
Y ante tanto acoso y violencia, jóvenes muy jóvenes, gritan: ¡Viva, Cristo!, ¡Viva el Papa!, y con una tranquilidad pasmosa en medio del griterio, se ponen a rezar... ¡Cuánto nos están enseñando los jóvenes de la jornada mundial de Madrid!




Nuestra Señora del Carmen from Bernardo Díaz on Vimeo.
Hoy, Domingo 14 de Agosto del 2011, la comunidad Parroquial de Íllora, y todos los devotos de la Virgen del Carmen, nos hemos llenado de inmenso gozo, al compartir la alegría, la fe y el amor, del matrimonio formado por Pepe y Antonia, que han venido ante el altar del Señor, para celebrar sus bodas de plata.
Hoy le damos gracias a Dios, por un amor de 25 años:
-25 años de lucha, de entrega generosa y de amor compartido; Virgen pura, hoy quiere Dios
Que subáis del suelo al Cielo,
Pues cuando quisisteis vos,
Él bajó del Cielo al suelo.
Si en la tierra daros quiso
Dios del bien que allá tenía,
¿Qué os dará en el paraíso,
Donde todo es alegría?
El amor vuestro y de Dios
Hoy se encuentran en el vuelo,
Pues por Él a Dios váis vos,
Y Él a vos vino del Cielo.
El Padre os da la corona,
El Hijo su diestra mano,
Y la Tercera Persona
Os da su amor soberano.
AIcanzáis, Virgen, de Dios
Premios, honras y consuelo,
Y por Él sois Cielo vos,
Y Él por vos hombre en el suelo.
Juan López de Ubeda
¿A dónde va, cuando se va, la llama?
¿A dónde va, cuando se va, la rosa?
¿Qué regazo, qué esfera deleitosa,
qué amor del Padre la alza y la reclama?
Esta vez como aquélla, aunque distinto;
el Hijo ascendió al Padre en pura flecha.
Hoy va la Madre al Hijo, va derecha,
al Uno y Trino, al trono en su recinto.
Por eso el aire, el cielo, rasga, horada,
profundiza en columna que no cesa,
se nos va, se nos pierde, pincelada
de espuma azul en el azul sorpresa.
No se nos pierde, no; se va y se queda.
Coronada de cielos, tierra añora
y baja en descensión de Mediadora,
rampa de amor, dulcísima vereda.
Gerardo Diego
(1896-1987)
HIMNOS DEL OFICIO DIVINO DE ESTA SOLEMNIDAD
A alumbrar la misma luz,
a alegrar la misma gloria,
a enriquecer las riquezas
y a coronar las coronas,
a hacer cielo al mismo cielo,
a hacer la beldad hermosa,
a ennoblecer la nobleza
y a honrar a las mismas honras,
sube la que es de los cielos
honra, riqueza, corona,
luz, hermosura y nobleza,
cielo, perfección y gloria.
Flamante ropa la viste,
a quien las estrellas bordan,
en cuya labor el sol
a ningún rayo perdona.
La luna a sus pies mendiga
todo el candor que atesora,
y ya, sin temer menguantes,
plenitud de luces goza.
A recibirla salieron
las tres divinas personas
con los aplausos de quien
es Hija, Madre y Esposa. Amén.
HIMNO
Al cielo vais, Señora,
allá os reciben con alegre canto;
¡oh, quién pudiera ahora
asirse a vuestro manto
para subir con vos al monte santo!
De ángeles sois llevada,
de quien servida sois desde la cuna,
de estrellas coronada,
cual reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna.
Volved los linces ojos,
ave preciosa, sólo humilde y nueva,
al val de los abrojos
que tales flores lleva,
do suspirando están los hijos de Eva.
Que, si con clara vista
miráis las tristes almas de este suelo,
con propiedad no vista
las subiréis de vuelo,
como perfecta piedra imán al cielo. Amén.
Hoy es un día de gran alegría para toda la Iglesia, es un día en el que la esperanza que tenemos puesta en las palabras del Señor, ha encontrado su respuesta.
La Virgen María ocupa el lugar más destacado en la Iglesia, precisamente, porque Jesús quiso que Ella alcanzara lo más anhelado y prometido, por su fe, por su esperanza y por su caridad.
María es la mujer sencilla, que vive su fe día a día, en todo lo que hace, y haciéndolo todo de una forma especial, de esa forma, de quién tiene el corazón lleno de Dios.
María es la persona, que ofrece todo lo que es al Señor, para que el Señor tome posesión de toda su vida, y realice maravillas en Ella.
María ante el sufrimiento y las dudas, ante el dolor más inenarrable, se cobija en la mano de Dios, sabiendo que Él siempre es la fortaleza de quién se abandona en sus manos.
María es la primera, que vive en la mañana de la resurrección, la alegría de saber, que el triunfo de la muerte ha terminado, y que la vida ha ganado la partida ya para siempre.
Y cuando Jesús ha vuelto junto al Padre, envía sus ángeles, para que María, ocupe el lugar que le corresponde, como Madre de todos los creyentes, para que su vida, brille fuerte en el peregrinar de todos los cristianos, iluminándolos con una esperanza fuerte y con una fe en las cosas de arriba, teniendo firmes nuestros pies en el suelo.
Porque si debemos aprender algo de la Virgen, es precisamente a descubrir en las cosas sencillas de la vida, la presencia de Dios, y que son un medio para acercarnos cada vez más a Él.
En nuestros sufrimientos, en nuestras alegrías, en nuestras soledades, en nuestros miedos, miremos a María, imitemos a María, amemos a la Virgen, porque quién se mira en Ella como en un espejo, camina seguro hacia el cielo.
Cristo en la cruz, quiso que todos los creyentes nos fijáramos en su Madre. Todos los Santos Padres, y todos los Papas nos recuerdan una gran verdad: todo cristiano debe ser mariano.
Por eso, en nuestra vida diaria, tengamos siempre como referente a la Virgen, que en ningún hogar falte su imagen, para que sea una llamada constante, a vivir la fe auténticamente, y como una invitación a orar, a rezar, la oración a la Virgen, es una escalera que une el cielo con la tierra, y nos lleva al corazón de Dios.
Todo lo que en nuestra vida hagamos por honrar a la Madre de Dios, desde una fe auténtica, es signo de predestinación, es camino de salvación, es ancla segura de esperanza.
Conocer a Cristo, es descubrir el amor maternal de la Virgen.
Amar a la Virgen, es depositar absolutamente nuestra confianza en Cristo.
Que la Virgen María, sea siempre nuestra compañera de camino, nuestra guía, nuestra luz, y la mano que nos lleve siempre por la vida.