HORARIOS DE LAS MISAS

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PROCESIÓN VIRGEN DE FÁTIMA

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PARROQUIA DEL CERRILLO DE MARACENA

GRUPO DE ORACIÓN "REINA DE LA PAZ Y PADRE PÍO" CERRILLO DE MARACENA

GRUPO DE ORACIÓN "REINA DE LA PAZ Y PADRE PÍO" CERRILLO DE MARACENA

ANIVERSARIO SACERDOTAL DE D. JOSÉ LUIS

ANIVERSARIO SACERDOTAL DE D. JOSÉ LUIS

NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

martes, 22 de mayo de 2012

SANTA CATALINA DE SIENA


Santa Catalina de Siena

Tener presente a esta mujer excepcional, es recordarnos a todos, que somos hombres y mujeres de Iglesia, que nos debe preocupar y doler, la marcha de la misma, y que tenemos que trabajar y orar siempre por ella, para que todos, seamos cristianos coherentes, que demos siempre un buen testimonio de nuestra fe.
Santa Catalina, con su ejemplo y su vida, con su fe y su oración, logró que la Iglesia permaneciera unida, y no olvidara el fin que tiene y la meta a la que se dirige.

Jesús
 peregrino aparece a Santa Catalina de Siena (Simone Pignoni, Siena - 
Italia) 
Catalina fue el último de los vástagos del tintorero Giacomo Benincasa y de su mujer Lapa di Puccio. Antes de ella habían venido veintidós. La casa de los Benincasa se alzaba, se alza todavía, en la ladera de la colina sobre la cual se asienta la ciudad de Siena: una casa espaciosa, que respira bienestar, honradez y trabajo; la casa de un industrial cuyos negocios van viento en popa; abajo, la tintorería; en medio, las habitaciones; arriba, la terraza con su jardín, y una gran cocina donde se come, se hila, se cose y se charla en las veladas invernales, bajo la dirección de Giacomo, que habla poco, y de Lapa, mujer sin malicia, pero ducha en los negocios, que dispone y decide con aire autoritario; una indómita energía y una dulzura inalterable, los dos rasgos característicos de la hija. De abajo subía un olor a tintes, pero la atmósfera moral en que creció Catalina era pura y a la vez alegre. Alegre también era la niña; alegre, viva, y tan graciosa, que la llamaban Eufrosina, el nombre de una de las Gracias. Pero un día, atravesando la calle con un hermano suyo, vio un trono de oro, y en él, rodeado de sus ángeles, al Redentor del mundo, que la miraba, la sonreía y trazaba sobre ella una cruz, como hace el obispo cuando da su bendición. Tenía entonces seis años; pero a partir de esa hora dejó de ser niña.
Había visto al Señor, y la voz que en otro tiempo sacaba de entre sus redes a los discípulos, sonaba ahora en su alma, dulce y penetrante como un lejano tañido de campanas. Creyéndose con vocación eremítica, descubrió en su casa un escondrijo sombrío y allí se refugiaba y jugaba a la ermitaña, rezando y ayunando, mientras los demás comían, y flagelándose con una disciplina que ella misma había fabricado. Al poco tiempo esto le pareció un simulacro, y una mañana, habiéndose provisto de un pan, abandonó la casa, resuelta a irse por el ancho mundo. Allá abajo, el valle se abría entre peñascos, y en los peñascos abrían su boca las cavernas. En una de ellas entró la niña, y empezó a rezar con tal fervor, que todo desapareció en torno suyo y le parecía flotar en un mundo de luz resplandeciente, hasta que su cabeza tocó en la bóveda de la roca, y del golpe se despertó. Entonces tuvo miedo. Pensó volver a casa, pero ya era tarde; el sol descendía, las campanas tocaban a Vísperas, las puertas de la ciudad se cerrarían de un momento a otro. Mientras pensaba en su situación, vio pasar una nube ante sus ojos, sintió que flotaba de nuevo, y, sin saber cómo, se encontró más allá de las murallas. Así fracasaron sus proyectos anacoréticos. Pero había comprendido que su vida debía consagrarse a Jesús; arrodillada delante de la Madona, decía: « ¡Oh Virgen María!, concédeme la gracia de tener por Esposo al que amo con toda mi alma, tu Hijo santísimo y mi Señor Jesucristo. Le prometo no aceptar a otro jamás.»
A los siete años, Catalina era la noviecita de Jesús, y como tal se esforzará en cumplir la voluntad de su Esposo. Ahora bien, pensaba en su interior, la voluntad de Jesús es que domemos nuestra naturaleza. Desde entonces, apreciando las penitencias comenzadas en la bodega y los graneros, la niña se condenó a no comer más que pan y legumbres. Colocaba la carne en el plato de sus hermanos, o bien la tiraba por debajo de la mesa a los gatos. A los doce años empezó la lucha irremediable. Lapa estaba inquieta por su hija. Observaba que no se asomaba a la ventana para ver pasar a los muchachos, que mientras barría el portal no cantaba canciones de amor. Sin embargo, ella tenía sus
planes. «Lávate algo más a menudo—decía a Catalina—; péinate con más cuidado; trata de agradar a los hombres.» La niña se mostraba rebelde a estos consejos. Sólo una temporada llegó a vacilar, seducida por la hermana a quien más quería. Hasta consintió en ir al baile con un hermoso atavío, pintada la cara y los cabellos teñidos de rubio, como lo exigía la moda. Al poco tiempo aquella hermana se le murió, y Catalina volvió a su vida de reclusión y de penitencia, orando mucho, comiendo poco y durmiendo lo menos posible. Como señal de su decisión, cogió las tijeras y su cabellera de oro rodó por el suelo. Lapa, sin embargo, no cedía; sus hijos la ayudan en la lucha, hasta que el tintorero se puso serio, y un día, después de comer, dijo con toda gravedad: «Que nadie se atreva en adelante a atormentar a mi hija amadísima; dejémosla que sirva a su Esposo libremente, a fin de que interceda por nosotros.»
Y siguieron las visiones y revelaciones. Diariamente el Paraíso se abría para ella. En la calle, lo mismo que en la celda, se encontraba con visitantes misteriosos. A veces los huéspedes le sorprendían en el jardín, cuando a la hora del crepúsculo se paseaba por las avenidas bordeadas de alhucemas, entre las rosas y los lirios. Una tarde la charla con el Señor y con María Magdalena se prolongó tanto, que la virgen tuvo que decir: «Maestro, no conviene que permanezca fuera a estas horas; permíteme que me retire.» Y oyó esta respuesta: «Haz lo que quieras, hija mía.» Y como Catalina se levantase para bajar a su celda, Jesús y la Magdalena la siguieron hasta su cuarto. Los tres se sentaron en el banco y hablaron como buenos amigos: Jesús, a la derecha; la pecadora, a la izquierda, y el ama de casa, en medio. Otras veces Catalina se quedaba en la ventana sondeando las profundidades del Cielo y escuchando en la lejanía el canto de las milicias bienaventuradas. « ¿No oís cómo cantan?—exclamaba entonces—. Los que más han amado tienen las voces más hermosas. ¿No oís la voz de la Magdalena?» Ninguna visión tan memorable como la de aquel día en que, rodeado de sus santos. Jesús le puso un anillo en el dedo, mientras David tocaba el arpa. Y no fue una alucinación. Al extinguirse la claridad celeste, el anillo de desposada brillaba en la mano de Catalina. Llevólo a sus labios y lo contempló con transportes de júbilo. Era un anillo de oro con un gran diamante rodeado de cuatro perlas pequeñas: el duro diamante de la fe y las perlas de la pureza de intención, de pensamiento, de palabra y de acción. En adelante, Catalina llevó siempre su anillo nupcial, pero sólo era visible para ella, y a intervalos desaparecía a sus ojos, con lo cual conocía que su Esposo no estaba contento de ella. Entonces lloraba amargamente, confesaba su falta, y el anillo volvía a despedir sus vivos resplandores.
Extasis y estigmatización de Santa Catalina de Siena (Pompeo 
