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domingo, 8 de enero de 2012

25 DE DICIEMBRE: NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.




Casi sin darnos cuenta, porque los días pasan con una rapidez, que nos asombra, la celebración de la Navidad ha llegado un año más a nuestras vidas.
Pero nuestras vidas, no son las mismas, que justo hace un año, ni las experiencias que hemos vivido, ni el clima social en el que estamos, ni los problemas, ni las fuerzas, ni los ánimos.
Personalmente cada uno, ha madurado, ha crecido, se siente más feliz o más triste, más ausente o más metido en este clima, que a todos nos invita a dejarle un espacio en nuestro corazón a la esperanza y a la ilusión.
Porque como nos lo decía el propio Jesús, para saber apreciar el valor de la Navidad, el valor del Reino, lo que significa ese Niño, pequeño, inocente, envuelto en pañales en un pesebre, hay que hacerse como niños, hay que dejar nuestros complejos, nuestros miedos, nuestras angustias, nuestros problemas, nuestras melancolías, y llenarnos de nuevo, con el mismo asombro, y la misma ilusión, que cuando niños, observábamos la decoración de Navidad, o contemplábamos un Belén, o simplemente unidos en familia, cantábamos un Villancico.

Hermanos, celebrar el nacimiento de este Niño, es celebrar la cercanía de Dios, que inunda nuestra vida de luz, pero de una luz muy especial.
Una luz, que si le abrimos las puertas de nuestro corazón, es capaz de disipar nuestro dolor, nuestra tristeza, para que florezca de nuevo, esa energía que siempre nos hacía ver las cosas, de una forma muy positiva.
Una luz, que hace que olvidemos rencores, envidias, enemistades, de modo que nos humaniza, y saca de nosotros todo lo bueno que siempre llevamos, pero que no siempre dejamos brillar con toda su intensidad en nuestra vida.
Una luz, que hace que nuestros ojos estén bien abiertos, al sufrimiento de los demás, y que no nos quedemos en nuestra propia situación, sino que descubramos el rostro de tantas personas que a nuestro alrededor, a lo mejor sólo esperan que nos fijemos en ellas, y que les tendamos nuestra mano, la mano de la compañía, de la escucha, de la palabra cercana.
Una luz, que nos hace unirnos en la oración, los unos por los otros. Hoy pedimos en esta Eucaristía, por las personas enfermas, por las personas que viven solas, por quiénes están en medio de la tristeza, por los que no tienen trabajo, por los que han perdido todos sus bienes, por los que no tienen nada.
Una luz, que nos trae noticias del cielo, mensajes escritos con el corazón, de aquéllos que un día marcharon de nuestro lado, y que nos animan a no desesperar, a mantenernos en pié, a vivir con ilusión, que ellos rezan por nosotros, mientras esperan que nos volvamos a encontrar.
Una luz, que se concentra en un niño, porque ante la mirada de un niño, hasta el corazón más duro es capaz de derretirse, es capaz de doblegar su voluntad, es capaz de hacer lo que uno menos espera.
Por eso hermanos, os invito a vivir esta navidad de una forma plena y distinta. Propongámonos acercarnos a quién sepamos que necesita algo de nosotros, hagamos algo por los demás, sin que se note, sin que nadie lo sepa, pero que no pasen estos días, sin intentar llenar de esa luz, a quién no puede por unos motivos o por otros, iluminarse por la presencia de este Niño.
Que nuestros mejores villancicos, nuestro mejor árbol de Navidad, nuestro mejor Belén, sea nuestro propio hogar, estar con los nuestros, y compartir nuestro tiempo con ellos, haciendo que todos en nuestro hogar se sientan tan acogidos, que experimenten la grandeza del amor de la familia, lugar y sagrario dónde Dios nace cada día.
Todos necesitamos de este Niño, todos, incluso quiénes se definen como no creyentes, porque este Niño trae un mensaje de paz para todos, y es tan importante hoy en día, ser mensajeros de buenas noticias, mensajeros de esperanza, en un mundo como el nuestro.
Dejemos que su inocencia, la fragilidad y debilidad de su presencia entre las pajas de un pesebre, a nosotros, que tan débiles somos, tan frágiles nos sentimos, nos llene de fuerza, y que la Navidad, sea una nueva oportunidad para apostar por todo lo más bueno del corazón humano, para que al final cambiemos todo lo más negativo, por esa luz llena de esperanza que desde hoy inunda al mundo.

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