HORARIOS DE LAS MISAS EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

HORARIOS DE LAS MISAS EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

DESCUBRIENDO LA SÁBANA SANTA

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN Y EL AMOR DE DIOS

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

TRIDUO CUARESMAL DE LAS COFRADÍAS DE LA PARROQUIA DE ÍLLORA

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ÍLLORA 2024
A CARGO DE D. SEBASTIÁN CRESPO TORRALBA

NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

miércoles, 13 de junio de 2012

GRUPO DEL ROSARIO DE LA HDAD. DE SAN ROGELIO DE ÍLLORA

Una tradición muy arraigada en nuestro pueblo, como era reunirse en una casa, todos los vecinos para rezar el Santo Rosario, ha sido retomado en la casa Hermandad de San Rogelio, reuniéndose un grupo de personas, numeroso, pero sobre todo, apañado, que están intensificando mucho los lazos de amistad entre ellas.
Organizaron una comida para todo el grupo, en el pasado mes de Mayo, compartiendo la alegría de la fe, la cercanía de la amistad, el gozo del amor a la Virgen.
Que iniciativas como ésta se vayan multiplicando, especialmente todo lo que haga posible, que las personas vivan más unidas, y más llenas de la esperanza y de la ilusión de la fe.





















ÁBREME LA HERIDA DE TU CORAZÓN....

Como todos los años, en el mes de Junio, la Parroquia de Íllora, centra su mirada, en el amor infinito del Corazón de Jesús, que derrama sobre cada uno de nosotros. Cada tarde, antes de la Eucaristía, se reza el mes del Sagrado Corazón, y en cada Eucaristía, se tiene presente, una devoción muy arraigada en nuestro pueblo.







 
Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor:
(Se ora en silencio pidiendo el favor)
¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?
A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.
Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.
Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.
Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.
Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.
Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.
Sacratísimo Corazón de Jesús, en Vos confío. (3 veces).

SAN ANTONIO DE PADUA

Queridos lectores el 13 de junio recordamos a nuestro querido Santo. Nos dice fray Virgilio Gamboso, Antonio vivió una serie interesante y muy numerosa de desplantes y trasplantes, comenzando como ruptura con el ambiente familiar perplejo y hostil. Lo vemos capaz de firmeza unida a diplomacia, no sólo cuando se aleja sin dejar residuos de conflictos insuperables con los jóvenes padres y sus proyectos sobre el dotadísimo primogénito; cuando deja la canónica de San Vicente para pasar a la de Santa Cruz, cuando abandona esta forma de vida religiosa para unirse a la aventura de Marrakech, que se presentaba cruenta, y así sucesivamente”.

Antonio nace en Lisboa con el nombre de Fernando Martín en 1191-92, la tradición nos dice que es el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen, a quien amó durante toda su vida. Sus padres fueron Martín de Alfonso, caballero al servicio del rey de Francia Alfonso I, descendiente de la familia de los Bouillón, su madre María de la familia Taveira también familiar del rey de Asturias, lo que refleja la estirpe de Fernando. Aunque el camino que va a recorrer Fernando hacia la santidad no es por medio de este linaje, sino que seguirá las huellas de Jesús de Nazaret, quien le enseñará que sólo en él se puede encontrar la Verdad y la Vida.
Desde muy joven fue un fiel oyente de la Palabra de Dios y la conservaba en su corazón, esta palabra que echó sólidos cimientos al edificio de su vida espiritual y conservó la pureza de su cuerpo y alma hasta el final de su vida.

Ya convertido en fraile franciscano Antonio pasará los últimos años de su vida en Padua, tanto fue el enamoramiento de Antonio con esta ciudad como con sus habitantes que hoy podemos leer junto a su nombre el nombre de esta ciudad, Antonio el minorita, el franciscano de Padua. La ciudad universal lo entusiasmó y él la amó, ella lo acogió y después de 800 años sigue acogiéndolo en sus entrañas.
El 13 de junio de 1231, un viernes, Antonio se desvanece, la enfermedad, el cansancio y los achaques de la vida minorítica son los que pesan en sus hombros. Colocado sobre un carro retorna de Camposampiero a Padua, donde quería reencontrarse en el lugar de Santa María. En el camino sus fuerzas no resisten más y los hermanos deben hacer un alto en la Arcella, junto al convento de las damianitas de Santa Clara. Después de recibir la absolución de sus pecados entonó el himno “Oh gloriosa Señora”, mientras tanto se iba apagando su vida, uno de los allí presente le pregunta “¿qué ves?” y él responde “veo a mi Señor”, así termina la vida terrenal de Antonio de Padua y comienza la nueva historia de San Antonio de Padua, el Santo…
Queridos hermanos la vida de nuestro querido Antonio ha sido una entrega total a Jesús, a quien descubrió en los más débiles y pobres de su sociedad, hoy también nosotros estamos llamados a la santidad y a dejar todo lo que nos ata en este mundo para seguir a nuestro Maestro que nos quiere llevar por un camino distinto un camino donde sólo él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Que Jesús nuestro hermano nos ayude a descubrirlo en los que hoy nos están necesitando y así podamos decir al igual que Antonio al final de nuestras vidas “veo a mi Señor”.
¡Paz y bien!
 
