Y llegó ese día, en el que llamamos a Nuestra Madre, Socorro de nuestras vidas. Ella nos toma entre sus manos y mirando las cruces que todos llevamos a cuestas, nos lleva con la mirada hacia la resurrección de todas nuestras angustias, llenándonos de la luz de vida que es su Hijo Jesús.
Todos los años, contamos con la disponibilidad de Carmen García, que permite que la capilla del Perpetuo Socorro que tiene en su casa, presida la Eucaristía en su honor.
En esta ocasión, también Barranquita, quiso que su cuadro del Perpetuo Socorro, estuviera presente.
Gracias a las dos, por hacer que en esta celebración, la ternura de la Madre, estuviera muy presente.
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