Batoni, 1743, Museo di Villa Guinigi, Lucca - Italia)Catalina acababa de cumplir los veinte años. Por este tiempo era ya mantellata, vestía el manto negro y la túnica blanca de la Orden Tercera de Santo Domingo. Además, había aprendido a leer. Una de sus compañeras le procuró un alfabeto, y pronto pudo leer el Breviario, que fue siempre su libro favorito, después del de las estrellas y las flores. Tenía pasión por las flores. En sus sueños veía a los ángeles bajar del Paraíso con guirnaldas de lirios y ponérselas en su cabeza. Cuando vagaba por el jardín, reunía flores en forma de cruz y se las enviaba como un saludo a las personas piadosas. Aunque no era extraordinariamente bella, tenía una gracia sobrenatural que subyugaba. «En la época en que la conocí—decía, un joven dominico—, era joven y su cara parecía dulce y alegre; yo era joven igualmente, y, sin embargo, no sentía en su presencia el embarazo que hubiera experimentado delante de otra muchacha, y cuanto más hablaba con ella, más se apagaban las pasiones humanas en mi corazón.»
Este poder de atracción se revelará pronto en toda su plenitud. La mística se va a convertir en mujer de acción. Marta Catalina se llamará ella, aludiendo a este nuevo sesgo de su vida. Jesús se presentaba ahora a la puerta de su celda suplicando que la abriese, no para entrar Él, sino para que ella saliera. «Soy una mujer ignorante—respondía ella resistiendo—: ¿qué podría yo hacer?» Y el Señor respondía: «Para Mí no hay hombres ni mujeres sabios ni ignorantes.» Desde entonces Catalina confundió su vida con la de sus prójimos. En el libro que dictó al fin de su juventud, que fue también el fin de su vida, en aquel libro donde escribió su corazón, Jesús le habla de esta manera: «No podéis serme útil en nada; en cambio, os es posible acudir en auxilio del prójimo. El alma que ama mi verdad, no se cansa nunca de prodigarse en auxilio de los demás.»
Desde este momento la vemos tomar parte en todos los quehaceres domésticos, buscar a los pobres, interesarse por los pecadores, obrar conversiones maravillosas, cuidar a los enfermos, procurar la salvación de los moribundos". «Señor—clamaba en un éxtasis—, quiero que me prometas la vida eterna para todos mis parientes, para todos mis amigos; pruébame que me atiendes. Señor; dame una prenda cierta de que harás lo que te pido.» En el mismo momento experimentó un vivo dolor, y viendo un clavo de oro que taladraba su mano, prorrumpió en aquellas palabras que solía decir siempre que experimentaba un padecimiento físico: «Alabado sea mi dulce, amabilísimo y amado Esposo y dueño Jesucristo.» Pero no se contentaba con orar, sino que obraba: todo cuanto había en la casa del tintorero iba a parar a las manos de los pobres. Catalina tenía permiso de su padre para disponer de ello, y su conducta era bendecida, porque los toneles estaban siempre llenos, los panes no se acababan nunca en la panera. En cuanto a los enfermos, cuanto más repugnantes, más atraían la atención de la joven. Los días se le pasaban con frecuencia en el hospital de los leprosos, cosechando el desprecio en vez de la gratitud. En él vivía una anciana llamada Tecca, abandonada de todos. Era regañona y altiva, una razón más para que Catalina la asistiese. Se constituyó en su sirvienta, soportando las injurias con alegría. A veces, la leprosa solía recibirla con palabras irónicas, como éstas: «Bien venida seáis, reina de Fontebranda. ¿Dónde se ha entretenido la reina esta mañana? ¿Ha sido en la iglesia de los hermanos? Parece que la reina no se harta de la sociedad de los frailes.» Pacientemente, sin pronunciar palabra, Catalina cumplía con su oficio de enfermera, azorada por las burlas de la vieja, que desde el fondo del catre la seguía con mirada de odio y de befa. Lapa supo algo de esto, y decía a su hija: «Te expones al contagio por esa imbécil, y no podría soportar que cogieses la lepra.» En las manos de Catalina apareció una erupción sospechosa, pero ella siguió frecuentando el hospital, y cuando Tecca murió, su incansable enfermera amortajó al repugnante cadáver y le dio tierra con sus propias manos.
Los prodigios sucedían a los prodigios: ayuno de meses, cambio de corazón entre Jesús y Catalina, estigmatización, conversiones ruidosas, aromas misteriosos, muerte mística. La muerte mística llenó de alarma a toda la ciudad. Se dijo que Catalina había muerto realmente, que se había roto su corazón y exhalado su espíritu. La casa se llenó de gente. Todos la vieron pálida, inmóvil, en la cámara mortuoria; todos sollozaban, cuando la vida reapareció en las mejillas, el corazón volvió a palpitar, los ojos se abrieron, miraron tristes en torno y empezaron a derramar torrentes de lágrimas. «Sí—dijo entonces—, mi alma estaba separada de mi cuerpo; recorrí los reinos de la eternidad; me asomé a las mansiones del infierno; vi los horrores del purgatorio y presencié la alegría de los santos en la eterna beatitud.» Y Catalina oraba, lloraba, sin poder consolarse de su retorno. De sus labios ardientes salían palabras entrecortadas, reveladoras del incendio de su amor: «O sposo, o giovane amabilissimo, amatissimo giovane» Y tan pronto lloraba como reía; y su rostro cambiaba de color, ahora blanco como la nieve, ahora rojo como el fuego, «¡Oh amor, amor—clamaba—; eres lo más suave! ¡Oh eterna belleza, tanto tiempo desconocida, tantos siglos velada por el mundo!
¡Oh Esposo, Esposo! ¿Cuándo..., cuándo?,.. ¿Por que no ahora?»
Ahora no; había que hacer muchas cosas en la tierra; había que convertir muchas almas, y sostener muchos combates, y correr muchos caminos. Y la amable virgen, l’allegra et festosa vergine, que dicen las viejas crónicas, se entregó animosamente a la voluntad del Señor. A los veinticinco años empieza su vida pública, interviniendo en la política italiana, negociando la paz entre los pueblos, poniendo la mano en el timón del bajel de la Iglesia. Los Papas y los príncipes piden su consejo. Atraviesa las provincias italianas hablando de la fe y del perdón; aparece en Pisa y en Florencia, en Aviñón y en Roma; escribe a los capitanes y a los tiranos, a los legados del Papa y a los cardenales; decide la traslación de la corte pontificia a Roma, y las repúblicas italianas piden su intervención para poner fin a las discordias. Sin ninguna experiencia de la política, se coloca frente a los más altos poderes de su tiempo. Y no ruega; exige, manda: «Deseo y quiero que obréis de esta manera... Mi alma desea que seáis así... Es la voluntad de Dios y mi deseo... Haced la voluntad de Dios y la mía... Quiero.» Así hablaba a la reina de Nápoles, al rey de Francia, al tirano de Milán, a los obispos y al Pontífice. Ese audaz quiero es la varita mágica con la que llama a todas las puertas y a todos los corazones, y si realmente las puertas se le abren, es que en su acento vibra una admirable potencia de verdad. En su semblante hay algo que intimida y seduce al mismo tiempo. Bien se vio el día de la insurrección de Florencia. Catalina ha ido allí para tratar la paz con Roma; pero el pueblo no quiere paz: se amotina, saquea y recorre las calles gritando: « ¿Dónde está la hechicera? Queremos hacerla pedazos.» Al oír los rugidos, la sienesa deja el jardín y avanza hacia las turbas, pero nadie se atrevió a tocarla: «Lloro—escribía al día siguiente— porque la multitud de mis pecados es tan grande, que no he merecido cimentar con mi sangre una sola piedra del edificio místico de la Santa Iglesia. Parecía como si las manos dispuestas a herir estuviesen atadas. «Aquí estoy—les decía yo—; tomadme y dejad a los que me acompañan.» Pero estas palabras eran como puñaladas que atravesaban los corazones.»