ANTONIO, EL FRAILE DE PADUA

por Fray Javier


San Onofre.

Onofre fue un varón de obras admirables y encarecido en la vida eremítica del desierto.
Moraba en un monasterio en Abage,llamado Eremopolites,donde cien monjes (100),verdaderos siervos del Señor,poblaban sus claustros,cuando el deseo de mayor perfección le movió a dejar el convento y vivir en el desierto,a imitación del profeta Elías y San Juan Bautista.Toma,pues,las provisiones necesarias para el camino,puesta su confianza en Dios;sale del monasterio y entra en el desierto.Guiado por una luz celestial,se internó en aquella soledad venciendo obstáculos y quebrantado de fatiga,cuando había caminado unas siete (7) millas,llego a una cabaña cuya puerta estaba cerrada.

Onofre llama y un venerable ermitaño de larga y canosa barba,aparece al instante ante su vista.El joven monje de Tebas cae a sus pies penetrado de admiración; el santo anciano levantándole le dijo:
"Te aguardaba,Onofre,que...como ves,sabia de antemano tu nombre;ni me son desconocidos tus deseos,ni ignoro para lo que el cielo te reserva:persevera,pues,hijo,en tu propósito y entra en mi choza a descansar algunos días."
Durante la estancia de Onofre al lado del santo ermitaño,este le instruyó en las reglas que debia observar y cuando lo creyo conveniente,lo llevó a un paraje que estaba cuatro (4) días mas adentro del desierto,donde hallaron una palmera que daba sombra y frescura a una pequeña choza.Y dijo:
"-Este es el lugar que Dios te señala."
Allí se quedó Onofre, visitando, una vez al año, a su guía y maestro. Treinta (30) años después el Señor llamó a su gloria a aquel venerable ermitaño y Onofre acudió a su choza a tributarle los últimos deberes. La vida de este santo ermitaño en el desierto era tan austera que excede a toda descripción. Desnudos sus miembros, ora tiritando de frío, ora abrasándose bajo los rayos de un sol inclemente, tan pronto devorado por el hambre como pronto a perecer de sed y cansancio, nunca decayó el ánimo de Onofre, ni fue menos su viva confianza en el Todopoderoso.
Sus austeridades y su larga y continua oración aumentaban todavía más las penalidades de una vida que sólo pueden sobrellevar esos grandes hombres "que se ofrecen como víctimas expiatorias del género humano".

El Señor lanzó una mirada de compasión sobre este digno siervo y viniendo en su ayuda, mandó que la palma produjese los dátiles necesarios para su sustento y que un ángel depositara en la pobre choza de Onofre el pan y el agua cotidianos. Tan visible misericordia del Señor empeño a Onofre a proseguir, con mayor fervor, su carrera de mortificación y redoblando las penitencias y consagrando los días y las noches a la oración y meditación de las bondades celestiales, probó al Señor cuánta era la gratitud de su alma y el ardiente deseo de caminar siguiendo las huellas del Redentor del género humano.
Después de sesenta(60) años de una vida penitente, sin comunicación alguna con ningún hombre ,entregado enteramente al Señor ,retirado del mundo y de sus cosas, vio un día Onofre a un varón respetable que estaba a cierta distancia postrado de fatiga.Acércase a él con paso presuroso,mas el aspecto salvaje que le daban su desnudez y sus maceraciones infundieron tal temor en Pafnufio,que así se llamaba el recién llegado,que huyó a lo alto de una colina.Onofre le sigue hasta la falda del monte y ,tranquilizándole,en altas voces,acerca de su presencia,le exhorta a que deponga su temor y baje al llano.Pafnufio accede,al fin,a los ruegos del ermitaño y juntos se dirigen a la cabaña de éste,donde hallan preparada la comida milagrosa debajo de la palmera.Allí le cuenta Onofre toda su vida,los grandes beneficios que había recibido del Señor y el modo como había pasado más de medio siglo en el desierto.


Un cierto día yo ,Pafnufio, el más pequeño,lleno de celo,pensé dirigirme a lo más adentro del desierto para ver si algún otro hermano,en sitio más avanzado que yo,hacía de monje sirviendo a Dios.Levantándome con presteza me dirigí hacia el interior del desierto.Para el camino apenas tenía conmigo unos pocos panes y un poco de agua,que por cuatro (4) días fueron suficientes para satisfacer mis necesidades.Pasados los cuales y tomado el abastecimiento,con penoso ánimo comencé a enfermar vencido por la penuria y escasez.
Al instante,implorando la gracia divina,recobré las fuerzas y proseguí el camino,aunque la muerte aparecia ante mis ojos.Otros cuatro (4) días con sus noches sin degustar pan ni agua.Tanta era mi debilidad que caí en tierra,como empujado a la muerte por la sed y el cansancio.Cuando he aquí que veo a un varón insigne por su fulgor,con vestiduras blancas que se me acercó,tocó mis labios con sus manos y ,al instante,me sentí tan recuperado que,alejada el hambre y la sed,puede seguir mi camino.
Después de ver aquella grande y terrible visión,caminé animoso hacia lo más interior de la soledad y caminando diecisiete (17)días exactamente,observé ,de lejos ,un hombre que venía hacia mí con un terrible aspecto.Su cabello erizado le cubría todo el cuerpo,al estilo de las fieras.Se ceñia alrededor de la cintura con hierbas secas del desierto.Dirigiéndose hacia mí y acercándose más,se apoderó de mí un gran temor.Ascendí a la cima de un monte convencido de que era un homicida,pero él se adelanto hasta la falda del monte,se sentó a la sombra ,estaba muy quebrantado a causa de su avanzada edad , la escasez de alimento,el calor y los trabajos que había aguantado en el desierto y mirando al monte y mirándome a mí,me dijo:

