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PRIMERAS COMUNIONES 2024

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ENCUENTRO DE PARROQUIAS EN MOCLÍN

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GRUPO DE ORACIÓN REINA DE LA PAZ Y PADRE PÍO DE ÍLLORA (GRANADA)

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NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

domingo, 8 de enero de 2012

1 DE ENERO: AÑO NUEVO. SANTA MARÍA MADRE DE DIOS


Venimos hoy ante el Señor, aún con el recuerdo puesto en todo lo vivido anoche, en la contínua celebración de la entrada del nuevo año.
Otros, la vivieron, desde la soledad de su comedor, intentando que fuera una noche distinta, descansando sobre el recuerdo de quiénes en otro tiempo, habían llenado esa habitación.
Para algunos, fué una noche más, en la que el recuerdo constante de los que no están, no permitía otra celebración, que no fuera, la añoranza, la tristeza, de no tener a nuestra vera, a quién queríamos con locura.
Cada uno, desde sus propias circunstancias, ha comenzado este año nuevo, seguro que con una misma oración: que al menos podamos caminar por él, con salud, para poder afrontar lo que encontremos en el camino, con fortaleza, y no dejarnos abatir.
Y los cristianos, no podemos celebrar este comienzo de año de otra manera que con la Eucaristía, es el don más grande que tenemos, es lo más importante en nuestra vida, cuando más seguros nos encontramos, cuando nos sentimos satisfechos, cuando en nuestro interior, se instala una verdadera paz.
Ayer, nos reunimos junto al Señor en la Custodia, pidiendo por la paz, esa paz tan necesaria en las familias, en los pueblos, en el mundo entero, y repasando todo lo que ha sido el 2011 para cada uno de los que vinimos; hoy os invito, a plantearnos firmes propósitos para este 2012, junto al Señor, y de la mano del Señor.

Que seamos cada uno en nuestra familia, semilla de paz, de diálogo, de comprender antes de juzgar, de acoger, antes de despreciar, de ofrecer calor, antes que frialdad, de dar razón de nuestra fe con nuestras obras, antes que rezar mucho y luego dar la espalda a nuestros hermanos.

Que el Señor nos ayude, a que en nuestra familia, por medio de nuestro trabajo, todos sigamos caminando, de su mano siempre por la vida, unidos en un mismo amor y fe.
Pero también, debiéramos proponernos, que si la enfermedad, que si el dolor o la tristeza, llaman a nuestra puerta, que nosotros la abramos con la esperanza, del que se sabe siempre acompañado de Dios, con la confianza, del que sabe que Dios vive en nuestro corazón, con la fe, en que Dios es lo definitivo, todo lo demás es pasajero, y no dura para siempre.

Propongámonos, que vamos a procurar, que en unos tiempos, en los que no sobra nada, y hay faltas en todas las casas, nosotros vamos a ser los primeros, en saber aprovechar las oportunidades, en no malgastar, lo que a otros no les llega; vamos a compartir, y a enseñar a compartir lo poco que hay, para que todos puedan ser felices; vamos a rezar, a orar cada día, para que en el corazón de todo ser humano, la presencia de Dios sea tan visible, que nadie se sienta desesperado, sin ilusión ni esperanza.

Y ante el Señor, le vamos a decir, que vamos a trabajar, para que ese amigo o amiga que nos ha hecho mal, y al que nos cuesta hablarle, relacionarnos, vuelva a ocupar ese lugar que tenía en nuestro corazón; que vamos a mirar sólo lo bueno que hay en cada persona, y no nos fijaremos en lo negativo, en aquéllo que nos duele, porque todos hacemos alguna vez daño a los demás, y también queremos que nos comprendan, por eso, que seamos nosotros los primeros en comprender.

Vamos a llevar de la mano, a quién se siente solo, a quién no tiene ilusión, a quién necesita de un empuje.

Y vamos a proponernos, que nuestra fe, no sea algo que vivamos en lo escondido de nuestro hogar o de nuestra Iglesia, sino que en todo lo que hagamos en la vida, se note que somos cristianos, y que Dios es lo más importante para nosotros. Que cuando escuchemos hablar de la no existencia de Dios, de las cosas negativas de la Iglesia, del mal comportamiento de religiosos, curas, o personas consagradas al amor de Dios, que seamos valientes, y hagamos ver, que es Dios quién dirige la barca, aunque sus marineros no siempre sean los mejores, porque nadie lo es en todo momento, pero su amor y su gracia, son capaces de transformarlo todo.

Y que siempre luchemos por la vida, desde el vientre materno, hasta el momento que Dios quiera llamar para su reino a cualquiera de nosotros, la vida es el regalo más grande que hemos recibido de Él, y no podemos quedarnos indiferentes, cuando quieren manipularla o acabar con Ella.
Que la Stma.Virgen, nuestra Madre, por ser Madre de Dios, a todos nos ayude a vivir con sus mismos sentimientos, meditanto todo lo que vemos y hacemos en nuestro corazón, porque si así lo hacemos, viviremos todos mejor, sin tanta envidia y división.
Para terminar, desde lo más profundo de mi corazón, a todos os deseo que el Señor os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre vosotros, y os conceda su favor, que se fije en vosotros y os conceda a todos su paz.

1 de Enero

La Virgen María y Jesús. Francisco Zurbarán

Después de ocho días de haber nacido el Hijo de Dios, la Iglesia dirige su mirada a la Madre de este Niño, que es Hombre y Dios. Esta fiesta es conocida en el rito siríaco como la fiesta de las felicitaciones de María: la Iglesia felicita a María por el don divino de ser Madre de Dios.

San Ignacio de Antioquía llama a Jesús: “el Hijo de Dios y de María”. El Concilio de Éfeso en el año 431 declaró esta verdad como un dogma que hay que creer. Es interesante ver que esta Octava de Navidad cae el día primero del año.

Iniciamos el año mirando este cuadro desbordante de ternura: la Virgen-Madre con su Hijo Hombre-Dios. Toda la grandeza de María está en este Niño divino. En su Hijo nos sentimos hermanos y la queremos como Madre. Ella nos alimenta con su intercesión, nos anima con su ejemplo, nos espera en el reino de su Hijo, nuestro hermano y Señor.


Sancta Maria, Dei Genitrix

La divina Maternidad de María expresa su principal misión y grandeza que le hace asumir una relación con Dios enteramente particular. El título de “Madre de Dios” hay que entenderlo. No es que Dios tenga una madre como nosotros; no es que haya podido transmitir a Cristo la divinidad, la cual posee él desde siempre. El gran hecho, el más grande acontecimiento de la historia es que “el Verbo si hizo carne y vino a habitar entre nosotros” (Jn 12,14). Para comprender el máximo título mariano, debemos desplazarnos de María a Jesús. Los evangelios no llaman nunca a María “Madre de Dios”, sino “Madre de Jesús”. Sólo comprendiendo quién es el Hijo de María, comprenderemos quién es su Madre. La historia de la Iglesia nos muestra este camino. En el 431 el Concilio de Efeso tuvo la principal preocupación de resolver el problema cristológico reafirmando la unicidad de la persona de Cristo. Como consecuencia se derivó también de allí la confirmación del título de María de “Madre de Dios”.

La Virgen María y Jesús. Colegio de Santa Isabel
Marchena. Sevilla

Veinte años después, en el 451, el Concilio de Calcedonia definía el título de “Madre de Dios” como dogma; pero también aquí la finalidad principal era la de difundir la doctrina exacta sobre Jesús verdadero Dios, encarnado en el vientre de María Virgen. Así se quiso defender y reconocer la Divinidad de Jesús, Hijo de María.


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