Los florentinos la habían llamado hechicera. Era el juicio que se formaban de ella muchos de sus contemporáneos. Se le reprochaban su abstinencia total de alimento y de bebida, sus éxtasis, sus visiones, y aquella doble vista con que adivinaba el fondo de los corazones. Por el olor deducía la presencia del pecado en un alma. La corte, tan brillante, de Aviñón le olía peor que los apestados del hospital de Siena. Estas cosas escandalizaban a muchas gentes. Empezaron las habladurías y las acusaciones. Hasta los predicadores hablaban en el pulpito contra la hija del tintorero. Ella callaba. Su silencio y su mansedumbre eran la mejor de todas las defensas. Los mayores enemigos se convertían, con sólo verla, en sus admiradores más entusiastas. Una influencia sobrenatural les transformaba, sin ellos darse cuenta. Así le sucedió a un gran predicador franciscano. Una tarde irrumpió en el cuarto de la santa. Ella le invitó a tomar asiento en el baúl de los vestidos, después de sentarse en el suelo. Hubo unos instantes de silencio, que interrumpió el fraile con estas palabras: «He oído hablar mucho de tu santidad, y vengo con la esperanza de llevarme alguna palabra de edificación y de consuelo.» Catalina, sospechando el lazo, respondió: «Es para mí grande alegría el veros, porque seguramente, con el conocimiento que tenéis de la Escritura, vais a fortalecer e iluminar mi alma.» Aquello era un torneo, en el que dos adversarios hábiles median sus fuerzas respectivas. Catalina rehusó descubrirse ante el teólogo, y el toque del ángelus fue la señal para la separación de los contendientes. Catalina acompañó hasta la puerta a Fra Lazarino, y, arrodillándose, le pidió su bendición. Él se marchó defraudado. Acostóse al punto, porque al día siguiente debía predicar. Pero se levantó profundamente triste; el mal humor aumentaba conforme avanzaba el día; tuvo que suspender el sermón, y las lágrimas no cesaban de correr por sus mejillas. Indagaba la causa, sin resultado alguno, hasta que, al llegar el crepúsculo, se le vino a la memoria su entrevista con Catalina. Entonces lo comprendió todo, y, más sereno, fue en busca de la virgen para confesarle la vanidad y la suficiencia de su alma, y suplicarle que le perdonase la persecución de otros días.
Fray Lazarino se convirtió en un ferviente caterínato, en un amigo e imitador de Catalina. En torno de la sienesa vemos constantemente un grupo, una brigada, decía ella, de hombres y mujeres que en gran parte han sido reclutados de entre sus más decididos adversarios. Pero ahora la admiran y no aciertan a separarse de ella. Son los caterinatos. Van a visitarla con frecuencia, la escoltan en sus viajes, escuchan su doctrina, siguen religiosamente su dirección y la llaman su madre mamma. Ella los ama como a hijos, se hace responsable de sus pecados, los ayuda a salir del vicio, los guía por los caminos de la perfección en santas conversaciones y les escribe cartas penetradas de unción amorosa y de santa doctrina: «Queridísimo hijo en Cristo, el dulce Jesús—escribía a uno de estos devotos—, parece como si el demonio te hubiese encadenado de tal suerte, que no puedas retornar al redil, y yo, tu pobre madre, voy buscándote y llamándote, porque quisiera llevarte sobre los hombros de mi dolor y mi compasión para ponerte en el camino recto. Haz como el hijo pródigo. Tú también eres pobre y necesitado: tu alma muere de hambre. ¡Ay.! ¡Cuan digna soy de lástima! ¿Qué ha sido de tus piadosas resoluciones? Rompe esa cadena; no te dejes engañar del demonio, no te alejes de mí. Ven, ven, queridísimo hijo. Bien puedo llamarte querido, cuando tantas lágrimas y angustias me cuestas.»
Santa
 Catalina de Siena (Anonimo, Iglesia de Santa María del Rosario, Roma - 
Italia)Había aprendido a escribir. «A fin de que pueda dilatar mi corazón—decía ella—para impedir que estalle algún día, la Providencia me ha dado la facultad de escribir. No habiendo llegado para mí la hora de dejar las tinieblas de este mundo, esta facultad ha surgido en mi alma como cuando un maestro enseña a su discípulo lo que debe hacer. He tomado lecciones como en sueños con el glorioso evangelista San Juan y con Santo Tomás de Aquino.» Fue una iniciación interior; sus misteriosos maestros le presentaban los modelos, y no tenía más que copiar lo que veía. Esto sucedió en el curso de un éxtasis. Y fue escritora, una gran escritora. Escribió bellos himnos, que ella misma cantaba en sus viajes con voz tan límpida, que dejaba a todos maravillados; escribió sus epístolas a sus discípulos., y sus Cortas a los grandes de la tierra, y escribió, sobre todo, el libro del Diálogo, mensaje inflamado a todos los hombres de buena voluntad, dictado en una tempestad de pasión por el honor del Esposo, enriquecido con un caudal prodigioso de experiencias terrenas y celestes, iluminado con todas las claridades de una vibrante poesía. Juglar de Dios, como Francisco de Asís, Catalina poseía en alto grado el don esencial del poeta: el de crear la imagen perfecta. Sus comparaciones se han hecho clásicas. A veces son humorísticas, como cuando llama al Breviario la «esposa del sacerdote», porque acostumbraba a pasearse con él bajo el brazo. Las tentaciones son como las moscas, que no se acercan a la olla hirviendo; la virtud se malea en medio del mundo, como la flor pierde su perfume si está mucho tiempo en el agua; la cruz es el bastón de nuestra peregrinación; junto al castillo del alma ladra el perro de la conciencia, un perro que bebe sangre y come fuego: la sangre de Cristo y el fuego del Espíritu Santo. La imagen, para esta santa poetisa, no era más que un vestido del pensamiento, un vestido hermoso y sutil para cubrir un pensamiento grave, profundo y delicado, del mismo modo que este mundo sólo tiene valor como una preparación de otro mundo mejor. Para ella, la vida presente, en sí misma considerada, «es sólo tinieblas y amargura, hediondez e inmundicia, prisión asquerosa y sombría. Todo desaparecerá—nos dice—, y ¿qué os quedará luego sino un puñado de hojas secas?» Aquella tenue sonrisa que, según sus biógrafos; se dibujaba constantemente en sus labios, debía de estar llena de compasión y de melancolía.
Catalina, naturaleza enérgica, más dominante, menos dulce que Francisco de Asís, tiene, al dejar este mundo, unos momentos sombríos. No muere cantando como el Poverello. Es en Roma, en la Vía di Papa. Apenas ha cumplido treinta y tres años; pero yace sobre unas tablas luchando con la muerte. Y con el diablo. Los caterinatos la rodean, y uno de ellos nos dice: «Poco después de recibir la Extremaunción, cambió de aspecto y empezó a mover la cabeza y los brazos, como si sufriese violentos ataques de los espíritus infernales. El combate se prolongó por espacio de media hora. Luego empezó a exclamar: «Pecavi, Domine, misere mei.» Repitiólo sesenta veces, y a cada vez levantaba el brazo y lo dejaba caer pesadamente sobre su lecho. Luego se metamorfoseó completamente; su rostro, antes ensombrecido, volvió a ser como el de un ángel; los ojos, hasta entonces empañados de lágrimas, adquirieron tan gozoso resplandor, que nos fue imposible dudar que, sublimándose a la superficie de un océano sin fondo; había sido devuelta a sí misma; y esto dulcificó nuestro pesar, puesto que nosotros, sus hijos y sus hijas, que la rodeábamos, estábamos profundamente abatidos.»