"-Baja hasta mí,santísimo varón,yo también soy un hombre sujeto a las mismas debilidades que tú y que he permanecido en esta soledad por amor a Dios."
Cuando escuché estas cosas,bajé rápidamente hacia el,me arrodillé a sus pies.El me dijo:
"-Levántate,hijo mío,porque tú también eres siervo de Dios y de los Santos Padres."
Dicho esto,me levanté.Fui digno de sentarme a su lado y,sentado junto a él,en muchas ocasiones,le rogué insistentemente que me dijese su nombre y me contase su vida.

Confesión de San Onofre
Respondiendo dijo:
"Me llamo Onofre.Hace sesenta años que vivo en esta soledad.Ando errante por los montes al estilo de las fieras.Me alimento con hierbas y con frutos del desierto.No he visto en todo este tiempo hombre alguno excepto a tí.En otro tiempo moraba en Abage,un monasterio de la región de Tebaida que se llamaba Eremopolites,en el que viven cien (100) hermanos que tienen un mismo pensar y una misma fe,participan en la caridad de una mesa común,llevan una vida en perfecta paz,salen a sus labores en profundo silencio y alaban la bondad de nuestro Señor Jesucristo.
Mientras estuve allí,les oí conversar del admirable Elías y de San Juan Bautista,como no hubo nunca ningún nacido de mujer mayor que él.Escuchadas tales conversaciones,me conmoví...¿Acaso los que habitan en el desierto no son mejores que nosotros ? Y me dijeron aquellos venerables ancianos,ser así.
Nosotros,a diario,no vemos a nadie;frecuentamos con alegría las reuniones comunes;cuando sentimos hambre,tenemos preparado el pan;cuando sentimos sed,tenemos el agua a mano;si ocurre que alguien se enferma,tiene compañeros que le atienden,porque vivimos en común; es más,si sintiéramos envidia unos de otros,lo ofrecemos por amor a Dios.Sin embargo,los habitantes del desierto se encuentran desprovistos de todas estas cosas.¿De dónde van a tener todo eso?
Si les sobreviene la aflicción o la guerra,el lazo del enemigo,dime,por favor...¿ Dónde hallarán un hombre que puede serenar y consolar su mente?
Si les falta la comida,no es fácil de obtener;igualmente si la garganta se les seca por la sed,no hay agua por ninguna parte.
Asi,estos hermanos trabajan demasiado cuando,internados en el desierto,abrazan seriamente el yugo del Señor y se entregan a los ejercicios soportando gozosamente el hambre y la sed;esforzándose por vencer las luchas interiores a quienes hace la guerra la virtud recorriendo la vía estrecha del Señor."
Una vez que el Santísimo padre Onofre me hubo explicado estas cosas...al Amanecer,vi su rostro cambiado ofreciendo el aspecto de un muerto.Dándose él cuenta,dijo:"-No temas,hermano Pafnufio,Dios,misericordioso con todos,te envió aquí para que cuides de mi cuerpo y de mi sepultura.Tú hermano amantísimo,si sales de aqui hacia EGIPTO,anuncia mi muerte como aroma de incienso en medio de los Hermanos y de todo el pueblo cristiano.
SI ALGUIEN OFRECIESE A DIOS SACRIFICIOS EN MI NOMBRE O ACORDANDOSE DE MI,SERA CONTADO ENTRE EL NUMERO DE TODOS LOS SANTOS Y SE VERA LIBRE DE TODAS LAS TENTACIONES.-Esto es lo que yo he rogado al Señor.Por lo cual,si alguien diere de comer en mi nombre a cualquier hermano,mendigo,etc.Yo me acordaré de él ante nuestro Dios el dia del Juicio y éste irá a la heredad de la vida eterna.

Glorioso San Onofre, a quien he escogido por mi protector particular y en quien tendré absoluta confianza,concédeme que yo experimente los saludables efectos de tu poderosa intercesión con nuestro Dios.En tus manos deposito todas mis necesidades y en particular la que hoy pongo bajo tu protección.
Alcánzame,pues,este favor y todas las demás gracias necesarias para librarme de pecado y conseguir la salvación de mi alma.Amén.