Por la comunión de los Santos, quiénes aún peregrinamos por este mundo, podemos orar y ayudar a quiénes terminado su paso entre nosotros, caminan hacia el encuentro definitivo con Cristo, nuestro Salvador. Por esta comunión, nos mantenemos unidos, y nos ayudamos mutuamente.
Junto a la Fundación de las Hermandades del Santísimo Sacramento, de la Veracruz, la de Ánimas constituían una de las tres que casi no faltaban en casi todos los Templos Parroquiales, desde la época de los Reyes Católicos.
Los siglos van pasando, todo se recicla, porque todo debe adaptarse a los tiempos y al propio conocimiento de la Liturgia propia de la Iglesia por todos.
Pero siempre se mantendrá esta oración por los difuntos en el seno de la Iglesia, que tanto en su Liturgia de las horas, como en cada Eucaristía, tiene su propio espacio, invitándonos también a nosotros, a orar por todos ellos.
En este Jubileo de la Misericordia, una de las obras de misericordia, es enterrar y orar por los difuntos.
Plasmando este sentir eclesial, y recogiendo esta tradición, que en nuestra comunidad Parroquial, hunde sus raíces en los mismos comienzos de la misma, durante unos días en Noviembre, llevamos unos años, que nos unimos especialmente en la oración, por aquellos que nos han precedido en el camino hacia la eternidad.
Que el Señor les conceda el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua.
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