Y LA SEÑORA NO FALTÓ A SU CITA

Parecía que este año, la Romería de la Virgen de la Cabeza, se íba a encontrar con más dificultades que nunca... la crisis, el cobro de un impuesto por acampar en el cerro, el frío, la lluvia...
Pero la Morenita, fiel a su amor por todos nosotros, hizo el milagro una vez más. Ya se está convirtiendo en normalidad, que a pesar de que esté lloviendo a manta, incluso a la hora de la Eucaristía previa a su salida procesional, en el momento, que su imagen bendita, es portada desde el camarín, hasta el trono, desde el que será aclamada por miles de corazones enamorados, que el tiempo se vaya esclareciendo, que las nubes se retiren, y que dejen que ese Sol bello que es la Señora, ilumine toda Sierra Morena, y desde ahí, al mundo entero.
Y así pasó este año. A la hora de la procesión... el cielo se abrió, para recibir a la Señora.
Pero era tanta la emoción, tantas las lágrimas de las oraciones y de los agradecimientos, que al final, comenzó a llover una suave llovizna... que no consiguió, que ninguno de sus hijos, se separaran de su lado...









ORIGEN DE ESTE AMOR POR LA SEÑORA EN SIERRA MORENA

Un pastor de Colomera (Granada), llamado Juan Alonso Rivas, apacentaba su ganado, cabras y ovejas, en las alturas de Sierra Morena junto a la cumbre del Cabezo. Era cristiano sencillo y fervoroso, quizá algo entrado en años y estaba aquejado de una anquilosis o paralización total en el brazo izquierdo.

Empezaron a llamar su atención las luminarias que divisaba por las noches sobre el monte cercano a donde tenía su hato y a las que se sumaba el tañido de una campana. Finalmente quiso salir de duda y en la noche del 11 al 12 de agosto del año 1.227 resolvió llegar a la cumbre.
A su natural temor sucedió una expresión de asombro y gozo, porque en el hueco formado por dos enormes bloques de granito, encontró una imagen pequeña de la Virgen, ante cuya presencia se arrodilló el pastor y oro en voz alta entablando un diálogo con la Señora.
Imagen de la Virgen de la Cabeza

La Santísima Imagen le expresó su deseo de que allí se levantara un templo, enviándolo a la ciudad, para que anunciara el acontecimiento y mostrara a todos la recuperación del movimiento en su brazo y de esta forma, dieran crédito a sus palabras. Bajó a la ciudad y anunció el suceso que no tuvieron más remedio que creer ante le testimonio de su brazo curado.
 

Imagen original de Ntra. Sra. de la Cabeza hallada en 1227 por el pastor Juan Alonso de Rivas y desaparecida en la guerra civil española. 

domingo, 20 de mayo de 2012

MISERICORDIA DIVINA.... AMOR INFINITO...


Una devoción especial se comenzó a esparcir por el mundo entero a partir del diario de una joven monja polaca en 1930. El mensaje no es nada nuevo, pero nos recuerda lo que la Iglesia siempre ha enseñado por medio de las Sagradas Escrituras y la tradición: que Dios es misericordioso y que perdona y que nosotros también debemos ser misericordiosos y debemos perdonar. Pero en la devoción a la Divina Misericordia este mensaje toma un enfoque poderoso que llama a las personas a un entendimiento más profundo sobre el Amor ilimitado de Dios y la disponibilidad de este Amor a todos – especialmente a los más pecadores.El mensaje y la devoción a Jesús como la Divina Misericordia esta basada en los escritos de la Santa María Faustina Kowalska, una monja polaca sin educación básica que, en obediencia a su director espiritual, escribió un diario de alrededor de 600 páginas que relatan las revelaciones que ella recibió sobre la Misericordia de Dios. Aún antes de su muerte en 1938 se comenzó a esparcir la devoción a la Divina Misericordia.
El mensaje de Misericordia es que Dios nos Ama – a todos- no importa cuan grande sean nuestras faltas. Él quiere que reconozcamos que Su Misericordia es más grande que nuestros pecados, para que nos acerquemos a Él con confianza, para que recibamos su Misericordia y la dejemos derramar sobre otros. De tal manera de que todos participemos de Su Gozo. Es un mensaje que podemos recordar tan fácilmente como un ABC.A — Pide su Misericordia. Dios quiere que nos acerquemos a Él por medio de la oración constante, arrepentidos de nuestros pecados y pidiéndole que derrame Su Misericordia sobre nosotros y sobre el mundo enteroB — Sé misericordioso – Dios quiere que recibamos Su Misericordia y que por medio de nosotros se derrame sobre los demásC — Confía completamente en Jesús – Dios nos deja saber que las gracias de su Misericordia dependen de nuestra confianza. Mientras más confiemos en Jesús, más recibiremos.

La Devoción a la Divina Misericordia
Tener devoción a la Divina Misericordia requiere de una total entrega a Dios como Misericordia. Es una decisión que comprende en confiar completamente en Él, en aceptar su Misericordia con acción de gracias y de ser misericordioso como Él es Misericordioso.
Las prácticas devocionales propuestas en el diario de la Santa Faustina están en completo acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia y su raíz están firmemente en los Mensajes de los Evangelios de nuestro Señor Misericordioso. Estos propiamente comprendidos e implementados nos ayudan a crecer como genuinos seguidores de Cristo.
Corazón Misericordioso
Existen dos versos de las Escrituras que debemos tener en cuenta mientras nos involucramos en estas prácticas devocionales.
1. "Ese pueblo se me ha allegado con su boca, y me han honrado con sus labios mientras que si corazón está lejos de mí." (Is 29:13);
2. Bienaventurados los misericordiosos por que ellos alcanzarán misericordia " (Mt 5:7). Es irónico y hasta espantoso el hecho de que la mayoría de las personas religiosas de los tiempos de Cristo (personas que eran practicantes de su religión y que ansiosamente esperaban la venida del Mesías) no fueron capaces de reconocerlo cuando Él vino.
Los fariseos, a los que Cristo les hablaba en la primera cita del evangelio mencionada anteriormente, eran muy devotos a las oraciones, reglas y rituales de su religión, pero al pasar de los años, estas prácticas externas eran tan importantes por ellas mismas que su verdadero significado se había perdido. Los fariseos efectuaban todos los sacrificios requeridos, decían las oraciones correctas, ayunaban con frecuencia y hablaban constantemente sobre Dios, pero nada de esto había tocado sus corazones. Como resultado no tenían ninguna relación con Dios, ellos no estaban viviendo de la forma que Él quería y no estaban preparados para la venida de Cristo.

Cuando miramos a la imagen de nuestro Salvador Misericordioso, o dejamos lo que estamos haciendo a las tres de la tarde, o rezamos la coronilla de la Divina Misericordia – son estas cosas que nos están llevando más cerca a la verdadera vida sacramental de la Iglesia y dejamos que Cristo transforma nuestros corazones? ¿O solo se han convertido en hábitos religiosos? ¿En nuestras vidas diarias estamos convirtiéndonos más y más en personas de Misericordia? ¿O sólo estamos honrando la Misericordia de Dios con los labios? Viviendo el mensaje de la Misericordia Las prácticas devocionales reveladas a la Santa Faustina nos fueron dadas como "instrumentos de misericordia" por medio de los cuales el amor de Dios es derramado sobre todo el mundo, pero no son suficientes por sí solas. No es suficiente que nosotros colguemos la imagen de la Divina Misericordia en nuestros hogares, que recemos la Coronilla todos los días a las 3 de la tarde, y recibamos la Comunión el domingo después de la pascua. Nosotros debemos mostrarnos misericordiosos con nuestro prójimo. ¡Poner la Misericordia en acción no es una opción de la devoción a la Divina Misericordia sino un requisito!
Nuestro Señor le habla estrictamente de esto a Santa Faustina:
Exijo de ti obras de Misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. (Diario 742).
Así como lo mandan los evangelios "Sean Misericordiosos así como su Padre en el Cielo es Misericordioso, " piden que seamos misericordiosos con nuestro prójimo "siempre y en todo lugar" parece imposible de cumplir pero el Señor asegura que es posible. " Cuando un alma se acerca a Mí con confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que ella no puede contenerlas en sí misma, sino que las irradia sobre otras almas. " (Diario 1074)
¿Cómo irradiamos la Misericordia de Dios a nuestro prójimo? Por medio de nuestras acciones, palabras y oraciones. "En estas tres formas" Él le dice a Sor Faustina " está contenida la plenitud de la misericordia" (Diario 742) Todos hemos sido llamados a practicar estas tres formas de misericordia, pero no todos somos llamados de la misma manera. Tenemos que preguntarle al Señor, quien comprende nuestras personalidades individuales y nuestra situación, que nos ayude a reconocer las diversas formas con que podemos poner en práctica Su Misericordia en nuestras vidas diarias.
Pidiendo la Misericordia de nuestro Señor, confiando en su Misericordia, y viviendo como personas misericordiosas nos podemos asegurar que nunca escucharemos decir "Sus corazones están lejos de mí" sino más bien la hermosa promesa de " Bienaventurados los misericordiosos, ya que ellos obtendrán Misericordia".

