En los años sesenta, en un pequeño pueblo del norte de España, San Sebastián de Garabandal, el cielo se unió con la tierra fértil de unas niñas, que a modo de altavoces para nuestras conciencias, nos recordaron, que el camino de encuentro con Dios, se recorre a través de la conversión personal, la oración, el trabajo diario bien hecho, y como centro de todo la Eucaristía, y la plena participación en los sacramentos.
Este himno a la Virgen María de Garabandal, expresa perfectamente lo que es Nuestra Madre para nosotros: Madre y Maestra de la vida, de la fe, del encuentro con Dios.
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