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sábado, 30 de abril de 2016

APARICIÓN DE LA VIRGEN SANTÍSIMA EN CHAUCHINA (GRANADA)



En Chauchina (Granada, España), el 9 de abril de 1906, a una virtuosa anciana llamada Rosario Granados Martin, apoyada en el respaldo de una silla, por no poder caminar de otra manera, se dirigía muy de mañana a las afueras del poblado para curarse las llagas purulentas que hace mas de tres años padecía en la pierna y cuyo estado nauseabundo obligaba a huir de ella a cuantas personas la encontraban. 

Abrumada iba la triste anciana, cuando vio que hacia ella venia una Dama enlutada, llevando en sus manos un modesto rosario negro, la cual se detúvo a preguntarle qué le sucedía. 

Le Contestó Rosario que estaba casi desesperada, porque ni Dios ni la Virgen se dignaban oírla. 

Le Mandó entonces la Señora que siguiera sus pasos hacia el cementerio, oído lo cual, la anciana soltó la silla que le servia de sostén y con gran agilidad, que sorprendió a los que la vieron, siguió a la Señora por la angosta vereda, hasta llegar a un arroyo donde la Señora le dio la mano para ayudarle a pasar y como Rosario alargase la suya para asir la de la Señora, un joven que la vio en tal actitud, juzgó que estaba loca. 

Una vecina de las últimas casas del pueblo la invitó a descansar y como rehusó a hacerlo por ir siguiendo a una Señora de "ojos hermosísimos y cara llena de gracia ", la tomó por ilusa.

Llegó por fin al cementerio y la Señora enlutada le dijo con acento de compasión y tristeza "Oremos por los desgraciados del mundo que no temen la Divina Justicia ". En seguida y puestas ambas de rodillas en el umbral del cementerio, comenzaron el rezo del rosario observando la anciana la reverencia y devoción con que la Señora pronunciaba el nombre de Dios Padre. No había terminado el rosario, cuando la anciana se sintió adormecida por dulcísimo éxtasis, a cuyo despertar se sintió completamente curada. 

Corrió presurosa preguntando por la Señora y nadie supo darle razón de ella. Se conmovió el pueblo a la vista de la prodigiosa curación, la prensa granadina comentó el hecho, al parecer milagroso y Chauchina y los pueblos comarcanos se persuadieron de que la misteriosa enlutada fue la Santísima Virgen, conocida bajo la advocación del Pincho, por el espino junto al cual se apareció primeramente y de los Dolores, por las negras vestiduras que llevaba la misteriosa aparecida.

Una pobre estampa, rodeada de rústicas piedras, fue el primer monumento que la piadosa gratitud de Rosario levantó a la Santísima Virgen. 

La Virgen empezará a realizar verdaderos prodigios y milagros, de cuerpo y sobre todo del alma, que son los más importantes. Para manifestar sus bondades y poner el sello de que allí está la mano de Dios, la mano sobrenatural.

Entre las muchas personas que se acercaban a Chauchina para conocer el lugar de la aparición y venerar el cuadro de la Virgen Dolorosa, distinguíase un caballero de Granada, don José Farrugia, muy conocido en el Albaycín (barrio de Granada muy popular) por su vida ejemplar. Decíase que tenía terminada la carrera eclesiástica; pero que no la ejercía a pesar de llevar siempre traje talar (por humildad).

Su vida de piedad estaba consagrada al culto del Santísimo Sacramento, especialmente en la devoción de las cuarenta horas. Sintió alegría cuando supo que se estaban recogiendo limosnas para construir una ermita en el lugar de la hornacina (esto fue antes de realizarse la fundación del monasterio de las Capuchinas).

Había conversado personalmente con Rosario; le había oído decir que fue curada por una Señora de muy noble presencia, morena, de hermosos ojos, vestida de negro como una Virgen de los Dolores... Y en seguida, el piadoso don José Farrugia pensó que en su casa tenía una imagen de la Dolorosa parecida a la descrita por Rosario, aunque bastante deteriorada.

Aquella tarde, cuando llegó a su casa, le parecía que su imagen de la Virgen estaba diciéndole: "Llévame a Chauchina". Y se lo repetía bondadosamente en el interior del alma: "Llévame a Chauchina".

Don José concibió la idea de desprenderse de la piadosa imagen, muy querida para él, y la entregó a la autoridad religiosa competente, quien enseguida alabó el proyecto. El párroco de Chauchina también aprobó la idea y don José llevó la imagen a un conocido escultor de Granada que la restauró haciendo de la imagen una verdadera obra de arte. 
Un piadoso matrimonio levantó una capilla espléndidamente dotada para el culto; y junto a esa capilla ya ampliada porque era incapaz de contener las multitudes que en fervorosas romerías acuden de muchos pueblos, se levanta la esbelta silueta de un monasterio de Capuchinas, llevado allí por la piedad del Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo, D. Vicente Casanova y Marzal, para que adorando al Santísimo Sacramento y viviendo en perpetua oración y penitencia por los pecados del mundo, cumpliesen los deseos de la Santísima Virgen. 

En efecto, antes de morir manifestó Rosario a un Padre Capuchino que la Santísima Virgen le había dicho: "Quiero que en este lugar se dé culto al Santísimo Sacramento, por religiosas franciscanas".

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