Es nuestro deseo que ustedes continúen leyendo y volviendo a leer la información de esta página de web y que digan las oraciones, y que pongan en práctica lo anteriormente mencionado, de manera que lleguen a confiar completamente en Dios y vivan cada día inmersos en su Amor Misericordioso – cumpliendo de esta forma el mandamiento del Señor "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mt 5:16).

LA IMAGEN

El primer elemento de la Devoción a la Divina Misericordia que fue revelado a la Hermana Faustina fue la Imagen, el 22 de Febrero del 1931. Jesús se le aparece con rayos de luz irradiando desde su Corazón y le dice:

"Pinta una imagen según el modelo que vez, y firma: "Jesús, en ti confío". Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero." (Diario 47)
"Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerta. Yo Mismo la defenderé como Mi gloria." (Diario 48)
"Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Este recipiente es esta imagen con la firma: Jesús en Ti confío". (Diario 327)
"Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica las almas. EL rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…"."Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizado fue abierto en la cruz por la lanza."
"Estos rayos protegen a las almas de la indignación Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, por que no le alcanzará la mano justa de Dios." (Diario 299)
"No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia." (Diario 313)
"A través de esta imagen concederé muchas gracias a las almas, ella ha de recordar a los hombres las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil." Diario (742)

En estos textos se explica la doctrina de la Iglesia en cuanto a imágenes, la justificación y la gracia. Primero, por si sola una imagen es meramente una pintura, no importa cuan hermosa y expresiva. Sin embargo, puede señalarnos los misterios de la fe y disponernos a recibir aquello que representan, en este caso la Divina Misericordia.
Es por tanto el recipiente, no la fuente, un recordatorio, no la realidad. Esta realidad es la fuente misericordiosa de gracias que mana del Corazón traspasado de Cristo en la Cruz, y que mana visiblemente para representar lo visible, es decir lo sacramental, los signos de gracia, el Bautismo y la Eucaristía, representando todos los sacramentos de la Iglesia. Por ende, San Juan en su primera epístola insiste en la presencia de lo invisible con lo visible, el Espíritu con el Agua y la Sangre.

La imagen también nos recuerda que la salvación no es sólo por la fe, pero por obras y caridad también. Hay que tener fe para ver y creer en lo que significa la Imagen, la Divina Misericordia derramándose de Cristo en la Cruz, pero hay que ser misericordioso, el amor que va más allá los estrictos requisitos de la justicia, para atraer la Misericordia hacia sí mismo. " Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden" (Mt 7:2). La imagen del costado traspasado de Jesús derramando sangre y agua nos recuerda que la Cruz, el amor en acción es el precio de la misericordia. " Que, como yo os he amado, así os améis los unos a los otros." (Jn 13:34)

LA FIESTA

Durante el transcurso de las revelaciones de Jesús a la hermana Faustina sobre la Divina Misericordia Él le pidió en diversas ocasiones que se dedicara una fiesta a la Divina Misericordia y que esta fiesta fuera celebrada el domingo después de la Pascua. Los textos litúrgicos de ese día, el segundo domingo de Pascua, son concernientes a la institución del Sacramento de Penitencia, el Tribunal de la Divina Misericordia, de manera que van perfectamente con las peticiones de nuestro Señor. Esta fiesta ya ha sido otorgada a la nación de Polonia, al igual que es celebrada en la Ciudad del Vaticano. La canonización de la hermana Faustina el 30 de abril 2000 representa el respaldo más grande que la Iglesia le puede dar a una revelación privada, un acto de infalibilidad Papal proclamando la segura santidad de la mística.
De hecho el día de la canonización de Sor Faustina esta fiesta se extendió a lo largo de la Iglesia universal. Sobre esta fiesta dijo Jesús:
"Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas y de las penas." (Diario 300).
"Quiero que la imagen sea bendecida solemnemente el primer domingo después de Pascua y que se le venere públicamente para que cada alma pueda saber de ella. " (Diario 341)
"Esta fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el abismo de Mis gracias." (Diario 420)
"Una vez, oí estas palabras: Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mí misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de las entrañas de Mi misericordia. Cada alma respecto a mí, por toda la eternidad meditará Mi amor y Mi misericordia. La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre solamente el primer domingo después de la Pascua. La humanidad no conocerá paz hasta que se dirija a la Fuente de Mi misericordia." (Diario 699)
"Sí, el primer domingo después de la Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero también debe estar presente la acción y pido se rinda culto a Mi Misericordia con la solemne celebración de esta Fiesta y con el culto a la imagen que ha sido pintada." (Diario 742)
"Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban la Santa Comunión el día de la Fiesta de Mi Misericordia." (Diario 1109)
Podemos apreciar de estos extractos que Nuestro Señor desea que durante la celebración de esta fiesta se incluye la veneración solemne y pública de la imagen de la Divina Misericordia por parte de la Iglesia, como así desea además la veneración individual de cada uno de nosotros. La gran promesa para cada alma es que un acto devocional de penitencia sacramental y comunión obtendrán para esa alma la plenitud de la Divina Misericordia en la fiesta.

El Cardenal de Cracovia, Cardenal Macharski cuya diócesis es el centro donde se esparció la devoción y fue el patrocinador de la Causa de Sor Faustina, escribió que debemos utilizar la cuaresma como una preparación para la fiesta y confesarnos aún antes de la Semana Santa!. De modo que está claro que los requisitos de confesión no tienen que cumplirse el mismo día de la fiesta. Esto sería una carga imposible para el clero. Los requisitos de la comunión pueden ser cumplidos fácilmente en ese mismo día ya que es día de obligación siendo un Domingo. Solamente necesitaríamos confesarnos otra vez, si este sacramento se recibió temprano en la cuaresma o en la Pascua, o si estamos en pecado mortal en el día de la fiesta.

LA CORONILLA DE LA MISERICORDIA


Se utiliza un rosario común de cinco decenas.

1. Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.
2. Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
para el perdón de nuestros
pecados y los del mundo entero."
3. En las cuentas pequeñas del Ave María:
"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero."

4. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
veces
:
"Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de
nosotros y del mundo entero."





