitud y de emoción. A los ya beatificados, con el culto solemne que la Iglesia tributa a sus santos. A los que están todavía en proceso, con el culto privado y la certeza contenida hasta que la Iglesia los declare mártires. A todos, los miramos con admiración y nos sentimos impulsados por su valentía y entrega a vivir cada uno de nosotros nuestra vida cristiana en esa estela de amor en la que han vivido tantísimos santos a lo largo de la historia.

Los santos son nuestros hermanos mayores, los que
van delante de nosotros y nos ayudan a recorrer el camino de la vida. Ellos nos dicen que sólo el amor vencerá, el amor que disipa todo egoísmo, el amor que nos lleva a entregarnos y a gastar nuestra vida en el servicio de Dios y del prójimo, el amor que nos hará crecer hasta llegar a la plenitud de la santidad que Dios nos tiene preparada a la medida de Cristo. Los santos son los que han cambiado el rumbo de la historia. Los santos son los mejores hijos de la Iglesia y de la humanidad.

La memoria de nuestros mártires –tantísimos mártires de nuestro tiempo– es un nuevo estímulo para seguir a Jesucristo en nuestros días. También hoy encontramos dificultades internas y externas, también hoy topamos con el odio a la fe y el desprecio de Dios. Por eso, también hoy –y más que nunca– estamos llamados a vivir un amor que supera las fuerzas humanas y que nos viene de Dios como les vino a los mártires a quienes hoy recordamos.