sábado, 19 de mayo de 2012

CADA 9 DE ABRIL, CHAUCHINA SE LLENA DE HIJOS, QUE ACLAMAN A LA MADRE

Cada 9 de Abril, en Chauchina se recuerda la visita de la Señora a una mujer, sencilla y humilde, llamada Rosario Granados. Recordemos la historia de este bello encuentro:
Historia de la aparición y llegada de la imagen a Chauchina.
En Chauchina (Granada, España), el 9 de abril de 1906, a una anciana llamada Rosario Granados Martín, apoyada en el respaldo de una silla, por no poder caminar de otra manera, se dirigía muy de mañana a las afueras del poblado para curarse las llagas purulentas que hace mas de tres años padecía en la pierna y cuyo estado nauseabundo Representación de Rosario Granados Martín rezando con la Virgen del Espino, junto al cementerio, donde fue curada.obligaba a huir de ella a cuantas personas la encontraban. Abrumada iba la triste anciana, cuando vio que hacia ella venia una dama enlutada, llevando en sus manos un modesto rosario negro, la cual se detuvo a preguntarle qué le sucedía. Le contesto Rosario que estaba casi desesperada, porque ni Dios ni la Virgen se dignaban oírla. Le mandó entonces la Señora que siguiera sus pasos hacia el cementerio, oído lo cual, la anciana soltó la silla que le servia de sostén y con gran agilidad, que sorprendió a los que la vieron, siguió a la Señora por la angosta vereda, hasta llegar a un arroyo donde la Señora le dio la mano para ayudarle a pasar y como Rosario alargase la suya para asir la de la Señora, un joven que la vio en tal actitud, juzgó que estaba loca. Una vecina de las ultimas casas del pueblo la invitó a descansar y como rehusara hacerlo por ir siguiendo a una Señora de "ojos hermosísimos y cara llena de gracia ", la tomó por ilusa.
Llegó por fin al cementerio y la Señora enlutada le dijo con acento de compasión y tristeza "Oremos por los desgraciados del mundo que no temen la Divina Justicia ". En seguida y puestas ambas de rodillas en el umbral del cementerio, comenzaron el rezo del rosario observando la anciana la reverencia y devoción con que la Señora pronunciaba el nombre de Dios Padre. No había terminado el rosario, cuando la anciana se sintió adormecida por dulcísimo éxtasis, a cuyo despertar se sintió completamente curada. Corrió presurosa preguntando por la Señora y nadie supo darle razón de ella. Se conmovió el pueblo a la vista de la prodigiosa curación, la prensa granadina comentó el hecho, al parecer milagroso y Chauchina y los pueblos comarcanos se persuadieron de que la misteriosa enlutada fue la Santísima Virgen, conocida bajo la advocación del Pincho, por el espino junto al cual se apareció primeramente y de los Dolores, por las negras vestiduras que llevaba la misteriosa aparecida.
Una pobre estampa, rodeada de rústicas piedras, fue el primer monumento que la piadosa gratitud de Rosario levantó a la Santísima Virgen. Un piadoso matrimonio levantó una capilla espléndidamente dotada para el culto; y junto a esa capilla ya ampliada porque era incapaz de contener las multitudes que en fervorosas romerías acuden de muchos pueblos, se levanta la esbelta silueta de un monasterio de Capuchinas, llevado allí por la piedad del Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo, D. Vicente Casanova y Marzal, para que adorando al Santísimo Sacramento y viviendo en perpetua oración y penitencia por los pecados del mundo, cumpliesen los deseos de la Santísima Virgen. En efecto, antes de morir manifestó Rosario a un Padre Capuchino que la Santísima Virgen le había dicho: "Quiero que en este lugar se dé culto al Santísimo Sacramento, por religiosas franciscanas".
Sólo a la Iglesia compete definir la verdad sobrenatural de esta aparición; pero al ver el "divino crescendo" de la fe, de las buenas costumbres y la generosidad con que los fieles contribuyen al esplendor del culto a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen, no podemos menos de confesar que parece que Dios quiere que lo que fue al principio humilde estampita y luego pequeña capilla, se convierta pronto en famoso santuario donde los pueblos respiren el espíritu de adoración y penitencia que ha de salvar al mundo. 
¿Quién es Rosario Granados Martín...?
Rosario Granados Martín es una mujer sencilla que nació en Chauchina el 25 de abril de 1839, el  4 de abril de 1859 contraerá matrimonio con Manuel de Cantos Romero, muy pronto quedará viuda con 3 hijos: José, Diego y Francisco, a los que procuraba educar cristianamente y daba buenos ejemplos, enseñándoles las oraciones y la práctica de la caridad cristiana.
Cuando uno se pregunta ¿Qué ha visto Dios en Rosario para ejercer sobre ella sus Misericordias?  Rosario tuvo en su vida una ocasión de ejercitar en grado heroico el mandamiento del Señor de perdonar, lo vamos a reflejar aquí:  Unos años antes de la aparición, uno de sus hijos es asesinado por un hombre en la taberna de Arenas del Rey, pueblo de Granada donde Rosario y sus hijos viven como porteros de un cortijo o finca.  El asesino escapando de la justicia se esconde precisamente en casa de Rosario, él dice a Rosario que en una riña ha matado a un hombre y que lo quieren ahora matar a él, Rosario esconde a este hombre, al poco rato llega el otro hijo de Rosario comunicando la muerte de su hermano y Rosario en lugar de delatar al hombre se lamenta diciéndole una vez que su hijo se ha marchado en su búsqueda: "Ya ves lo que has hecho... pero yo no te denunciaré... te perdono...  También la Virgen perdonó a los verdugos de su Hijo en el Calvario... Anda, y que Dios te acompañe por el mundo...". Incluso Rosario le da de comer.
No tardó el asesino en ser apresado.  Rosario, pensando que él tendría madre, rogaba al Señor que no se viera obligado a testificar contra él ante un tribunal.  Y su oración fue atendida:  Ocho días antes de la fecha señalada para el juicio, fallecía el homicida, dando muestras de sincero arrepentimiento.
Esto es lo que consiguen los santos, así obran los Santos. Con el paso de los años Rosario vuelve a Chauchina, es una abuela enferma a la que ha salido unas llagas purulentas en el año 1903, de las que hablábamos anteriormente, y las que va a curar la Stma. Virgen.  Estas llagas hacen que el dueño de la casa donde viven su hijo Francisco, con su esposa e hijos, (Rosario vive con ellos), no quiere por el "mal olor que producen las llagas" tener a Rosario, y la incita a que ser marche o echará a todos de la casa.   Esto ocasiona una pena terrible a Rosario, es cuando está en esta situación que se produce la aparición de la Virgen el 9 de abril de 1906.
Rosario es una mujer que lleva una vida ordinaria y profundamente religiosa, cumple fielmente sus deberes religiosos en la parroquia, reza, especialmente cuando sobreviene una de esas penas o disgustos familiares, que no pueden faltar en las casas de los pobres; reza, también especialmente, a la Santísima Virgen, Nuestra Señora de los Dolores...  Rosario es cristiana; nada más que eso.   Pero también... ¡nada menos que eso: cristiana!
Rosario ayuda a su nuera Magdalena en los trabajos de la casa y en la crianza de los niños que le van naciendo; atiende a los pobres que pasan, pidiendo un pedazo de pan, así como también a los vecinos o vecinas que necesitan unas palabras de consuelo, unas muestras de cariño; y mantiene trato amistoso con todas sus vecinas y personas del pueblo que hablan muy bien de ella, como una mujer sencilla, una anciana que pasa desapercibida, pero sienten que tiene algo... ¡tiene una profunda vivencia de Dios en medio de la sencillez. Por eso va a ser a esta mujer a la que va a elegir la Stma. Virgen.
¿Cómo es Rosario después de la aparición de la Stma. Virgen?
Todos los que la recuerdan dicen en el proceso sobre las Apariciones: era humilde, muy caritativa y muy piadosa... Seguía cumpliendo sus quehaceres domésticos, y nadie recuerda una palabra de Rosario o un gesto, que descubriera complacencia propia por haber recibido la visita de la que humildemente llamaba Señora desconocida o buena Mujer. Varias personas le habían ofrecido dinero para aliviarle la pobreza familiar en que vivía; pero ella no lo aceptaba.
Así, se acomodaba también al noble deseo de su hijo Francisco, que le dijo cuando marcho a Buenos Aires (Argentina): "Madre, no acepte usted dinero por haber visto a la Virgen; que nadie se piense que hacemos un negocio con la religión". Jamás la religión fue un negocio para Rosario ni para su familia, fue, eso  sí, el supremo valor de toda la vida. Por eso, dedicaba sus ratos libres a rezar, ya solitaria en su pequeña habitación, ya en la Iglesia parroquial. A todos impresiona como reza el Rosario a la Virgen.
Todos coinciden en decir que Rosario estaba siempre apacible, con el mismo estado de ánimo, bondadosa, sin enfadarse nunca... siempre hablaba de la Virgen, enseñaba a los niños a rezar y decía a las niñas que no jugaran con los chicos y daba muy buenos consejos.
Rosario no murió de enfermedad, sino de vejez,   muere el 24 de septiembre de1921, es enterrada en el Cementerio y 40 años después de su muerte sus restos se trasladan a la cripta que, con permiso del Sr. Arzobispo de Granada, se le construyó junto al Camarín de la Virgen en la Iglesia conventual. He aquí lo que está inscrito en la lápida de su sepulcro actual, donde sus restos esperan la Resurrección de la Carne:
AQUÍ REPOSAN LOS RESTOS MORTALES DE ROSARIO GRANADOS MARTÍN, CURADA MILAGROSAMENTE POR LA STMA. VIRGEN EL DIA 9 DE ABRIL DE AÑO 1906.  MURIÓ SANTAMENTE EL DIA 24 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1921 A LOS 82 AÑOS DE EDAD.  SUS RESTOS MORTALES SE TRASLADARON A ESTA CRIPTA EL DIA 30 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1961.
REFLEXIONES ACERCA DE LA VIRGEN DEL ESPINO
¿Cómo era Chauchina antes de la aparición de la Virgen María a Rosario?  Después de la aparición de la Virgen, incluso hoy en día la tónica general de las familias que habitan en Chauchina es la honradez y la convivencia pacífica, con las tradicionales prácticas religiosas de los pueblos cristianos de la España de siempre.  Pero parece que antes de la aparición de la Virgen las cosas no eran así, tenemos testimonios que nos hablan  de que Chauchina era uno de los peores pueblos de la provincia de Granada... "por fútiles motivos, chillan, se pegan, llegan hasta la sangre..."  Incluso una hija del pueblo religiosa  Clarisa en Santa Clara de Granada, después de la aparición de la Virgen compondrá las siguientes coplillas:
                      "Chauchina ya no es Chauchina
                      que es un ramito de flores,
                      donde hace muchos milagros
                      la Virgen de los Dolores".

Precisamente una de las pruebas de que una aparición es auténtica, además de que no se diga nada contra el Magisterio de la Iglesia, y los videntes lleven una vida santa, es que la aparición produzca cambios y frutos de santidad.  Esto es precisamente lo que sucedió en Chauchina.
Después de la aparición de la Virgen, aquel lunes santo del año 1906 se convirtió por obra de la Virgen en Domingo de Pascua.  La feliz noticia de la aparición de la Virgen y curación de Rosario corre por toda la comarca como pólvora, gentes de todas partes acuden a Chauchina.  Muy pronto en torno al lugar donde Rosario vio por primera vez a la Señora se va a poner una marquesina, formada al principio por piedras y madera que las personas de buena voluntad construyen a la Stma. Virgen para su culto y honra.  Esta es tan pequeña que sólo cabe un cuadro con la Virgen de los Dolores.  La Virgen empezará a realizar verdaderos prodigios y milagros, de cuerpo y sobre todo del alma, que son los más importantes.  Para manifestar sus bondades y poner el sello de que allí está la mano de Dios, la mano sobrenatural.
Muy pronto empezarán a difundir el mensaje de la Virgen por la prensa, la Iglesia dará su juicio favorable y la pequeña marquesina se convertirá en una Iglesia. Una de las cosas que más llaman la atención en esta advocación de la Virgen del Espino, o "del Pincho" como dicen cariñosamente en Granada, es la preciosa imagen que se venera en el lugar de la aparición, hoy convertido, como ya hemos indicando en Monasterio de M.M. Capuchinas.   Vamos a intentar explicarlo en este último parte sobre la Virgen y su mensaje en Chauchina.
Entre las muchas personas que se acercaban a Chauchina para conocer el lugar de la aparición y venerar el cuadro de la Virgen Dolorosa, distinguíase un caballero de Granada, don José Farrugia, muy conocido en el Albaycín (barrio de Granada muy popular) por su vida ejemplar.  Decíase que tenía terminada la carrera eclesiástica; pero que no la ejercía a pesar de llevar siempre traje talar (por humildad).
Su vida de piedad estaba consagrada al culto del Santísimo Sacramento, especialmente en la devoción de las cuarenta horas.  Sintió alegría cuando supo que se estaban recogiendo limosnas para construir una ermita en el lugar de la hornacina (esto fue antes de realizarse la fundación del monasterio de las Capuchinas).
Había conversado personalmente con Rosario; le había oído decir que fue curada por una Señora de muy noble presencia, morena, de hermosos ojos, vestida de negro como una Virgen de los Dolores... Y en seguida, el piadoso don José Farrugia pensó que en su casa tenía una imagen de la Dolorosa parecida a la descrita por Rosario, aunque bastante deteriorada.
Aquella tarde, cuando llegó a su casa, le parecía que su imagen de la Virgen estaba diciéndole: "Llévame a Chauchina". Y se lo repetía bondadosamente en el interior del alma: "Llévame a Chauchina".
Don José concibió la idea de desprenderse de la piadosa imagen, muy querida para él, y la entregó a la autoridad religiosa competente, quien enseguida alabó el proyecto.  El párroco de Chauchina también aprobó la idea y don José llevó la imagen a un conocido escultor de Granada que la restauró haciendo de la imagn una verdadera obra de arte. 
La imagen es una preciosidad; esta preciosa imagen que parece que habla y que está viva, que te llena de ternura, imagen que desde su camarín acompaña a su Hijo Expuesto por nuestro amor en la Custodia de este precioso monasterio. Quedé vivamente impresionado, a la Virgen consagré mi entrada al Seminario y Ella de su mano me ha conducido al sacerdocio, no puedo por lo menos de dar las gracias públicamente a Nuestra Señora del Espino, por el regalo que me hizo en aquella mañana del mes de Agosto donde la conocí.  Invito a todos los lectores de esta página de Internet que si tienen ocasión visiten alguna vez en su vida en Chauchina el Santuario-Monasterio de Nuestra Señora del Espino, es un lugar donde el Cielo concede gracias muy especiales y siempre me agradecerán este consejo que hoy les doy.
 No podemos terminar este relato sin hablar del Monasterio de las Capuchinas.
Como en otras apariciones la Virgen en Chauchina también dio un secreto a Rosario. ¿En que consistió este secreto?  Una amiga de Rosario y vecina de Chauchina, de edad aproximadamente igual a la de Rosario, llamada Ángeles Díaz García nos cuenta que Rosario le confío que había recibido de la Señora enlutada que vio el lunes santo del 1906 una confidencia misteriosa que debía guardar en secreto.  Más adelante en 1921, Rosario se siente agotada y próxima a morir.  Un sobrino suyo la visita y oyó este ruego: "Que venga mi confesor, el padre Francisco de Sevilla - capuchino que vive en Granada - pues tengo que comunicarle una cosa antes de morir". El sobrino sale en seguida hacia Granada, para ir al convento de los padres Capuchinos y buscar al Padre Francisco.
Mas no necesitó ir al convento, ni siquiera detenerse en Granada.  La suave providencia de Dios dispuso que cuando su tranvía llegaba a la que entonces llamaban Estación de Andaluces, viese que en aquel momento el Padre Francisco de Sevilla acababa de llegar en tren.  Le expone los deseos de Rosario, y el caritativo fraile, en vez de ir a su convento, toma el primer tranvía que sale para Chauchina; entra en casa de la enferma; la oye en confesión y  recibe el secreto con permiso de comunicarle después de que ella fallezca.
Aquel secreto contenía una profecía, un anuncio para el tiempo futuro:
"EN EL LUGAR DEL ESPINO DONDE FUE LA PRIMERA APARICIÓN, SE EDIFICARA UNA CASA DE ORACIÓN Y PENITENCIA, UN MONASTERIO DE RELIGIOSAS FRANCISCANAS QUE ADORARAN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO".
En el momento en el que Rosario hace esta confidencia parece algo totalmente imposible, pero la Providencia va preparando el camino y hará posible que esta fundación se realice.
Coincide que la que entonces era abadesa del Monasterio de las Capuchinas de San Antón (Granada capital), llamada Sor Trinidad del Inmaculado Corazón de María, devotísima de Jesús Sacramentado, se sentía inspirada por Dios a tener en la Iglesia de su comunidad el Santísimo Sacramento expuesto durante todo el día y adorado por las religiosas Capuchinas en turnos de una hora. Sus deseos fueron aprobados por el Cardenal Arzobispo de Granada, Monseñor Vicente Casanova y Marzol,. sin embargo, no todas las Capuchinas de su comunidad veían con claridad ese deseo y proyecto de recargar la regla capuchina, ya muy austera por si misma...
Es entonces cuando el padre Francisco de Sevilla les sugiera la idea de ir a Chauchina, ya que la Virgen lo ha pedido y coincide la petición de la Virgen con la inspiración de la Madre Trinidad.
El 11 de abril de 1925, Sábado Santo, el Cardenal de Granada, junto con su clero reciben en Chauchina  a la Madre Trinidad que junto con otras 11 monjas vienen a iniciar la vida recoleta de las Capuchinas en la ermita de la Virgen del Espino, convertido desde entonces en Santuario Monasterio.
Hoy es una comunidad muy pujante que en medio de la crisis vocacional que atraviesa España cuenta con un buen número de monjas, llegando a 26, muchas de ellas de edad muy joven.  Esta comunidad ha producido muchos frutos de santidad, entre ellos citamos a la Madre Rafaela María de Jesús Hostia, que fue durante muchos años abadesa del Monasterio, ha fallecido recientemente en el año 1991.  Las hermanas Capuchinas siguiendo el carisma de su fundadora Santa Clara, se dedican a la adoración al Santísimo Sacramento, cumpliendo así las peticiones de Nuestra Señora a Rosario, obteniendo para nuestra humanidad gracias muy especiales, junto con las hermanas son muchos los seglares, vecinos de Chauchina y devotos que acuden de toda España, de Francia, y de otros países para rezar en su capilla, lugar de su aparición.
 Con posterioridad a la Aparición de la Virgen del Espino a Rosario Granados, por vecinos del pueblo, principalmente jóvenes residentes en la cercana C/ Ancha y otras vías colindantes, conocido popularmente como Barrio Bajo y cercano al lugar de la Aparición, erigieron una humilde Ermita con maderas y otros pobres elementos, ubicando en la misma un Cuadro de la Virgen de los Dolores, que desafortunadamente desconocemos su existencia, en el momento presente.
Un día se presentó en dicha Capilla, un señor de Granada, llamado D. José Farrugia, lego, devoto del Santísimo Sacramento, que participaba activamente en el Jubileo de las Cuarenta Horas en la vecina ciudad de Granada, donde residía en una humilde casa, en el granadino barrio del Albaicín, en concreto junto a la Ermita de San Cecilio, que se ubica en la muralla árabe de dicho Barrio, cercana al Mirador de San Nicolás y Plaza Larga, es decir en el Albaicín alto. Dicho señor poseía una antiquísima Imagen de la Virgen de los Dolores, de busto, y a la que daba culto en su domicilio. Desconociendo el hecho milagroso acontecido en Chauchina, dicha Imagen le había intimado, en tres ocasiones, el mandato de que la trajera a Chauchina, y en concreto, cuando pasaba junto a la misma, oía con rotunda claridad una voz procedente de esta Imagen que le decía: “Llévame a Chauchina”, sorprendido ante esta señal divina, es el motivo por el que se desplaza a esta localidad, para conocer la causa de dicho mandato.
Una vez cerciorado del portentoso Milagro, y de la Aparición Mariana que sucedió en Chauchina, con un jumento, dicho señor, trasladó desde la ciudad de Granada a Chauchina, esta Imagen, que quedó depositada en un domicilio particular de Chauchina, en concreto una vivienda ubicada en la C/ Álamo, (Barrio de en Medio) de este pueblo, desapareciendo seguidamente su anterior propietario, y entregando a este Pueblo, la que es su Reina. Cuando Rosario Granados vió por primera vez la Imagen de la Virgen, exclamó: ”Cómo se parece a la Buena Mujer”.
No podemos asegurar con rotundidad la fecha de este milagroso suceso, quizás sucedió entre los años de 1918 a 1919, o bien estas fechas corresponden a la restauración que llevó a cabo el insigne escultor granadino José Navas Parejo, sobre la primigenia Imagen de la Virgen.
 

        Bellísima Imagen Dolorosa, que representa a la Virgen en el momento del Stabat Mater (la famosa Secuencia, de Jacopone de Todi, en pleno trecentismo), y al contemplarla nos recuerda la sorprendente expresión “¿ubi est dolor sicut dolor meus?”, propia de la auténtica Transfixión, y acentuado aún más en nuestra Virgen al presentar en ambas manos los instrumentos de la pasión, como son los clavos de la crucifixión y la corona de espinas y que se completa con media luna a sus pies, y la corona de doce estrellas, de acuerdo con la simbología mariana que emana del Apocalipsis y de su Inmaculada Concepción.
    La representación de la Virgen Dolorosa, fue introducida en nuestro país por la Orden Servita, fundada en Florencia en 1233, además de la propagación introducida en nuestro país por la Orden Servita, fundada en Florencia en 1233, además de la propagación que de la misma realizó el Beato Álvarez de Córdoba a través del rezo del Santo Vía Crucis, tras su regreso de Tierra Santa en 1420.
    Nuestra Virgen se encardina en el modelo iconográfico de las Dolorosas procedentes de la Escuela Granadina, cuyas imágenes manifiestan un hondo patetismo, exento de cualquier dramatismo, frente a la Escuela sevillana, siendo nuestra Virgen, una Imagen de emoción comunicativa, cuyo sentimiento se nos filtra sin violencia, pero nos hace sentir junto a ella un profundo dolor y sosiego a la vez, y todo ello al mismo tiempo ocultando pudorosamente lo hondo de su sentimiento.
    La Imagen de la Virgen del Espino, es de autor anónimo, imagen destinada al culto privado, procedente de una casa del Barrio del Albaicín de Granada, quizás y con todas las reservas se pueda datar en el último tercio o cuarto del Siglo XVl o principios del Siglo XVll, restaurada profusamente por el insigne escultor granadino José Navas Parejo, en los años 1918 o 1919, nuevamente restaurada por dicho autor en 1944 y finalmente por el restaurador Francisco Manuel Oliver Ruiz en 1991, tal y como corresponde a una Imagen que recibe un amplio y constante culto y devoción popular.
Detalle de la cara de la Virgen del Espino     La Imagen que con bastante seguridad, originariamente presentaría las manos entrelazadas o unidas, para manifestar con mayor evidencia la crispación ante el dolor padecido, presenta un llanto sereno, manifestando una estética de la expresión, que enfatiza la dulzura de su rostro y rasgos, con una poderosa nariz hebraica, labios finos y cerrados, que acentúan la expresión de dolor resignado y lágrimas en ambas mejillas, todo ello enmarcado en el rostro de una mujer madura, que coincide con la cronología de la Virgen en el momento de la Pasión y Muerte de su Divino Hijo.
    Es una Imagen de vestir, de candelero, donde aparecen talladas y Detalle de las manos de la Virgen del Espinoencarnadas únicamente el rostro y las manos, con una altura de 1,75 metros, la talla quizás se ha efectuado en alguna de las siguientes maderas: pino, cedro o ciprés, ojos de cristal y presenta una encarnación levemente brillante. Todo ello enmarcado en un bello rostro, que expresa un dolor sereno, sin manifestar un acusado dramatismo, al plasmar la auténtica versión letífica de la Corredención, propia del culto de Hiperdulía, privativo de la Virgen María, que encuentra su sentido teológico, en la Teodicea, que se ha plasmado tanto en la Liturgia como en el Arte.

 PROCESIÓN 2012








Un año más, fuímos invitados a acompañara a la Señora en esta bellísima procesión, que es expresión de todo lo que siente Chauchina por la Virgen, y en especial su Hermandad.

 Agradecemos la invitación, y la oportunidad de poder dar gracias a Dios, porque su amor por nosotros, manifestado en la cercanía de la Virgen, es el mayor don que hemos podido recibir.

No dejéis de visitar el siguiente enlace, dónde os podréis informar sobre toda la labor que lleva a cabo la Hermandad de la Virgen del Espino Coronada:
virgendelespino.blogspot.com 

UNA CUARESMA MUY INTENSA... UNA PARROQUIA MUY VIVA... UNOS MOMENTOS INOLVIDABLES

Queda ya lejana la Cuaresma en Íllora, pero fueron tantos los momentos vividos, la ilusión, la fe, la oración, el perdón, el encuentro, la hermandad, la solidaridad, el amor que se derramaron por aquellos días, que bien merece la pena que en imágenes los recordemos, y demos gracias a Dios, porque cada año, crece el número de personas que viven intensamente estos días, jóvenes que vuelven a la Parroquia, personas que hacen del Templo, casi su propio domicilio, y al final, cada año, se consigue que el compromiso personal, no quede sólo en unos días, sino que se vaya extendiendo a lo largo de los doce meses del año.
Confesiones, Triduos, pregones, procesiones, viacrucis, silencios, oración, meditación, contemplación, flor, incienso, cruz, dolores, corona de espinas... con vuestro permiso, vamos a echar un poco la vista hacia atrás... sin dejar de reconocer y admirar la labor de nuestro párroco, que de forma sencilla, comparte su tiempo con todos... y aprovecha cualquier oportunidad, para mostrarnos, cuánto nos ama Dios... así en medio de limpiezas, de ensayos... se coloca la estola, y sale al encuentro de los jóvenes, los confiesa, los anima, y sobre todo, comparte con ellos sus alegrías, sus miedos y sus ilusiones...